Capítulo 4*

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Pov Zidf:



- Hola querida, veo que ya despertaste. Me alegro, podemos empezar entonces...

- ¿Quién se supone que sos: una especie de científico loco? ¿Dónde está tu criatura Doctor Frankenstein? ¿Le vas a dar mi cerebro? No creo que le guste pensar como mujer.

- Veo que tienes sentido del humor querida, me gusta. Es una verdadera lástima que vayas a perderlo con lo que tengo planeado hacerte.

- ¿Y eso sería?

- Todo a su tiempo querida. Primero lo primero, permitime presentarme, mi nombre es Rolan Wolrdf.

- ¿Y ese nombre debería sonarme?

Lo veo dejar el kit que tiene entre las manos en la mesa y abrirlo. Saca varios frascos y un par de jeringas. No alcanzo a ver lo que dice en los frascos, pero puedo ver que algunos están vacíos. Una vez que está satisfecho, se vuelve hacia mí y vuelve a hablar.

- No, no debe. Voy a contarte una historia corta. Hace alrededor de treinta años, un científico, con la ayuda de la empresa Mercile, creó lo que vos llamás "Las Nuevas especies".

El asco que destila al decir aquello me revuelve el estómago: una clara señal de que esto no terminará nada bien para mí.

- Por aquellos días, yo era el asistente de ese científico. Lo ayudé en todo el proceso de crear a esos animales que, ahora, quieren ser tratados como personas; totalmente absurdo si me lo preguntás a mí.

- Puede ser, sin embargo, nadie lo hizo.

Entrecierra los ojos en mi dirección y me doy un correctivo mentalmente: "¡MANTENÉ TU BOCA CERRADA Y NO LO PROVOQUES, ESTÁ LOCO Y QUIERE LASTIMARTE IDIOTA!".

- Como sea. Nunca me permitió ver sus fórmulas o datos: decía que era muy peligroso que alguien más conociera sus secretos, andá a saber a quién se los revelaba. Maldito viejo idiota... En fin, cuando renunció a Mercile y destruyó todo, me negué a dejar que él ganara. Pensó que destruyendo cualquier registro de su trabajo y llevándose sus secretos, nadie podría continuar lo que él había empezado y negado a terminar. No fue así. Teniendo un título en genética, me negué a dejar todo como él quería: necesitábamos más sujetos de prueba y, más aún, después de que Mercile cayó. Continué la investigación por mi lado, probando fórmulas y creando embriones que pudieran cumplir la función que queríamos. Tristemente, no es tan sencillo, la mayoría de los prototipos no sobrevivieron lo suficiente como para desarrollarse y los que lo hicieron, no soportaron lo suficiente como para serme de utilidad. Después de eso me puse a pensar: ¿por qué esperar años a que se desarrollen? ¿Por qué empezar con bebés? Los seres humanos ya desarrollados podrían ser más capaces de soportar las mutaciones y lo que tenía planeado para ellos.

Este tipo es un enfermo psicópata. Con cada palabra que dice no hacía más que confirmármelo. Siento mi garganta apretada, el nudo de tensión se va ajustando cada vez más al irme dando cuenta de lo que está diciéndome este loco, de lo que tiene planeado para mí.

- Después de eso, empecé a buscar voluntarios. Me enfocaba en hombres y mujeres en la cumbre de su desarrollo físico, no obstante, que no tuvieran nada qué perder. Personas a las cuales nadie extrañaría si desaparecieran, que nadie notaría su ausencia. Los resultados fueron más prometedores: con sus cuerpos más desarrollados y con mayor resistencia, podían soportar mejor la acción del suero de mutación que cree para conseguir mi objetivo. Las pruebas sin embargo seguían fallando, no soportaban más de unas pocas semanas y era frustrante. Sin embargo, un rallo de esperanza llegó a mí. Uno de los voluntarios fue un ex-mercenario retirado, no tenía nada qué perder ya que su mujer (su motor para seguir adelante según él) había muerto hacía poco. Con él los resultados se acercaron aún más a lo que esperaba; duró mucho más, casi tres meses para ser exacto, sus resistencia física y su estado de entrenamiento contribuyeron enormemente. Tristemente, pasaba de los cuarenta y, como ya mencioné, no duró demasiado.

Amor en combateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora