Capítulo 33

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Pov Black:



¡Dios! Me duele todo. Mi mente es una laguna blanca y no sé ni dónde estoy. Intento moverme pero no puedo, mi cuerpo no responde. A lo lejos empiezo a escuchar murmullos, no reconozco lo que dicen pero, a medida que los segundos pasan, empiezo a reconocer las voces: Alli, Slade, Trisha, Justice, Tim, Fury y Darkness, todos están hablando acelerado, como si fuera una discusión o estuvieran muy alterados, pero bajo, como si temieran que sus voces pudieran despertarme o ser escuchado. De a poco empiezo a entender su conversación.

-Hay que tener cuidado, quién sabe cómo reaccionará con la noticia. Yo, en su lugar, no lo haría precisamente bien.

-Ninguno de nosotros, eso es obvio.

-Y que lo digas, no quiero ni imaginarme qué haría Obsidian si fuera yo.

-No hay que ser bruscos, habrá que amortiguar el golpe. ¿Pudieron con la señal?

-Aún no, estamos en eso pero, con Mitchel de viaje, se nos está complicando.

-Todavía me parece raro todo esto.

-No sos el único, ¿qué casualidad que justo un día antes de que esto pasara, él haya tenido que irse, no les parece?

-Sí, demasiada pero, por ahora, hay que ocuparse de lo que se puede hacer. Si resulta que está implicado, cuando solucionemos esto nos encargaremos de él.

-¿Saben algo del helicóptero?

-Alertamos a todos los controles aéreos que se pudo, hasta ahora no han reportado nada.

Un golpe seco y sonido de derrumbe y piedras golpeando el piso se escucha acompañado de un gruñido.

-No puedo creer todavía que se la hayan llevado en nuestras propias narices, esto parece una mala broma.

-Estoy de acuerdo con vos pero no importa eso ahora, lo importante es encontrarla y rescatarla como ella hizo con tantos de nosotros, se lo debemos a Zidf.

Al escuchar su nombre mi mente empieza a relacionar todo lo antedicho y mi corazón se acelera al caer en la verdad: se llevaron a ZIdf, se llevaron a mi compañera. ¡NO! Todo vuelve en ese mismo instante a mí como una película reproducida a toda velocidad.



Flashback:



Me remuevo en la cama y siento que algo falta. Estiro el brazo, aún con los ojos cerrados, en busca de mi compañera pero las sábanas están frías: ella no está. Abro los ojos y la penumbra me da la bienvenida, solo la luz de la luna ilumina la pieza a través de la ventana. Recorro el lugar con la mirada y noto que Midnight tampoco está en el lugar donde se acostó anoche: desde lo que pasó con Zidf y salió del centro médico, la bola de pelos no se ha separado de ella. Como el baño está vacío y con a luz apagada, imagino que fueron por algo de tomar por lo que, dispuesto a reunirme con ellos (sé que mi compañera está nerviosa por lo de mañana aunque intente disimularlo, porque yo también lo estoy y seguramente por eso se levantó), me levanto yo de la cama mientras hago a un costado las mantas. Agarro un par de bóxeres (sí, con Zidf no duermo con ropa, me gusta poder sentirla al completo y, aunque ella aún usa un poco de ropa, de a poco la voy consiguiendo que haga lo mismo que yo), me los pongo y enfilo a la puerta de la pieza para ir a la cocina pero algo me frena.

Un olor extraño empieza a filtrarse y me molesta en la nariz. Me giro hacia la ventana, pero ya es tarde: cuatro hombres entran por ella y me apuntan con sus armas. Gruño con fuerza, enseñándoles los dientes y puedo sentir un ligero aroma a miedo; sonrío como depredador: voy a hacer que se arrepientan de haber nacido. Todo se mantiene estático, ninguno se mueve; de la nada, tomándolos desprevenidos, pego un salto y caigo con las garras hacia adelante sobre el que tengo más cerca. Sin embargo, antes de que pueda hacer algo, los disparos empiezan, obligándome a permanecer a cubierto.

Amor en combateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora