Amor en combate

Capítulo 37

Pov Zidf:

Ya está, éste es el fin. Tantos años de sobrevivir, de escaparle a la muerte, de misiones peligrosas donde mi vida estuvo en riesgo más veces de las que puedo contar y nunca me importó; jamás me asustó morir, no tenía una razón para negar mi destino si me llegaba. Sí, estaba mi familia pero siempre tuvimos el mismo pensamiento: "vive cada momento como si fuera el último que, si llega a serlo, quienes te quieren te recordarán por tu vida con cariño, no por tu muerte y con lamentos". Sé que me extrañarían pero sabrían que habría muerto haciendo lo que creía que era correcto.

Sin embargo, en el último tiempo eso cambió rápidamente: me uní a la ONE, conocí a las N.E y me hice amiga; un maldito enfermo me convirtió a la fuerza en uno de ellos, sí, pero gané un compañero también. Black entró a mi vida cuando no sabía que lo necesitaba pero así era, me dio un motivo para sobrevivir y seguir peleando. Mi familia siempre fue motivo para volver pero, el amor que siento por mi compañero, es la fuerza que me impulsa a querer vivir a toda costa. ¿Por qué cuando más quiero vivir, es cuando vienen a arrebatarme aquello que jamás me importó perder antes?

-¿Últimas palabras?

-Solo tres: andate al infierno.

Le muestro mi dedo medio y puedo ver cómo se pone rojo de la bronca: al menos voy a tener una última satisfacción antes de que me valla. Decidido, está por apretar el botón pero algo lo frena y nos pone en alerta a todos: un rugido, que por poco y hace vibrar las paredes, se escucha por todo el lugar. Lo que pasa a continuación es demasiado rápido, incluso para mí: la puerta de atrás de él estalla y un manchón negro lo tira al piso, alejándolo del botón. Lo que sea que atacó a Rolan lo tira contra el vidrio, empujándolo a su vez con su cuerpo y, por el choque, el vidrio cede, causando que ambos caigan en una lluvia de cristales.

LA fuerza del impacto debió de ser enorme para reventarlo de semejante manera pero no tengo tiempo para ponerme a analizarlo: a penas tocan el piso, Rolan gime de dolor y puedo reconocer a la mancha negra que lo atacó, primero por el aroma y después por la visión. Midnight se alza sobre el maldito, mirándolo amenazante mientras lo encierra entre sus patas y le enseña los colmillos en un gesto de advertencia. Aún con su pelo negro lustroso, puedo notar la sangre en sus patas, en la zona de las garras y desvío la vista a Rolan para ver varios puntos sangrantes en su pecho, hombros y brazos. Desde éste lugar, ninguna parece mortal pero no estoy segura, ni lo estaré hasta revisarlo.

-Midnight, jamás estuve más contenta de verte.

La enorme pantera, que no deja de ser mi tierna bolita de pelos por dentro (por más que su tamaño sea varias veces el normal y pese tal vez el óctuple o más de su estado miniatura), alza su cabeza hacia nosotros con sus pupilas dilatadas y sus ojos como dos hermosos orbes dorados para luego, darle una última mirada de amenaza a Rolan y, literalmente tirarse sobre mí, refregandose como si fuera un gato mimoso. El detalle acá es que él no es un gato, ni es chiquito, así que su salto hacia mí me empujó al piso y ahora me está aplastando deliberadamente. Su cabezota se frota contra mi cara llenándome de pelos y empujándome mi propia cabeza en cualquier sentido por sus movimientos en busca de contacto y mimos.

-Ya entendí Mignight, estás feliz, ok, ahora salí de encima que no me dejás respirar.

En cuanto me escucha, automáticamente retira su peso de mi cuerpo (facilitándome que reyene mis pulmones de oxígeno) y me da una última y cuidadosa lamida en la cara. Se levanta y se corre a un costado para que pueda ponerme de pie entretanto lo acaricio con cariño en a cabeza.

-Gracias precioso, me salvaste la vida.

El ronronea feliz, cerrando sus ojos e inclinándose hacia mi mano pero se pone alerta en el instante en el que un quejido de dolor se escucha. Todos dirigimos la mirada a Rolan y veo que Fury lo está levantando atado de pies y manos.