La Elegida de Drácula

46 | Abadion

Desesperada, Ivonne vuelve a gritarle que se detenga, pero a Diego le saca de quicio su llanto y lo expresa pateándola directamente en la garganta, fracturándosela y por ende impidiéndole hablar. En el suelo y llorando en silencio ve como al hombre que ama comienza a rompérsele más la piel de sus mejillas para darle más espacio a sus dientes deformados, puntiagudos y extremadamente largos.

Diego comienza a retroceder, sobresaltado, confundido y sobre todo asustado porque nunca en su vida había visto algo similar, grita por ayuda a su extraño compañero, pero este no está por ninguna parte. Sus demás secuaces retroceden y otros se quedan paralizados viendo como el cuerpo y la piel del hombre comienza a desgarrarse y aumentar de tamaño mientras ruge con fuerza, rompiendo las cadenas a medida que crece. Sus dedos pasan a ser garras, la piel de su espalda se desprende y de ella salen dos enormes alas como membranas de murciélagos, aparecen dos agujeros en su cabeza por los cuales se asoman unos retorcidos cuernos y en su frente aparece una hendidura vertical. Sus ojos se agrandan y dilatan hasta quedar completamente negros y vacíos.

— ¿qué demonios es eso? — murmura el rubio asustado, quiere huir, pero el miedo le impide moverse.

— debemos salir de aquí cuanto antes — murmura la  Madame viendo la transformación de su hermano — cuando está así no reconoce a nadie, solo mata a cualquier cosa que se le atraviese.

— de verdad debe estar muy furioso como para haber recurrido a Abadion — concuerda Jonas analizando el cerrojo de la puerta — ¡si tan solo esta mierda no nos quemara!

— ¿tan peligroso es? — habla Frank. Él es nuevo en la familia, no había visto a Abadion.

— pues solo para que te hagas una idea, hace setecientos años todo un país desapareció en menos de doce horas, miles de personas murieron y solo unos pocos sobrevivieron, cuando les preguntaron lo sucedido todos dijeron lo mismo: Satanás los había devorado y asesinado... — la Madame hace una pausa — y el causante de todo esto es lo que ves frente a ti.

— es tan poderoso que nada puede matarlo, no hay nada que pueda atravesar su piel y su por milagro le cortan la cabeza la regenera en cuestión de segundos — añade Jonas haciendo que todos sus hermanos que no vivieron la pesadilla de hace quinientos años se asusten — ni siquiera estando encerrados aquí estamos seguros, la plata no le afecta en absoluto y mucho menos el sol.

— lo peor de todo es que no reconoce a nadie, ataca a diestra y siniestra — habla Mike quien estuvo callado rodó este tiempo — debemos encontrar una forma de salir de aquí o nos matará a todos, pensé en hacer crecer la jaula, pero la plata anula mis poderes.

— ¿cómo demonios lo detendremos entonces? — Frank está aterrado.

— no podemos — responde la Madame — ni siquiera entre todos podríamos hacerle un rasguño o partir una de sus garras, nos acabaría en cuestión de segundos.

— el único capaz de hacerle frente es Itzac y el bastardo vive demasiado lejos de aquí, además, dudo mucho que sea capaz de adivinar que su rival se ha salido de control — añade Jonas.

— ¿y entonces? — el delgado vampiro se preocupa más.

— la única que puede detenerlo es ella — mira a la mujer que sufre en silencio intentando quitar el amarre en sus manos, desesperada — nuestras vidas y la de los habitantes del país dependen de ella, si no lo controla estaremos perdidos. Su voz es la única que puede escuchar aunque dudo que pueda hablarle luego de que se bastardo le pateó la garganta.

Ivonne, afónica grita de dolor al sentir sus muñecas quemarse por la fricción que están causando las cuerdas contra sus muñecas. Siente su cálida sangre correr por sus manos, pero no le importa, su única preocupación es hacer que ese hombre la escuche, pero no su voz no sale de su boca. Con ojos llorosos y la vista nublada observa como Abadion se sacude y se acerca a ella para observarla, teniendo su gran rostro muy cerca de ella, pero no la ataca, tan solo le ruge fuerte, haciéndole saber lo rabioso que está.