30 | presentes para todos

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—Dominic—

Acaricio el tibio cuerpo de Evie junto al mío, tiene su nuca apoyada en la coyuntura de mi hombro con el rostro hacia arriba. Mi brazo descansa en su estomago, muy cerca de sus senos y las sábanas cubren sutilmente su cadera y muslos.

Por muy a gusto que me encuentro, sé que ya es hora de irnos, no quiero que alguien decidiese pasar por aquí y nos vea así.

Veo en mi reloj sobre la mesa que apenas son las ocho de la mañana, es temprano para lo tarde que se durmió, pero debemos irnos. La despierto suavemente y le aviso que se vista. Ella me hace caso y se pone su ropa aunque noto que sigue dormitando ya que no puede ni vestirse bien, riendo la ayudo luego de vestirme. Pasada la media hora, ambos estamos de nuevo en el auto.

— ¿sabes que nuestro cumpleaños está cerca? — habla con pereza.

— sí, menos de un mes.

Ella sonríe — me gustaría hacer una enorme fiesta para los dos, con cientos de invitados, pero sé que es imposible porque tu identidad correría peligro — bosteza y yo la miro brevemente — ¿vamos a desayunar?

— ¿quieres ir a algún lugar especial?

La veo asentir — quiero ir a casa y comer junto a los chicos, los extraño — se ríe — en especial a Jonas, me encanta ver como se sale de quicio en cada momento... ¿te dijo que cuando tenga una hija quiero que salga con él?

Me río — ¿qué opina él al respecto?

— que debo estar loca, una segunda mujer en este mundo con mis genes sería un caos total — me río fuerte — estúpido Jonas.

—Ivonne—

— ¡hermanitos! — grito apenas salgo del auto, llamando la atención de todos que me miran sonriendo y otros (Jonas) con puro fastidio — no saben cuánto los extrañé, hermanitos míos.

— deja de llamarnos así — miro a George — si nos llamas hermanos debería ser porque eres hija de muestro padre, pero no puedes serio porque te acuestas con él, eso sería incesto.

Asiento sorprendida — no lo había pensado...

— no es de extrañar — murmura Jonas.

Lo miro — disculpa ¿dijiste algo?

— dije que no es de extrañar, mujer estúpida.

Camino con incredulidad hasta él — ¿estás intentando decir que soy estúpida?

Rueda los ojos — no intento decirlo, ya lo he dicho — me sorprendo más — no entiendo qué es lo que mi padre ve en ti.

Sonrío — es que soy un encanto — resopla — ¿sabes? A pesar de que has ofendido a tu futura suegra, te sigo queriendo.

Gruñe — ya te dije que ni muerto aceptaría meterme con una mujer con tus genes.

— lo harás porque... — un fuerte impacto en el suelo me hace callar, algo ha caído tan fuerte que ha hecho temblar levemente la tierra bajo mis pies. Me giro intentando ver qué demonios ha sido eso y debo retroceder lentamente mientras me abstengo de gritar aterrada — ¿qué demonios es esa cosa?

La Elegida de DráculaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora