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Cierto azabache se encontraba caminado por las calles de aquella aldea desconocida, había tenido un trabajo en aquella aldea. Lo cual había dejado la aldea hace aproximadamente tres días, al fin había llegado a su destino algo que realmente era un alivio para el azabache.
Ya que lo único que quería era acabar la misión de una vez por todas. Se dispuso a dirigirse a una fonda para poder pasar la noche y mañana en la mañana saldría a primera hora a cumplir la misión.
Despojo su capucha que posteriormente cubría su rostro.
—¿Podía darme una habitación por favor?.—hablo él mientras el recepcionista asistía con la cabeza.
—¡Te he dicho varias veces que no debes desobedecer!.—exclamo la voz ronca llamada la atención del azabache.
Pudo apreciar el como un sujeto, sujetaba de una forma brusca a cierta chica. Madara no era un persona que solía impórtale los problemas de los demás, ya que no era su asunto más cuando estos eran unos completos desconocidos.
Sin embargo Madara no podía ver el como maltratan a una dama frente sus ojos, tomó la llave de su habitación para poder caminar a donde se encontraban aquellas personas, ya que ahí se encontraba el pasillo para las habitaciones.
Miro de reojo como aquel sujeto iba a tomar el cabello de la chica, Madara rápidamente sujeto al hombre para poder alejarlo de la chica.
—No se que relación tengan ustedes dos..—hablo el con voz más ronca de lo normal.—Pero de esa forma no se trata una dama.
—Ah eso a ti que te importa estupido.—hablo el.
Madara por su lado, solamente esquivó el golpe que habían lanzado al aire. Por su lado regresó el golpe haciendo caer al sujeto. Tomó a la chica para después llevarla a donde él, habían llegado a la habitación de Madara.
—Muchas gracias por defenderme.
—No hay de que, pasarás aquí la noche no me gustaría que estuvieras cercas de ese hombre de nuevo.—hablo Madara sorprendido a la chica.
—No no es necesario..—hablo la chica mientras la vergüenza la apoderaba.—Usted es demasiado amable y gracias, pero no puedo aceptar, no lo conozco y usted no me conoce a mi.
Madara no hizo caso y entró a la habitación, jalando con el a la chica. Obligándola a entrar.
—¿Cuál es tu nombre?.—hablo Madara mientras dejaba sus cosas a un lado de la puerta.—Yo soy Madara Uchiha.
—[T/N].
Madara sonrió levemente a escuchar la voz de la chica, era un nombre demasiado hermoso para alguien igual de l hermosa como ella. Quien diría que ese día se escribiría una hermosa historia entre Madara Uchiha y una desconocida. Quien diría que una desconocida se robó el corazón el azabache.
