Capítulo 34

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Pov Black:



Me paseo como tigre enjaulado por el laboratorio de cómputo del Homeland donde están intentando hacerle seguimiento a la señal de ZIdf. Ya pasaron más de 24hs, nadie ha dormido, nadie ha salido de éste lugar, todos están trabajando sin descanso y yo estoy a punto de entrar en una crisis nerviosa. Cada vez que pienso en que ese maldito hijo de la gran perra tiene a mi compañera y que, seguramente, le está haciendo daño, me es casi imposible retener las ganas de destrozar todo lo que está a mi paso.

Sé perfectamente que, con mis idas y venidas, estoy poniendo más nerviosos a los demás pero, es ésto o que esté haciendo pedazos lo que tenga la horripilante suerte de caer en mis manos.

Tim, tan comprensivo y pacífico como siempre (nótese el sarcasmo), ya me amenazó unas cinco veces con pegarme un tiro en la rodilla si no dejo de camina pero me da igual su amenaza. A mi mente llega todo tiempo de recuerdos sobre ella: su sonrisa, su risa, su enojo, la forma en la que frunce el ceño, el delicado reborde que define sus hermosos labios, sus brillantes ojos, la hermosa cara que pone cuando el placer la inunda... No puedo evitar evocar la última vez que disfruté de su precioso cuerpo: fue la noche anterior, antes de que nos fuéramos a dormir...



Falshback:



Aprieto mi brazo al rededor de la cintura de mi compañera y acaricio su piel con suavidad en un intento de relajarla; Zidf ha estado muy tensa y me mata el no poder ayudar la expiar sus temores. Sé que no quiere que lo note, pero la conozco y sé cuando algo la preocupa.

De forma inconsciente, se aprieta aún más contra mi cuerpo, haciendo que note cada curva y movimiento de su exquisito cuerpo contra el mío, causando que mi sangre se acumule en una zona baja de mi anatomía. Hunde su cabeza en mi cuello y baja una mano por mi pecho, llevándola bajo las mantas, agarrando con seguridad la dura barra de mi erección que forma una carpa con la sábana.

Ahogo un gemido cuando aprieta sus dedos al rededor de ella y empieza a masajearla con suavidad, plantando besos suaves en mi cuello.

-Nena, no creo que...

-Lo necesito, quiero sentirte, no puedo dormir y anhelo sentirte.

No necesito más: al instante giro sobre nosotros, tirando la manta por cualquier lado y descubro su cuerpo de la ropa mientras bajo a besos por su piel. De su boca a su cuello, de ahí a sus pechos donde rodeo ambas aureolas con la lengua y muerdo con delicadeza sus erectas puntas. Sigo bajando por su abdomen, dejando suaves lamidas y besos, intercalada con alguna que otra mordida como en su cadera u ombligo. Con mis hombros le separo las piernas y me acomodo entre ellas, haciéndome espacio mientras paseo mis dedos por su nacarada piel.

Sin dejar en ningún momento de admirar la belleza de su cuerpo, le arranco la ropa interior con los dientes y hundo mi lengua en ella mientras sus dedos pasean por mi pelo. Sus gemidos para mí son la gloria, sus jadeos y pedidos de más, la forma en la que me aprieta contra ella, como cierra sus piernas a mi al rededor... Ponen mi sangre a arder, causando que me ponga aún más duro si eso es posible.

IMAGEN

No tengo piedad: Zidf se retuerce como una culebra y se arquea mientras mi lengua la recorre una y otra vez. Le separo las piernas todavía más, alzándoselas, y me dedico a torturarla sin descanso. El cuerpo de mi compañera empieza a temblar y a tensarse y sé que está por venirse por lo que, queriendo ver su rostro al hacerlo, imprimo un ritmo castigador que la hace arquearse y llevarse las manos a la boca, tapando el grito que amenaza con salir de su perfecta y sensual boca.  

Amor en combateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora