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Ellie, 2:25

Pero se detuvo. A mitad de las escaleras, se detuvo, asustada. Sentía que pasaría, que pasaría en cuestión de pocos minutos. Entrarían. Se vio invadida por el miedo, y dudó su decisión de bajar las escaleras. Escuchaba ruido en la parte baja. Pensaba que probablemente eran su madre y Margot, y eso no le sorprendió mucho. Si ese <<algo>> había hecho que ella se mantuviese despierta y alerta, ¿por qué no también lo habría hecho con ellas dos? Tres son mejor que uno, pensaba. Pensó en esconderse, en esconderse en su habitación hasta la llegada de Paul. ¡Paul! Lo había olvidado por completo, había olvidado que él llegaría. Esa era su esperanza, tenía que aferrarse a ella. Subió un pie hacia un escalón detrás suyo, dispuesta a regresar a su habitación y esperar. Pero, cuando ya subía otro escalón más, le asaltó un dolor de cabeza que provocó que casi gritara. Era <<ella>>, pero Ellie sentía algo diferente en su presencia y su voz: se estaba difuminando. Se estaba yendo poco a poco. <<Baja, Ellie, baja y pelea. Eres poderosa, con o sin ese árbol, eres poderosa, Ellie. Tienes que defenderte. Pronto me iré y conmigo también se irá ese <<algo>>, serás más débil, pero el poder que fluye en ti seguirá ahí, con menos potencia quizá, pero aún seguirá ahí. Defiéndete, Ellie>>. Ellie gritó mentalmente: <<¡¿Cómo?!>>. Volvió a escuchar la voz de <<ella>>, pero ahora era más distante. <<Piensa. Concéntrate en hacer daño, Ellie, concéntrate en hacer daño, en provocar dolor, en matar, y lo lograrás. Dudo que seas capaz de matar, porque tu poder será muy poco para poder hacer eso, pero puedes hacer daño, puedes hacer mucho daño, sólo debes concentrarte. Concéntrate, Ellie, y lo lograrás>>. La voz de <<ella>> ya era muy lejana, y Ellie sintió un dolor en el pecho cuando se difuminó por completo.

Comenzó a bajar las escaleras, sin importarle el ruido que hicieran sus pisadas. Allí estaban Margot y su madre, de pie frente al sillón. Margot sostenía un revolver. Ellie tardó un poco en reconocerlo, porque muy pocas veces le habían hablado de la muerte de su padre, pero lo reconoció. Se sorprendió al verlo, no sabía que su madre lo tenía guardado. ¿Por qué lo había hecho? ¿Para qué guardar el recuerdo de la muerte de su esposo? Ellie comprendía que quizá porque era la única arma que tenían para defenderse del pueblo salvaje de Amity.

Margot la miró primero, abriendo mucho los ojos. En otras circunstancias eso habría hecho reír a Ellie, pero sólo le provocó miedo.

-Ellie, ¿qué mierda haces despierta?- le preguntó Margot, pero se podía imaginar la respuesta. Pensaba que, por esa noche, nadie había podido dormir en aquella casa.

Rachel miró a Margot con una mirada de reproche. Margot vio esa mirada y bajó la vista al suelo, avergonzada.

-Lo siento, mamá.

Ellie habló, pero no para responder la pregunta de su hermana, sino que dijo algo totalmente distinto, algo que ningunas de las otras dos logró comprender al comienzo.

-Ya están aquí. Deán está derribando el árbol. Y hay otro... un hombre viejo. Creo que está del otro lado de la puerta, pero no estoy segura- su voz era un susurro que apenas pudieron escuchar pero que comprendieron a la perfección.

El rostro de Margot se convirtió en una mueca de miedo. Todo lo que había temido se volvía realidad; Deán estaba allí y no se iría hasta terminar con ella. Rachel cogió el revólver, lo abrió y revisó las balas. Ellie terminó de bajar las escaleras y miró hacia la puerta, pensó en hacer daño, en dolor y en muerte, se concentró en ello lo más que pudo, pero se detuvo, porque le comenzó a doler la cabeza. Por unos momentos, todos guardaron silencio. Durante unos minutos, nadie se movió ni habló, quedándose en las mismas posiciones como muñecos de cera. Margot sosteniendo el cuchillo de cocina con fuerza, mirando la ventana con ojos que reflejaban horror, temiendo ver aparecer allí a Deán, con su rostro carcomido por la enfermedad y con una ancha sonrisa. Rachel apuntaba el cañón del arma hacia la puerta, con su dedo rozando el gatillo. Sus ojos despedían rabia, rabia hacia esas dos personas que llegaban a su casa dispuestos a hacer daño sin que ellos hicieran nada más que intentar adaptarse a ese lugar de mierda. Ellie miraba hacia la puerta, intentando concentrarse como se lo había dicho <<ella>>, sin lograrlo; sabía que lo había podido hacer unos momentos antes, pero ahora le resultaba imposible, quizá por la puerta, que era una especie de barrera entre ella y la persona del otro lado. No imaginaba otra explicación.

Escucharon el ruido de algo que se desplomaba, y todos dieron un pequeño salto al mismo momento y se estremecieron. Estuvieron a punto de gritar, pero lo retuvieron, sabían que si lo hacían sería fatal, cualquier ruido que avisara a los de allá fuera que estaban despiertos arruinaría todo. Ellie pensaba que quizá ya sabían que estaban ahí, porque <<ella>> le había hablado de un tipo de fuerza que los estaba ayudando, probablemente esa fuerza les había avisado que ellos estarían despiertos, así como la fuerza que los había ayudado a ellos les había dicho sobre la llegada de esos dos.

-Creo que...- comenzó Margot, pero no pudo seguir porque en ese momento se escuchó el ruido de un golpe contra la puerta. Esta se estremeció. Un trueno se hizo escuchar en el cielo, y la lluvia comenzó a caer con mayor potencia.

El Visitante OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora