20

34 2 0
                                    


Rachel se encontraba al borde del sueño, intentaba alcanzarlo, pero fracasaba. El insomnio parecía cobrar cada vez más fuerza, a pesar de luchar por dormir. Se movía constantemente de un lado a otro en la cama, buscando la posición perfecta para que el sueño la dominara, pero no lo lograba. Finalmente, sentía que casi se dormía, lo sentía tan cerca que se imaginaba tocándolo. Podía sentir que abandonaba la realidad lentamente, y lo hubiera logrado de no ser porque unas pisadas la despertaron.

Abrió los ojos con lentitud, en una mezcla de enfado y miedo. Se concentró en el ruido, y después de unos segundos identificó que eran pisadas que bajaban las escaleras. Sabía que bajaban porque escuchaba que el ruido se alejaba en lugar de intensificarse. Pensó que quizá alguna de las chicas había bajado para beber agua, pero no estaba del todo segura. Tenía un mal presentimiento que le atormentaba mentalmente. Sentía que algo malo pasaría, algo muy malo y que sucedería pronto. Algo le decía que si se dormía no haría más que empeorar las cosas. Intentaba constantemente alejar estos pensamientos, pero era inútil. Una parte de ella lo creía y tenía miedo, otra, pensaba que no eran más que preocupaciones estúpidas.

<<No, no pasará nada. Esto no son más que divagaciones mías. Dormiré y mañana, cuando despierte, todo será normal, tan normal como todos los días. Ellie permanecerá en su habitación la mayor parte del día mientras que Margot se irá desde la mañana con el idiota de su novio y regresará hasta la noche o el día siguiente. Se irán al pueblo o a donde diablos vayan haciendo lo que siempre hacen. Será un día como cualquier otro>>.

Una duda inquietante le asaltaba: ¿Realmente lo creía así? ¿Realmente creía que todo estaría bien? Le hubiera encantado decir que sí, que estaba completamente segura de eso, pero no podía. En el fondo, sabía que algo malo pasaría y que era inevitable que ocurriera.

<<Pero, ¿qué puedo hacer? Dios, ¿qué puedo hacer? Estoy indefensa. Desde que Norman se fue, he vivido en un estado entre lo real y lo irreal, una parte de mí en el mundo y otra añorando los viejos tiempos. Si algo pasa, no sabré defenderme, pero más importante, no sabré defender a ellas. Lo único que tengo para defenderme es ese viejo revolver de Norman, pero no pienso tocarlo ni verlo a menos que sea estrictamente necesario. Pero apenas y lo sé usar, oh Dios, ¿qué puedo hacer?>>.

Esperaba que las lágrimas salieran como siempre pasaba, pero no fue así. Había llorado tanto últimamente que posiblemente las lágrimas se le habían acabado.

Se levantó de la cama, sin saber lo que iba a hacer, sólo sabiendo que haría algo. Se dirigió a la puerta y la abrió con lentitud, intentando no hacer ruido, pero una parte de ella le decía que no importaba, porque dentro de poco habría tanto ruido que le dolerían los oídos. No entendió ese pensamiento, así que lo ignoró. Miró hacia la habitación de Ellie y vio que la puerta estaba cerrada; miró la de Margot y la puerta permanecía abierta. Avanzó hacia esta y al mirar dentro de la habitación no encontró a Margot. Caminó hacia las escaleras y las bajó lentamente, nuevamente, intentando no hacer ruido. Cuando estaba a mitad del camino, una voz le llegó desde la sala de estar. Una voz que, al principio, quizá por el sueño o por el poco licor que había bebido, no reconoció.

-¿Mamá?

Y, de un momento a otro, Margot estaba allí, al final de las escaleras, con sus ojos brillando por las lágrimas y sosteniendo algo que ocultaba en su espalda. Estaba vestida con unos pantalones negros y una chaqueta del mismo color.

-Mamá, ¿qué haces despierta a esta hora?- le preguntó Margot, en una mezcla de miedo y desconcierto.

-Creo que eso debería preguntártelo yo- respondió Rachel con una voz que planeaba fuera grave y ruda pero que terminó siendo aguda y algo débil.

Margot sonrió, una sonrisa que no demostraba felicidad, sino cierta preocupación. Miraba hacia la ventana constantemente para nuevamente ver a su madre, sin mirarla a los ojos. No se atrevía.

-Si te lo explicara, mamá, creo que no me creerías- dijo Margot con voz débil y asustada-. Pero tengo que decírtelo porque tengo miedo, tengo mucho miedo- su voz se estaba rompiendo y Margot se sentía al borde del llanto, pero se contuvo porque tenía que decírselo-. Terminé con Deán, creo que no de forma directa y precisa, pero lo hice. Tiene la enfermedad, mamá, lo está carcomiendo y creo que le está afectando el cerebro. Porque últimamente es... diferente. No quería creerlo, pero lo es. Se ha vuelto más violento, y ahora que lo he abandonado, creo que vendrá a buscarme. Creo que... quiere vengarse. Y no sólo de mí, mamá.

Ahora que lo había dicho, se permitió romper en llanto. <<De modo que eso es, es Deán. Deán es el que provocará aquello que he estado temiendo>>, pensó Rachel. Se acercó a Margot, y por un momento dudó, quedándose parada frente a ella. Margot miraba al suelo mientras lloraba, algunas lágrimas resbalaban por su rostro y caían al piso. Rachel se decidió y abrazó a Margot. Ella también dudó, pero al final terminó abrazando a su madre. Margot no necesitó disculparse por todo y Rachel no necesitó perdonarla, aquel acto de amor lo dijo todo sin decir nada.

El Visitante OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora