Cebollita

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T r e i n t a   y   t r e s

Yoongi y Jimin estaban caminando por la acera tomados de la mano. Hoy día era domingo, por lo tanto tenían todo el día para compartir juntos ya que mañana Jimin tendría que volver al trabajo.

— Si llega a ser niño, quiero dejar que tenga el cabello largo, natural, — expuso de la nada ganándose una mirada sorprendida por parte del embarazado.

— Creo que voy a llorar, — dramatizó—, por supuesto que sí amor, sé que te encanta hacer trenzas y estoy seguro que a nuestro bebé le va a encantar.

La sonrisa de Jimin se iluminó, se inclinó para robarle un rápido beso en el mejilla a su novio.

— ¡Ay! Sí, no había pensando en eso, muy tonto de mi parte, desde hoy voy a comenzar a ver vídeos tutoriales, ya sabes, para ampliar mi catálogo.

Ambos estaban disfrutando del pequeño paseo, hace mucho que no se daban un tiempo a solas, aunque sea caminar por las calles.

— Solo faltan dos meses para ver al bebé, estoy muy emocionado.

— Yo estoy nervioso, tengo miedo de que algo no salga bien.

— No digas esas cosas, mi amor, — susurró espantado.

Yoongi lo detuvo tomando sus hombros.

— Si algo me pasa, tienes que cuidar con tu vida al bebé.

— ¡Min Yoongi no me hables así que me vas a hacer llorar y juro que voy a ser que duermas con el perro del vecino!

— Bebé, hay que ser realistas, —trató de hacerlo razonar en vano.

— Ser realista no tiene que ver con ser trágico.

El embarazado sonrió un poco triste y le dio un pequeño beso en los labios.

— Seré fuerte por los dos.

— Más te vale porque solo iría al infierno para romperte las pelotas.

— Oh, — la sonrisa y mirada pícara aparecieron—, no sabes cuánto me pone verte así, todo autoritario aunque pareces más a un hámster gruñón, — se apegó de golpe a su cuerpo, aunque no fue de mucha ayuda su panza, estiró los brazos y estrujó las nalgas de Jimin, provocando que diera un pequeño salto—, pero un hámster muy sexi.

— ¿Qué estás haciendo sin vergüenza? Estamos en la vía pública y nos pueden denunciar por exhibicionistas.

— No creo que se quejen, — le robó otro beso.

— Dios mío que vergüenza contigo.

— Vamos rápido a casa, quiero enseñarte algo que aprendí el otro día.

Jimin con los ojos bien abiertos exhaló abanicándose con sus manos.

— No puedo contigo, vas a hacer que me desmaye uno de estos días.