Capítulo 23

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Pov Zidf:



Hay mi cabeza, siento que me dieron con un martillo hidráulico por horas sin parar en ella. Lentamente abro los ojos y lo primero que veo es una luz cegadora, nada más allá del foco brillante que (imagino) es el sol. Parpadeo un par de veces para acostumbrarme y, lentamente, mi entorno empieza a cobrar forma. Me doy cuenta de que estoy en el piso, sobre pasto, rodeada de vegetación. No consigo entender qué es lo que hago acá hasta que, en un flash, todo vuelve a mí: el mensaje sobre mis padres, mi discusión con Black, el viaje en helicóptero, el ataque, la caída...

Lentamente la realidad se filtra en mis pensamientos y caigo en la cuenta de que estoy viva, que no tengo ni idea de dónde están los demás y de que aún estamos en peligro. No sé cuánto llevo inconsciente ni tampoco dónde es exactamente donde estamos pero ahora, mi prioridad, es encontrar a Black, a los pilotos, a Midnight y ver una manera para salir de acá.

Me incorporo lentamente, sentándome. Mis brazos presentan algún que otro corte y moretones pero nada demasiado grave. Bajo la vista y no puedo decir lo mismo de mis piernas: tengo una de mis rodillas dislocada y un corte que parece profundo en el muslo de la otra pierna. Gruño frustrada, esto me va a doler peor que el choque, al menos eso no lo sentí. De mi costado saco un cuchillo, corto la parte de abajo de mi remera, dejando lo suficiente para taparme el pecho y, con una parte me hago un torniquete en el corte después de revisar que no hay nada dentro.

Mi rodilla ya es otra historia. Le hecho una mirada y la reviso: pareciera ser que no está rota, pero sí que duele, tengo que arreglarla o no podré caminar. Decidida, muerdo la camiseta y, aguantando la respiración para no gritar, hago fuerza y me la reacomodo. Las lágrimas de dolor se deslizan por mi cara, pero el grito quedó amortiguado como quería. Saco la tela de mi boca y me ato la rodilla con fuerza por si los ligamentos están demasiado débiles y no soportan sostener la rodilla en su lugar. Ya con eso listo, me limpio la cara y me levanto.

Me estiro, revisando no tener nada más que sea grave, pero todo parece en orden. Observo a mi al rededor, todo está tranquilo. Empiezo a caminar, guiándome por el olfato, en busca de los restos de aterrizaje forzoso. A unos cuantos metros más adelante, me encuentro con la escena del accidente: lo que queda del helicóptero no parece tener fuego ni humo, pero sí está el olor, los pedazos que salieron volando en el choque están dispersos por el lugar, a lo lejos puedo ver la caja de Midnigt, pero está abierta, destrozada, sin embargo a él no lo veo. Tampoco puedo ver a Black o a los pilotos.

Con cautela, me acerco aún más hacia la zona de desastre y olfateo el aire en busca de resquicios de sus aromas, que me den una pista de dónde es que terminaron. Me acerco a los restos, observando si hay alguna marca que me indique por dónde buscar hasta que un sonido me llama la atención a mi espalda.

Cuchillo en mano me doy vuelta lentamente en busca de la fuente del ruido. Midnight me mira de lo más apacible, sentado en el linde entre el claro donde nos estrellamos y la maleza. Suspiro y bajo el cuchillo mientras él, con sus patitas con almohadillas, se me acerca sin hacer sonido alguno y se me refriega contra la pierna al llegar a mi altura. Me inclino como puedo y lo alzo en brazos acariciándolo y el frota su cabecita contra mi mentón mientras ronronea.

-Hola chiquito, parece que no te pasó nada grave, sos muy resistente. ¿Tenés idea de dónde está Black?

Él me mira con sus hermosos ojos y maúlla suavemente para, luego, tirarse de mis brazos y empezar a correr en dirección a la maleza. Lo sigo y, a no más de diez metros dentro de la maleza, oculto entre la vegetación, me encuentro con Black bajo el peso de un tronco sobre su cuerpo. Midnight maúlla de nuevo, lamiendo la cara de Black mientras me acerco. Las acciones de la bola de pelos tienen un efecto positivo ya que logra que Black reaccione.

Amor en combateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora