Rachel, Margot y Ellie; 2:40
Los golpes contra la puerta se detuvieron sólo en una ocasión, para después regresar con mayor potencia, y luego, a juzgar por el ruido, parecía que ya no lo estaba haciendo sólo una persona, sino dos. Habían guardado silencio, y lo estaban haciendo bastante bien. Margot había emitido unos pequeños gritos y Rachel había saltado un poco tras cada golpe. Ya habían logrado hacer unos huecos en la puerta, pequeños como el tamaño de una moneda, pero bastantes.
Rachel estaba al lado de un sillón cerca de la puerta. Margot estaba al lado de las escaleras, junto a Ellie. Rachel se volvió hacia las dos, las miró con una mirada seria, tratando de ocultar el miedo que sentía, y les dijo, con voz grave:
-Escóndanse. Escóndanse en algún lugar de esta casa, porque salir será casi imposible. Margot, lleva el cuchillo y Ellie... en mi habitación, en la parte alta de un mueble, hay una navaja. Es tuya, un regalo de tu padre antes de... bueno, ya sabes. Nunca te la di porque no eras más que una niña, pero ahora, creo que, si es necesario, tendrás que utilizarla.
La puerta volvió a estremecerse tras otro golpe. La madera comenzaba a romperse. Ellie cerró los ojos, intentando no llorar. Margot apretaba con fuerza los dientes, en un intento por no romper en llanto. Margot habló, con voz entrecortada, titubeando un poco antes de comenzar.
-Pero, ¿y tú, mamá? ¿Qué harás tú? ¿No... no vendrás con nosotras?
Otro golpe contra la puerta. Un trozo de madera cayó al suelo, y, del otro lado, les pareció escuchar una risa. Rachel las miró a los ojos, intentó sonreír, pero no lo logró.
-No, no puedo ir- respondió Rachel, sintiendo que la garganta se le cerraba, de modo que intentó hablar rápido-. Tengo que intentar detenerlos. Intentar que no lleguen a ustedes. No sé qué es lo que quieren, pero... no puedo dejar que les hagan daño. Tienen que subir y encerrarse, esconderse. Si las cosas salen bien, las llamaré para que bajen. Pero si no...- su voz se cortó y por un momento sintió que no podría seguir-. Si no pasa eso, tienen que defenderse. Intentar escapar. Correr hacia el pueblo, hacia un lugar seguro. No importa lo que escuchen, no salgan. Si miran que es seguro, corran y escapen. Háganles daño, mátenlos si es necesario.
Un trueno se hizo escuchar, y el sonido de este hizo que Margot y Ellie se estremecieran, pero Rachel no se inmutó. La puerta recibió un par de golpes más.
-Las quiero, niñas- dijo Rachel, soltó en llanto y se acercó a ellas con los brazos extendidos. Margot y Ellie correspondieron y la abrazaron. Se permitieron llorar, sin importarles el ruido, seguros de que el sonar de la lluvia y los truenos los protegerían de ser escuchados-. Las quiero mucho.
Se quedaron así por unos momentos, y Ellie deseó que tuvieran más tiempo para poder seguir así; un minuto más bastaría, pensaba. Se separaron y contemplaron sus rostros rojos por el llanto y mojados por las lágrimas y el sudor.
-Ahora suban y escóndanse- dijo Rachel con una voz que apenas fue perceptible.
Margot y Ellie comenzaron a subir las escaleras, tomadas de la mano. Ambas voltearon para ver a su madre, y dijeron, casi al mismo tiempo:
-Te quiero, mamá.
Rachel intentó sonreír, y esta vez lo consiguió, una sonrisa triste. Las despidió con la mano. Margot y Ellie se volvieron y siguieron subiendo las escaleras. Cuando estuvieron arriba, Rachel se volvió hacia la puerta, sus ojos despidiendo rabia, sacó el revólver que tenía puesto en el cinturón y apuntó hacia allí.
<<No puedo fallar, no puedo fallar, si lo hago mis hijas pagarán el precio. Las atraparán. Oh, Dios, no puedo dejar que eso pase. No tengo que fallar, tengo que matarlos. Tengo que matarlos. Si no los mato yo, ellos me matarán a mí y a ellas. No puedo dejar que eso pase. Oh, Dios mío, no dejes que eso pase>>.
La puerta recibió otro golpe, y más madera cayó al suelo. Los huecos en la puerta ya eran bastantes, y Rachel vio, con horror, cómo un ojo se asomaba entre uno de los orificios. Rachel se alejó un poco de la puerta para que no la vieran. Una mano buscó el picaporte, una mano vieja. <<Dispara, Rachel, dispara a esa mano. No dejes que entren>>, pensaba, pero se decía que no debía por dos razones: la primera, podía errar el tiro y la segunda les estaría avisando que estaba allí y tomarían precauciones. Tenía que pillarlos por sorpresa. La mano, finalmente, encontró el picaporte y comenzó a abrir la puerta. <<Ahora abrirá la puerta, entrará a la casa con una sonrisa y dirá con a todo pulmón: "!Aquí está Jhonny!". Yo debería cortarlo con un cuchillo para evitar que entre y esperar a que un negro venga a salvarme. ¡Por Dios, Rachel, deja de pensar estupideces y concéntrate!>>. Rachel sonrió nerviosamente. Al lado de la puerta había una pared que dividía la entrada de la sala de estar, y allí estaba Rachel, esperando.
La puerta se abrió y escuchó unas pisadas que se acercaban. Sostuvo el revólver con ambas manos a la altura del cuello, como en aquellas películas de acción que miraba los fines de semana. Dudó si podría apretar el gatillo en cuanto la oportunidad se hiciera ver, dudó de si sería lo suficiente fuerte como para matar a alguien. <<Si las opciones son ellos o tus hijas, no dudarás en disparar, Rachel>>, se dijo. Escuchó que alguien decía algo, pero lo único que alcanzó a escuchar fue: pequeña zorra.
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El Visitante Oscuro
Mystery / ThrillerEllie, una niña de apenas once años, despierta tras haber tenido una horrible pesadilla, la cual no recuerda con exactitud más que dos simples pero estremecedoras palabras: "sangre" y "algo oscuro". Tiene la absoluta certeza de que algo va a ocurrir...