40 | capacidad de amar

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— ¿quieres que envíe a alguien a buscarte? — le pregunto por teléfono.

no te preocupes, princess, he tomado un taxi, ya voy de camino.

no sabes las ganas que tengo de verte, Madame — hablo con sinceridad, haciéndola reír — Josh también tiene muchas ganas, creo que incluso más que yo — se ríe más fuerte — ¿él sabe que vienes?

¿por qué debería saberlo? No veo motivos para decirle aunque en realidad no me importa. Deja ya de crearte melodramas en esa cabeza, perra, solo tuvimos sexo, no es para tanto.

Ruedo los ojos — vale, como digas. Te espero aquí.

Cuelgo la llamada y me restriego los ojos con mis dedos para luego colocarme los anteojos de nuevo y seguir realizando los cálculos de gastos de este mes en el computador. Ya mañana por fin es el día de mi boda y no quiero dejar ningún pendiente para después, solo quiero disfrutar de la ceremonia sin nada que me atormente. Es por eso que llevo todo el día realizando mi trabajo como secretaria, apenas he tomado recesos para comer algo hace algunas horas.

La luz que entra por la puerta puerta al abrirse es tan molesta que debo cerrar brevemente los ojos — creo que debes dejar esto ya, Evie — lo veo dejar un aperitivo sobre el escritorio — no debes forzarte tanto y menos siendo miope.

Suspiro — no quiero dejar nada para después, señor — guardo el documento para tomar el sándwich del plato y empezar a comer — para ser sincera, es como una manera de controlar mis nervios... estoy muy ansiosa por lo de mañana, mis padres aún no llegan, mi destino no está listo y algunos invitados no han confirmado su asistencia.

— solo come, respira profundo y cálmate — me aconseja sentándose detrás del escritorio — todo saldrá bien, Evie, te lo aseguro.

— ¿no estás arrepentido? Aún estás a tiempo para... — me interrumpe con una carcajada.

— Evie, creo que lo mejor será hacerte dormir un poco — chupo mis dedos sin comprender y viéndole ponerse de pie para luego rodear el escritorio y colocarse detrás de mí —  estás muy tensa, Evie — acaricia mis hombros y se agacha quedando su rostro más cerca de mí — deja que yo me encargue del resto ¿sí?

— son demasiadas cosas, no puedo dejar que cargues con todo eso tú solo — suspiro por la fatiga — ¿cómo pude permitir que se acumularan tantas cosas? tuve tiempo de más en navidad.

— Evie... — besa mi hombro — haré que descanses un poco, ya luego sigues y yo te ayudaré ¿te parece bien? — asiento girando mi rostro para reclamar un beso suyo, él me lo da sin protestar y luego respiro profundo — confía en mí, Candy... — besa el dorso de mi mano para luego ponerse de pué — te despertaré mañana temprano.

— espera, ¿qué...?

Antes de siquiera poder continuar hablando, siento como golpea mi nuca con fuerza, haciéndome perder la consciencia al instante.

—Madame Pink—

— quédate con el cambio — le entrego el billete al conductor mientras Jonas se ocupa de sacar mis pertenencias del maletero.

La Elegida de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora