— ¿qué querías mostrarme? — pregunto una vez que hemos llegado a nuestro destino, resultó ser el palacio.
— ya verás, espera.
Williams, el mayordomo, nos abre la puerta y hace una reverencia a modo de saludo para luego recibir mi abrigo y mis cosas cuando Dominic se las entrega.
— ¿alguna novedad? — le pregunta él mientras cierra la puerta.
— nada que reportar, amo — responde con cortesía — los demás los esperan para cenar.
— gracias — el hombre se despide y se va, Dominic toma mi brazo en el suyo y me mira — por aquí, señorita.
No me muevo y me muerdo el labio en señal de nerviosismo, él me mura sin comprender mi actitud.
— esto es un poco incómodo, pero... he estado toda la tarde en el trabajo y me siento muy sudada... — dejo mi punto en el aire, pero él parece entenderme.
— de acuerdo, Evie — sonríe — vamos a mi habitación para que tomes un baño tranquila.
Sonrío apenada — ¿no es mucha molestia? Además, los demás esperan...
— no te preocupes.
Asiento y me dejo guiar por él hasta el segundo piso donde luego de avanzar por el pasillo, las puertas automáticas de una habitación se abren solas. Vuelvo a sorprenderle por el tamaño descomunal de este lugar. Dominic me deja, se quita el reloj y lo deja sobre el tocador, se sube los puños de su camisa hasta los codos para luego entrar al baño. El agua se escucha fluir y un suave olor a vainilla flota en el aire, vuelve a aparecer en unos pocos minutos con una pequeña toalla secando sus manos.
— ya está todo listo — le sonrío agradecida y me acerco a donde está — mientras te bañas, voy a dejarte un poco de ropa limpia sobre la cama — abro la boca, pero él me interrumpe — tranquila, es de la que no se guardó en tus maletas aquella vez — asiento caminando hasta el baño — tomate tu tiempo.
Apenas me paro en el umbral de la puerta, siento como si la mandíbula se me fuese a caer ¿esto es un baño? Joder, este hombre tiene un gusto exquisito. Está totalmente iluminado, con los muebles en colores blancos y negros (como casi todo en esta casa), infinidad de espejos incluso en el techo del cual cae una araña de cristal muy hermosa que ilumina la mayoría del lugar. Baldosas negras que relucen y una increíble bañera pegada a la pared de espejos, un jacuzzi con pequeños pétalos flotando en su interior y una ducha con cristales templados en el cual hay tres tipos de regaderas, una en el techo que debe caer como lluvia, una normal pegada a la pared y otra más abajo, al lado de un pequeño muro de baldosas que sirve como asiento. Supongo que esa última es manejable y extensible.
— ¿sucede algo, Candy? — habla al notar como me he detenido
— no es justo, este baño es más grande que mi habitación — lloriqueo — es tan lindo que ni siquiera quiero usarlo.
Su risa no se hace esperar — recuerda que mientras estás ahí, hay gente allá abajo con hambre.
Cierto, lo había olvidado.
Entro al baño y cierro la puerta, me cuesta mucho dejar de mirar todo, en especial mi reflejo por todas partes, pero lo consigo. Disfruto del aroma de la vela de vainilla que ha encendido Dominic mientras me ducho lo más rápido que puedo aunque el agua está deliciosa.
Salgo después de cinco minutos, tomó una de las toallas limpias en el compartimento justo al lado y me cubro con ella luego de secarme. Salgo a la habitación donde veo la ropa en el lugar donde él dijo y me dispongo a vestirme. No lo veo por ningún lado, pero no importa. Me pongo el pantalón de licra y una franela blanca muy linda y cómoda, incluso va sin sostén. Llevo la toalla mojada al baño y luego regreso.
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La Elegida de Drácula
VampireBienvenidos a mi mundo, un mundo donde los humanos viven bajo el régimen de los vampiros y ha sido así desde casi mil años. No me mal entiendan, si bien ellos son quienes tienen el poder, no vivimos bajo una tiranía, todo es pacífico... Aunque exist...