2 | animal herido

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  — iva, me estás preocupando —  miro a mi amiga e intento sonreirle mientras trago el bocado de comida que llevo rato masticando.

—  lo siento.

Me mira preocupada —  ¿qué sucede?

Lo que me sucede es demasiado grande.

  ¿hacer un trato contigo? — mi ceño se frunce —  ¿de qué hablas? 

  Él sonríe y se sienta en el inmenso sofá pegado a la pared, da unas palmadas en el sillón a su lado y aunque quiero negarme, la verdad es que estoy cansada. Me siento lejos de él y espero a que hable.

—  verás, antes que nada quiero saber tu edad.

—  tengo dieciocho años —  murmuro apenada.

—  perfecto —  me mira brevemente y sonríe de nuevo —  es que hay un lugar al que me gustaría que me acompañes.

—  ¿te has vuelto loco?

—  escúchame primero, Ivonne —  cruza sus piernas con desdén —  es un evento importante y no tengo pareja para ir, tú estás sufriendo porque tu novio tiene una deuda conmigo... en conclusión, ambos nos necesitamos.

—  me pides que te acompañe a no sé donde cuando ni siquiera te conozco , no sé si lo que quieres es matarme y dejar mi cadáver abandonado. No te conozco y mucho menos confío en ti.

Él se ríe de mis palabras, pero yo hablo en serio, no lo conozco para nada.

—  eres muy divertida —  ¿y en dado caso de que quisiera hacer lo que has dicho, qué me impide hacerlo justo ahora? tu fuerza no sería suficiente para detenerme, aquí nadie te ayudaría y si en dado caso gritaras tan fuerte como para que se escuche en la ciudad ¿crees que a alguien le importe? te recuerdo que es horario de caza por lo que nosotros tenemos riendas sueltas como para tomar por la fuerza la sangre de cualquiera que esté por ahí y para tu mala suerte estás en mi propiedad.

— supongo que tienes razón — miro mis manos — ¿a dónde se supone que quieres que te acompañe?

  —  es una fiesta en un crucero, luego de que aceptes te doy los detalles, pero escucha lo que te voy a proponer —  se sienta más cómodo en el sofá y me mira —  aunque no he hecho el trabajo que tu novio ha solicitado, está en su obligación el pagarme, pero sé que ustedes ni en sueños tienen cómo conseguir ese dinero ¿por qué no nos ayudamos mutuamente? 

  —  ¿ayudar?

—  exacto, si tú me acompañas a ese viaje, estoy dispuesto a dar por cancelada la deuda de tu novio y regalarte un poco más de dinero también.

—  ¿regalarme?

Asiente —  la deuda de tu novio será olvidada y pienso darte diez mil libras por cada noche que dure la fiesta.

— ¿cuánto tiempo se supone que tardará esa fiesta?

—  una semana.

—  ¡¿te has vuelto loco?! —  grito —  no puedo ni quiero pasar tanto tiempo contigo ¿qué se supone que le diré a Diego?

—  nada, simplemente nos vamos y listo, no puedes decirle nada ni a él ni a nadie —  mi ceño se arruga —  primero que nada, si le pides permiso no te dejará, solo va a hacer que más rumores sobre mí aparezcan y no quiero lidiar con eso.

La Elegida de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora