Capítulo 8*

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Pov Zidf:



- Dale a tu cuerpo alegría Macarena, que tu cuerpo es pa' darle alegría y cosa buena. Dale a tu cuerpo alegría Macarena, eeeh... Macarena, ¡ahah!

- ¿Qué se supone que hacés?

- ¡AAAAAHHH!

Del susto, me tambaleo junto con la escalera que, a su vez, se sacude y cae al piso mientras yo salto de ella con una voltereta hacia atrás, cayendo a cuatro patas y me lazo hacia adelante para atrapar el balde con la mezcla y la cuchara de albañil. Me paro y miro a Black con mala cara que, al mismo tiempo, me devuelve la mirada con una sonrisa a modo de disculpa.

- ¿Qué nadie te enseñó que no debes asustar a una chica sobre una escalera con materiales de construcción?

- Pues... no a decir verdad.

- Agr... como sea.

Dejo el balde y la cuchara en el piso y me encamino a la escalera para levantarla y después apago la música que seguía sonando.

Seguramente se están preguntando ¿qué se supone que estoy haciendo? Bueno, déjenme que les aclare el panorama.

Después de mi charla con Joyce, estuve pensando mucho en todo lo que hablamos. Decidí que, primero, (como ella me dijo) yo no tenía la culpa de lo que me había pasado por lo que, si bien la idea que tenía sobre mí no había cambiado mucho, eso no significaba que me dejaría pasar por encima o que iba a aceptar cualquier comentario ofensivo sobre mí. Si a alguien le molestaba mi presencia o mi condición, que me lo dijera y lo "hablaríamos"... (No esperen que sea muy civilizada, sigo siendo yo después de todo y nunca lo fui para empezar).

Sobre mi vida... Joyce nuevamente tiene razón: que esos malditos dijeran que me quedan solo tres meses, no quiere decir que sea cierto. Podría morir en cualquier momento por cosas de la vida, no necesariamente está escrito en papel cuánto me queda. Viviré día a día e iré sorteando lo que la vida me tire.

Lo de mantenerme ocupada... bueno, de eso ya me estoy ocupando. Por eso Black me asustó: entre el olor de la mezcla del balde en mi nariz y la música a todo volumen, se me complica detectar a otros a mí alrededor.

Siguiendo el concejo de Joy, me puse a remodelar y empecé por el salón. No pasaron ni 24hs y ya Justice me trajo todo tipo de materiales que necesitaba y más. También encargué los vidrios que necesito junto con la puerta reforzada, eso ya me llegará en uno o dos días.

Ya desmonté varias paredes para reforzarlas, los muebles están tapados por plásticos y el piso tapizado de diarios para evitar que todo quede manchado. Por eso estaba sobre la escalera: había comenzado con cemento, reforzando los ladrillos que ya había puesto. Las columnas estaban firmes y había erigido un par más que sirvieran de sostén.

Estaba poniendo la mezcla en la parte superior y alisando, por eso me encontraba sobre la escalera, y me habría dado un buen golpe si no tuviera buenos reflejos y, bueno, el ADN felino que me han implantado en contra de mi voluntad.

Black se acerca a mí y me abraza por la cintura, dándome un beso suave en los labios. Anoche llegó y se acostó en la cama conmigo, abrazándome por la espalda sin ningún tipo de insinuación sexual. Simplemente me abrazó de manera protectora, besando suave mi cuello y apretándome contra él. Fue extraño para ser sincera, jamás había dormido así con un hombre. No es que sea virgen, porque no lo soy, pero nunca me había permitido semejante "intimidad" con un hombre, siempre fue solo sexo: un rato de pasión y después byby.

Sin embargo, por más que esto es algo que nunca hice antes, se sintió bien a decir verdad. Lo sentí... correcto.

En ese momento me aterré y ahí está el tema en el que he estado evitando pensar desde que Joyce lo nombró. Mi cuerpo se tensó como un cable de acero tan rápido que me sorprendió que no me doliera, pero Black me relajó al momento: besos suaves, caricias delicadas... Aun no entiendo cómo es que un hombre de su tamaño y complexión, puede ser tan afectuoso y tierno. No obstante, lo es y me hizo relajarme tan fácilmente.

Amor en combateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora