Capítulo 14*

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Pov Zidf:



-¿¡DÓNDE DEMONIOS ESTÁ!?

-¡AAAAAAAA...! ¡ZIDF NO ENTRES ASÍ POR AMOR DEL CIELO!

-No juegues conmigo Justice, ¿dónde está?

En mi voz resuena la ira y las ansias de lastimar a alguien. Eso hace que su mirada muestre nerviosismo y su lucha interna: quiere y no quiere decirme a la vez. No quiere porque eso sería arriesgado para Black y quiere decirme, porque sino, sería arriesgado para él; no es precisamente estúpido.

-Zidf, ¿no se supone que no debe correr la adrenalina por tu cuerpo y, también, que no deberías levantarte de la cama?

Su nerviosismo es palpable, pero por más que sé que tiene razón (solo en lo de la adrenalina, claro está, ya que ya pasaron cuarenta y ocho hs. y mi pierna está bien ya), no quiero hacerle caso: ahora mismo sé perfectamente que tengo que calmarme, mas el enojo hacia Black que quema dentro de mi cuerpo (más precisamente, en mi sangre) me impulsa a seguir, ya después me calmaré cuando lo haya matado.

Un momento, ¿yo dije eso? Bah, como sea.

-Justice, tenés exactamente dos segundos para decirme dónde está o vamos a tener un problema. Me estoy conteniendo, sin embargo, si no abrís la boca en este mismo instante, la contención no va a durarme mucho.

Lo veo tragar duro, el nerviosismo pintado en sus ojos. Normalmente, a Justice se lo ve tranquilo, impasible, casi como si no le interesara lo que está pasando a su al rededor, no obstante, es sólo una máscara para los seres humanos, no para las nuevas especies, acá se muestra tal cual es, por eso veo su nerviosismo.

Justo cuando está por decir algo finalmente, un ruido de motor se escucha, más específico: el sonido de un motor de helicóptero. Bingo.

Una sonrisa siniestra crece por mi cara y miro a Justice con una ceja alzada, su cara (normalmente bronceada) ahora está blanca como el papel y su expresión es de preocupación.

-Ya no hace falta que me digas nada. Ya sé dónde está, gracias.

-¡No, Zidf esperá!

Antes de que pueda frenarme ya estoy fuera del edificio, corriendo hacia el helipuerto. Cuando llego, todavía no ha descendido del todo y me cruzo de brazos a la espera de que aterrice.

La bronca vuelve a picar dentro de mi ser, pero la mantengo a raya, no quiero lastimar a nadie, en especial a Black aunque haya sido un completo idiota al ir tras el maldito de Wolfgan. El hijo de puta podría haberle hecho mucho daño, no me quiero ni imaginar, es un maldito enfermo con la mente más allá de retorcida.

El viento que producen las aspas de las hélices generan una polvareda enorme que me obliga a entrecerrar los ojos para evitar que algo entre en ellos, mas me mantengo firme en mi lugar y postura. Escucho cómo las puertas del helicóptero se abren y los motores se van deteniendo hasta quedar estáticos en tanto observo a los que salen de dentro del armatoste de metal volador. Al primero que veo es a Tim, seguido de Trey, Fury, Shadow, Tiguer, Slade y siguen saliendo. Ignoro todo en busca de esos ojos dorados, los cuales adoro ver, sin embargo, nunca le diré eso a Black, al mismo tiempo en que cuento hasta un millón intentando que mi respiración continúe normal.

Todos se percatan de mi presencia y, por mi postura y mirada, saben que no vine precisamente a felicitarlos, se dan cuenta de que estoy sumamente enojada y que va a estallar la guerra de Troya en cuanto Black ponga un pie en tierra. Y ¿saben qué? Tienen razón, quiero matarlo por ser tan idiota.

Sé lo que se están preguntando: "¿Por qué hago tanto escándalo por esto?" Bueno, para que entiendan les contaré lo siguiente:

Durante mi estadía en los laboratorios como conejillo de indias, fui severamente torturada. Me infringían dolor casi a todas horas y de distintas formas, no obstante, las peores eran por causa del malnacido de Wolfgan. Ese hijo de puta es un maldito sádico: disfrutaba de cada golpe, riéndose de mi dolor e infringiendo uno peor cuando no emitía sonido alguno. Amaba cada muestra de que, lo que él me estaba haciendo, me hacia sufrir. Me golpeaba con cualquier cosa, me ahorcaba e incluso, me producía graves quemaduras. No paraba ni se detenía a menos que estuviera sangrando por cada parte de mi cuerpo o tuviera toda la piel con un color distinto del normal para mí.

Amor en combateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora