Sus ojos se cerraron y cayó sobre la cama, cayendo sobre el monstruo, y durmió. Se despertó a las 5:00, debido al despertador, que emitía Para Elissa una y otra vez. Ellie amaba esa canción, pero últimamente, la detestaba.
<<Dime, Spayk, ¿cuánto tiempo nos queda?>>
Los demás despertadores sonaron al unísono en las otras habitaciones, y al cabo de quince segundos, fueron apagados.
Ellie abrió la puerta de su habitación y bajó caminando lentamente las escaleras. Todas las habitaciones se encontraban en la parte alta de la casa. La habitación de Ellie, la de Margot (su hermana mayor) y la de su madre, Rachel. En la parte baja estaba la cocina, una pequeña sala de estar, un comedor, un cuarto de baño y una puerta que conducía al sótano, un lugar que amedrentaba a Ellie, siempre tenía un olor fétido, y, en ocasiones, escuchaba cómo las ratas corrían a través del sótano. Eran las ratas lo que más le atemorizaban, esos repugnantes seres pequeños con ojos negros y dientes punzantes, con aquella cola inmunda que se balancea de un lugar a otro. Había tenido pesadillas con las ratas, y pronto se harían reales, y ella lo sabía, no quería aceptarlo, pero lo sabía, al igual que sabía que aquel sueño se haría realidad. No sabía cuándo, pero se haría realidad. Pronto, le susurraba una voz en su cabeza.
La oscuridad aún penetraba en la casa. Los rayos del sol se reflejarían pronto.
Ellie se acercó a la puerta de salida y entrada, hecha de madera resistente. <<Ni la mejor hacha la podría romper>> había dicho su padre. Dentro de poco sabrían si aquellas palabras eran ciertas o no.
Abrió la puerta, y esta no crujió, nunca lo había hecho. Estaba hecha con madera de la buena, como habría dicho su padre.
Spayk dormía al lado del árbol. Era un perro con un aspecto cansado y viejo. Un aspecto deprimente.
Ellie salió, fue hasta Spayk, lo acarició y volvió a entrar. Fuera hacía frío.
Escuchó las lentas pisadas de su madre que bajaban. Prepararía el desayuno, lo envolvería en una bolsa que dan en el supermercado y la mandaría a la escuela. La rutina de siempre.
Rachel bajó, y comenzó a preparar el desayuno. No se percató de la presencia de Ellie.
Después bajó Margot, su hermana de dieciséis años con migraña la mayor parte del tiempo. Pero ese día no, sólo estaba de mal humor.
-Dime, Margot, ¿aún sigues con ese imbécil?
-Su nombre es Deán, mamá.
-Para mí es un imbécil con un vocabulario obsceno. ¿Sigues con él?
Deán era el nuevo amor de Margot, un chico de diecisiete años con problemas con el alcohol. Rachel no lo conoció en el mejor momento. Encontró a Deán y Margot a punto de <<hacerlo>> (como le decía Ellie), Rachel rompió aquel momento de amor. Deán le gritó: ¡¿Por qué no se va a la mierda, señora?! <<¡Lo haré, y me llevaré a mi hija, pedazo de imbécil!>>, le respondió Rachel, y un segundo después le propinó un puñetazo en la nariz. Deán estaba demasiado ebrio como para esquivarlo. Desde ese momento Rachel le llamaba <<el imbécil con un vocabulario obsceno>>.
Ellie lo sabía porque había escuchado cómo Rachel se lo contaba a una amiga, al igual que cuando lo hizo Margot. Había escuchado dos versiones, y ambas encajaban.
-No, mamá, ya no estoy con él desde el día en que le rompiste la nariz- Margot mentía. Aún seguía con Deán, pero, ¿qué ganaría con decirle la verdad a su madre? Una disputa.
-Eso no es lo que me dijo Ellie- Rachel le hablaba de espaldas, mientras seguía preparando el desayuno.
-¿Qué mier... va a saber Ellie? Está mintiendo. No es más que una mentirosa de diez años.
-Once- le corrigió Ellie. Podía objetar sobre lo que decía Margot de ella, pero, ¿qué sentido tenía?
-¡Once! No es más que una cría mentirosa de once años.
-¿A quién le creo? ¿A la única hija que aún me respeta, o la que suelta palabrotas en la comida, siempre tiene migraña y, por ende, mal humor y casi pierde la virginidad a no ser porque yo intervine? Claro, si es que no ya la perdiste- Y se carcajeó.
Margot pudo objetar, pero se calló. No, aún era virgen.
Ellie también calló, aunque no tenía mucho que decir.
Rachel terminó de preparar el desayuno, lo envolvió en una bolsa café del supermercado y se los entregó a Ellie y Margot.
La puerta de la casa se abrió y ambas emprendieron el arduo viaje hasta la carretera.
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El Visitante Oscuro
Mystery / ThrillerEllie, una niña de apenas once años, despierta tras haber tenido una horrible pesadilla, la cual no recuerda con exactitud más que dos simples pero estremecedoras palabras: "sangre" y "algo oscuro". Tiene la absoluta certeza de que algo va a ocurrir...