Capítulo 7*

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Pov Black:



Después de varias horas, salgo de la sala de interrogatorios bastante satisfecho. Esos malditos cantaron como Gardel (cantante de tango argentino) ante las torturas que les propiné, cada una más dolorosa que la otra. Me había cobrado cada una de las crueldades, sufrimientos y dolores que le habían causado a Zidf y con creces, pero aún no estoy satisfecho. Seguramente se están preguntando por qué: pues muy simple y es porque aún me falta uno, el hijo de puta mayor, me falta Rolan Worldf.

Ese malnacido está libre todavía y, según los estúpidos que había estado torturando, vendría por Zidf. Ella había sido su éxito más grande según ellos, y no iba a dejar que se le escapara de las manos con tanta facilidad. Vendría por ella y terminaría lo que había empezado.

No pienso permitirlo.

Mientras camino por el pasillo limpiándome la sangre de esos imbéciles con un trapo con agua oxigenada, Tiguer aparece a mi lado.

- Bueno, con lo que conseguiste sacar de esos imbéciles, sumado a lo que está en la computadora, tal vez podamos ayudar a Zidf de ser necesario. Aunque habría sido genial, me alegro de que no los mataras. Esos malnacidos irán a Fuler a sufrir, la muerte habría sido demasiado fácil para ellos. De esta forma sufrirán por mucho más tiempo.

- Sinceramente, eso ya no me importa. Lo único que ronda mi mente en este momento es encontrar a ese desgraciado. Fue el que más daño le hizo a mi mujer y quiero que pague por cada instante de dolor que le provocó.

- Te entiendo. Lo encontraremos y te daré todo el tiempo que quieras con ese maldito: va a ser un verdadero placer ver como lo torturás.

- Y yo voy a disfrutar de cada instante.

Seguimos caminando hacia fuera del edificio a uno de los carritos de golf, tenemos que ir a la oficina de Justice, todavía tengo que hablarle de un par de cosas que me dijeron esos malnacidos. 




- ¿Y bien?

- Acabo de terminar el "interrogatorio".

- Sí, fue muy divertido de ver por las cámaras.

La risa de Tiguer se escucha ronca detrás de mí. Estamos en la oficina de Justice, yo sentado en la silla frente a su escritorio y Tiguer se recostó relajado en el sillón.

- Bueno, como decía, acabo de terminar con esos hijos de puta y conseguí bastante información. Lo que compete al estado de salud de Zidf ya fue llevado al centro médico.

- ¿Y qué más?

- Esto es lo interesante: parece que Wolrdf nunca se quedaba ahí mucho tiempo. El desgraciado iba todos los días, inyectaba el suero, veía como sufría, dejaba las órdenes que debían cumplirse en el día con respecto a ella y después se iba. Decía que era porque no le interesaba que, si alguna vez nosotros encontrábamos ese lugar, pudiéramos poner nuestras manos sobre él.

- Maldito cobarde.

- Y que lo digas. La parte buena es que tenemos un indicio de cómo encontrarlo.

Puedo ver el interés aumentando en la cara de Justice: encontrar a otro maldito de los de Mercile, aún mejor, a uno de los que habían ayudado en nuestra creación, es algo que todos queremos. Clamamos por venganza. De no habernos hecho lo que nos hicieron, podríamos haber sido personas normales, seres humanos que compartían el mundo sin ser acechados por malditos idiotas que nos creen monstruos, sin tener que mirar continuamente sobre nuestro hombro, sin tener que cuidar con sumo cuidado nuestras propias espaldas y, más aún, las de nuestras hembras y jóvenes: si alguien se enteraba de ellos... No quiero ni imaginarme el calvario que sería si esos infelices se enteran alguna vez su existencia. Sería algo por demás peligroso.

Amor en combateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora