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Era un largo tramo desde la casa hasta la carretera. Eran siete kilómetros, un paisaje desolado conformado por tierra, piedras, arena y grandes cantidades de hojas y basura proveniente de Amity.

Al final del extenso camino, había una carretera, por la que pocas veces transcurría alguien y en las contadas veces eran camiones con cargas pesadas dirigiéndose hacia un pueblo o ciudad lejano.

Al otro lado de la carretera había una alambrada que separaba la carretera de Amity. En la parte baja de la alambrada había un hueco que había sido cortado por el que Ellie y Margot entraban al pueblo.

Amity era un pueblo que en su tiempo había sido pintoresco y hermoso, pero ahora no era más que un pueblo asqueroso y tétrico. Eran muchas las historias que rondaban contando que una maldición había caído sobre el pueblo, comenzando en 1989. En ese año, comenzaron a padecer algunas personas una rara enfermedad que constaba del pudrimiento de las uñas. No era tan grave en ese tiempo, pero tres años después, en 1992, la enfermedad empeoró brutalmente. El pudrimiento, que había comenzado en las uñas, se abrió paso en los huesos y en la piel. Después en los ojos, dejando en las personas que lo padecían una masa blanca donde alguna vez había un punto negro. En 1995, las personas que padecían esto (que era la mayor parte de la población, en especial personas mayores de los cuarenta, aunque había casos en niños y jóvenes), comenzaron a morir. Nadie del exterior del pueblo sabía de ello, nadie estaba en condiciones favorables de salir de él. Lo que pasa en Amity, se queda en Amity.

Esta rara enfermedad acabó con más de la mitad de la población, dejando decaer al pueblo. Las personas, en 1996, comenzaron a padecer sueños, o más bien, pesadillas. No recordaban mucho al despertar, lo único que lograban rescatar era que era algo monstruoso, un ser del infierno. Algunos hablaban en sueños, pero sólo articulaban frases, en la mayor parte, incomprensibles.

Personas que estaban cerca de una alguien que tenía las pesadillas, afirmaba que lo único comprensible que podía rescatar de todas las frases extrañas era: xab.

Esto no ayudaba en nada. Xab era, según la mayoría de las personas que lo habían escuchado, una más de las palabras incomprensibles.

Amity decayó completamente en 1999, año en que el noventa por ciento de la población padeció esa extraña enfermedad.

El pueblo pintoresco y hermoso de Amity no era más que un recuerdo, y así lo sería por siempre. Ahora era un pueblo gris, pocas eran las personas que caminaban por las calles, la mayoría prefería no salir de ellas debido a su terrible aspecto.

El último turista que había llegado a Amity había sido en 1988, y desde entonces nunca había llegado otro. Pero para ese tiempo, aquel turista ya estaba lejos del pueblo.

Sólo había una escuela en Amity, y no se necesitaban más ya que los estudiantes con que contaba ésta era de aproximadamente cien personas.

Y luego, después del acontecimiento que marcó la historia de Amity en 1988, de los acontecimientos en 1988, ese, según las personas que lo presenciaron, que fueron muchos, fue el inicio del desastre, el inicio de la maldición. Resultaría difícil que una persona hablara ahora de eso. El tema fue olvidado, o al menos, fue un acuerdo mutuo sin palabras de no hablar de ello. Se lo llevarían a la tumba, ya sea cuando su cuerpo se pudra o cuando se cuelguen con una soga.

Era un pueblo lúgubre y tétrico, sus calles desoladas y silenciosas, aquel sentimiento de que alguien te observaba desde las ventanas, en la oscuridad.

Era normal escuchar disparos y gritos a lo largo del mes o la semana. Era una tortura soportar aquella enfermedad, aquella plaga, aquella maldición. Algunas personas intentaron salir del pueblo hacia alguna ciudad cercana para recibir ayuda profesional, pero lo impidieron, nadie del pueblo de Amity quería que saliese de allí, y cuando alguien se resistía, lo mataban. Lo que pasa en Amity se queda en Amity, ese era el lema del pueblo desde el comienzo de la maldición.

Cuando alguien comenzaba a tener los síntomas de la maldición, y cuando comenzaba a empeorar, se encerraban en sus casas y no salían de allí hasta en las noches, o salían completamente cubiertos de ropa en todo el cuerpo, incluido el rostro, y con un espacio para poder ver, ocultando los ojos con unos lentes oscuros.

Ellie, Margot y Rachel nunca habían estado en Amity un día entero, nunca habían pasado allí la noche, ni siquiera habían permanecido allí seis horas. El pueblo les atemorizaba gravemente, y temían mucho adquirir aquella enfermedad. Desconocían si era contagiosa, y había rumores de que la enfermedad sólo la adquirían aquellos que residían en Amity, y los Dinsmouth (Ellie, Margot y Rachel) no pertenecían a Amity, uno de los límites del pueblo era aquella alambrada, y ellos vivían del otro lado, pero no podían exponerse. Pero, si no era Amity, ¿a dónde más podrían dirigirse? No había ningún pueblo o ciudad cercana, y no tenían cómo llegar allí. No disponían de ningún medio de transporte, prácticamente vivían en un lugar solitario, desolado.

Y todas las noches, a pesar de estar kilómetros lejos del pueblo, sentían cómo si los refulgentes ojos malditos de Amity los observaban macabramente.

Lo que pasa en Amity se queda en Amity.

El Visitante OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora