Cebollita

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S i e t e

— ¡No! 

— Yoongi por favor. 

— Jimin, ¿quieres que me embarace de nuevo?, con lo cabezón que eres me da un tremendo miedo, ¿y si cebollita se atasca? 

— No puedes embarazarte de nuevo si estás gestando. 

El chocolate blanco negó rotundamente, empujó a Jimin cuando quiso darle besos en su cuello, ¡maldito idiota, sabía cómo atacarlo! 

— ¿Quién dijo eso? ¿Einstein? 

— Yoongi él no fue... 

— ¡Shh! 

— Yoongi... 

— ¡La la la! 

Jimin rio como un niño pequeño al contemplar a su novio –el gótico— actuar como un bebé caprichoso.

— Voy a comerte. 

Yoongi paró sus quejas y gruñón como un León. 

— ¡Se supone que yo digo eso! 

Su pequeño novio lo besó, y fue como entrar en un río de chocolate tibio. Sus manos pararon en las suaves mejillas, los sentimientos escaparon por todos sus poros, separarse fue una necesidad para Yoongi, bajó sus labios acariciando todo a su paso. 

— Yoongi. — siseó Jimin entre suspiros. 

— Siéntete con suerte hoy, — gimió gravemente en su oído—, ahora mueve tu trasero antes de que me arrepienta. 

Fue una larga tarde de jadeos y gemidos, Yoongi estaba ideando cubrir su rostro con una bolsa de papel o cualquier cosa que le sirviera para cubrir su vergüenza, fue la primera vez que se sintió tan caliente al punto de suplicar, ¡suplicar!, el tipo que ahora se encontraba comiendo un pedazo de costilla de cerdo no era él, no señor, era otro ser muy parecido.  

La vergüenza fue mucha que mandó a volar a Jimin al sillón, y le dio todavía más vergüenza  que el muy maldito lo hizo sin rechistar con una enorme sonrisa en los labios. 

— ¡Dile a Cebollita que le amo! 

— ¡Usurero de sobrenombres, búscate uno propio! 

— ¡Entonces dile a Gasolina que le amo! 

— ¡Eres un maldito imbécil, mañana no voy a poder ir a la maldita cita, maldición contigo Jimin!