13 | la amiga preocupada

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Lo veo salir del baño cubierto con una toalla que le presté, me mira y sonríe mientras le entrego su ropa que ya he lavado y planchado muy bien.

— muchas gracias.

Se desnuda frente a mí y sin poder evitarlo volteo la mirada a otra parte. Él solo se ríe y no dice nada. Me siento en el marco de la ventana y miro el cielo nublado.

— ¿es necesario que te vayas?

— sí, tengo una reunión con el gobernador de turno.

Lo miro cuando se está poniendo el pantalón y muerdo mi labio con nerviosismo — ¿cuándo... volveré a verte?

— todo depende de la respuesta que me des — lo miro con confusión.

— ¿a qué te refieres?

Sonríe y me tiende la mano — ven, necesito hablar contigo de algo.

Me acerco a él y ambos nos sentamos en el borde de la cama, él besa mi mano y suspira mirándome a los ojos.

— escucha, Evie... noté que estabas buscando trabajo en el periódico ¿cierto? — asiento confundida — yo necesito con urgencia una secretaria — sonríe — ¿que te parece trabajar para mí?

Mis ojos se abren con asombro al escuchar sus palabras — ¿hablas en serio? No tengo ni idea de qué hace una secretaria, no tengo ningún tipo de experiencia con eso, además, tú eres un hombre muy importante ¿cómo le pides a alguien como yo que haga un trabajo como ese?

— no le veo nada de malo — me mira como si estuviera loca.

Entrecierro los ojos — ¿no será que me has tomado lástima y quieres darme el trabajo por eso? — me cruzo de brazos con el ceño fruncido y me pongo de pie — no necesito ni de tu caridad ni tu ayuda, es cierto que necesito un trabajo, pero no quiero que te compadezcas de mí y me ofrezcas ese puesto por pena.

Una carcajada sale de sus labios mientras niega con la cabeza — Evie, no seas tonta.

— silencio — lo señalo con mi dedo — ya verás, voy a demostrarte que soy capaz de conseguir trabajo y salir adelante sin tu ayuda.

Rueda los ojos y se pone de pie — ¿qué tal una apuesta? — lo miro sin entender — ¿cuánto tiempo crees que te tomará hacer lo que dices?

Me llevo una uña a la boca con indecisión — ¿una semana? ¿un mes?

Sonríe — bien, no haré nada ni a favor ni en contra de tu propósito, pero tienes un mes para demostrar lo crees que has dicho y si no cumples, vas a aceptar mi propuesta de trabajo ¿de acuerdo?

— espera ¿qué pasa si gano?

Se encoje de hombros mientras se acerca más a mí — ¿no te basta con la satisfacción de haberme ganado?

Niego con la mirada fija en sus labios, él sonríe y acaricia mi pelo — no es suficiente.

— ¿qué más quieres? — sus nudillos se deslizan por mi mejilla.

— si gano... — paso saliva y tomo un poco de valentía para colocar mis brazos al rededor de su cintura para después lamer mis labios mirando los suyos — si gano quiero que pases más noches como esta conmigo.

Se ríe suave y levanta mi mentón para que fije mi mirada en sus ojos verdes con los cuales siento que puede atravesar mi alma — no es necesaria una apuesta para eso, eres bienvenida a mi cama cuando lo desees y vendré a la tuya si me lo pides, pero está bien — lame sus labios — ¿tenemos un trato?

Asiento — otra cosa más... — me abrazo más fuerte a él, sintiendo mi corazón latir rápido — por favor no desaparezca otra vez.

Asiente sin dudar para luego bajar su rostro hasta el mío y presionar sus labios sobre los míos. Se separa de mí y luego de darme un beso en la frente, se dispone a continuar vistiéndose. Lo dejo solo para ir a preparar algo de té antes de que se vaya.

La Elegida de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora