Cebollita

10.☄

— Mamá respira por favor.

— Dios, es que estoy muy sorprendida. —se excusó abanicándose con sus manos.

— Lo sé a ambos nos tomó por sorpresa.

— Me alegra que hayan tomado de su tiempo para venir a decírmelo.

Yoongi sonrió dulcemente hacia su suegra dando un pequeño sorbo a su té.

— También estamos aquí porque Jimin quiere aprender a tejer.

La mujer arqueó la ceja viéndose de pronto entusiasmada, dejó su taza en la mesita de café para ponerse de pie yendo rápidamente a traer su bolsa de estambre.

— He querido enseñarle, pero siempre fue un niño caprichoso y llorón. —se quejó entre risas estirando la bolsa hacia ellos, soltó un suspiro al sentarse de nuevo—. Tengo estambre de todos los colores. ¿Ya saben lo que será?

El mayor llevó una mano a su vientre y negó suavemente.

— Pasado mañana tenemos la consulta. Estoy muy ansioso. —Jimin se encargó de informar.

— Ay, mi pequeño bebé será padre. —murmuró pérdida brevemente en sus pensamientos—.Ven, te enseñaré a hacer un suéter para el bebé.

Jimin tomó asiento al lado de su madre y comenzó a seguir todas las instrucciones mientras era escudriñado con la mirada por su novio. Cuando terminaron soltó un chillido de emoción y como si fuera un pequeño niño se lo mostró orgulloso a Yoongi.

— ¿Te gusta? ¿Le gusta a Gasolina?

— ¿Gasolina? —preguntó la madre extrañada.

— Nos gusta.

Al salir de la casa de la madre de Jimin, tuvieron que detenerse enfrente de una pastelería porque al menor se le antojo comer pastel. Yoongi estaba refunfuñando con la cabeza recostada sobre el cristal esperando. Sacó su móvil y comenzó a fotografiarse para matar el tiempo, al final guardó todas las fotos en la carpeta especial.

— Ya regresé, no tardé mucho.

— Sí claro, acelera que quizá las sandías ya deben de haber salido.

— Yoongi, —soltó unas pequeñas risas—, te he dicho que las sandías, ni ninguna otra fruta sale de un día para otro, cada una tiene su estación de temporada y ciclo.

— Claro Einstein.

— Am...-

— Conduce rápido que el olor a pastel me está distrayendo y no de la buena manera, —advirtió sujetando su vientre.

— Vale, vale, —contestó alarmado.

— No me gustaría manchar el tapiz que tanto me costó mantener.