4 | ¿aceptas el trato?

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  —  sé que estás mintiéndome, Iva —  me mira con el ceño fruncido.

  —  pero si has leído la nota junto a mí —  bufo y sonrío al ver de nuevo la linda caligrafía en la nota.

Hace varios minutos mientras almorzaba junto a Kim, aquel cuervo de intenso color negro que ayudé ayer se apareció volando con una pequeña bolsa de regalo entre las garras de sus patas, luego de aterrizar justo frente a mí, me la entregó y se trepó a mi muslo izquierdo.

Al abrir la bolsa, totalmente sorprendida me encontré con una hermosa rosa sin espinas, una nota y un estuche donde habían unos lindos anteojos con la montura muy delicada y cristales con la cantidad exacta de aumento que necesito.

No sé cómo supo cual era la cantidad y, aunque en un principio no quise aceptarlos, recapacité y he decidido quedarme con ellos debido a que en verdad los necesito, son bastante lindos y de una marca muy buena y costosa. Diego jamás podría comprarme algo así con el sueldo que lleva.

  —  entoces ¿me estás diciendo que el dueño de ese cuervo te ha obsequiado todo eso solo por haber curado el ala de su mascota? —  asiento —  ¡no me jodas! ¿cómo diablos supo que tú lo curaste y que justo unos anteojos así necesitabas?

  —  no lo sé, pero se lo agradezco bastante —  acaricio la cabeza del ave en mi pierna y sonrío lanzándole un beso.

De verdad odio mentirle a Kim, ella es como una hermana para mí, somos mejores amigas desde que teníamos cinco años, pero no puedo decirle que el responsable de esto es el conde y mucho menos puedo dejar que sepa que mantenemos contacto alguno. Eso ha sido lo único que me ha pedido el señor Drácula y no puedo incumlplir su petición.

  —  Iva —  la miro —  ¿no estarás siéndole infiel a Diego, verdad?

—  claro que no, Kim —  grito molesta —  pareciera que no me conoces.

—  nadie sabe, sería entendible en tu caso, después de todo Diego ni te toca.. —  se calla de golpe.

Me detengo de acariciar al ave para mirarla con el ceño fruncido —  ¿tú cómo sabes eso? No recuerdo haberte contado eso nuca.

Tarda unos segundos en silencio y al final suspira y niega — ya veo que estás loca, Iva, claro que me lo has dicho.

No le respondo y me quedo pensando eso mientras veo como toma sus cosas del suelo y se pone de pie para luego irse. ¿le había comentado eso a Kim? no recuerdo haberlo hecho, algo tan penoso para mí no lo diría así de fácil. Ni siquiera a ella. 

Bueno, supongo que no debería preocuparme tanto por eso Tomo los anteojos del estuche y me los coloco notando la gran diferencia de inmediato. Miro al ave y sonrío.

— ¿qué tal? — le pregunto y él me observa —no sé cómo se supone que le contaste todo lo de ayer, y si es cierto que puedes hablarle, dile que se lo agradezco de todo corazón. Estoy pensando mucho en su propuesta — el ave grazna y aletea, se sube a mi mano y yo la elevo hasta que queda frente a mi rostro — estoy pensando en un nombre para ti...

***

Llego a la casa y suspiro dejando la mochila sobre el sofá para luego dirigirme a la cocina donde me sorprendo al verlo aquí.

  —  ¿qué haces aquí? —  el se gira a mirarme con el ceño fruncido.

— ¿acaso no puedo estar en mi casa? —  su tono no me gusta.

La Elegida de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora