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Cuando Rachel terminó con las ratas, subió las escaleras con rapidez. El olor del veneno se expandió por todo el sótano, y si no salía de allí rápido le dañaría los ojos, quizá se le pudriría el estómago, no lo sabía.

Cuando estuvo fuera y había cerrado la puerta para que el olor no saliera de allí, sintió como si el veneno estuviera en ella, se sentía sucia.

Subió las escaleras, esta vez con paciencia. En su mente afloraban las preguntas de qué le sucedía, sabía que el veneno no estaba en ella, sin embargo, se sentía extraña, relacionándolo con el veneno. Había hecho bien el trabajo, y en el transcurso no había pasado nada extraño, pero casi al final sintió que el aire había desaparecido por completo, que le había abandonado. Fueron tan sólo dos segundos, pero fue suficiente para que se arrodillara y comenzara a toser.

La embargó un sentimiento de tristeza y depresión mientras seguía arrodillada en el suelo, era un sentimiento poderoso. Le hizo recordar los primeros días de la muerte de Norman, días en que se sentía completamente sola, días en que el futuro le parecía tan distante y aborrecible. Días en que no quería salir de la cama, en que quería estar en ella para siempre, sin preocupaciones, sin problemas. Días en que la idea de coger el revolver de Norman, apuntarse a la sien y apretar el gatillo cada vez era más fuerte. Días en que sólo quería dormir. Días en que sólo quería tranquilidad.

El impulso de llorar llegó con gran intensidad, pero lo reprimió, dejando salir unas cuantas lágrimas. También la embargó el impulso de gritar con sus fuerzas hasta que le sangrara la garganta, pero también lo suprimió.

Había suprimido la mayor parte de sus sentimientos, pero no se habían ido por completo, y no se irían hasta que los soltara.

Entró en su habitación y se quitó la ropa, observando su cuerpo desnudo en el espejo de su habitación. Había envejecido, y lo notaba con cierta resignación. Resignación a que un día despertaría y tendría un cuerpo como el que tenía de veinte. Pero ya se había resignado, al igual que se había resignado al sueño de despertar y ver a Norman a su lado.

Entró en la ducha y dejó que el agua la cubriera por completo. Permaneció inmóvil, mientras el agua le mojaba el cuerpo. Miraba a la pared, reprimiendo el impulso de hacer todo lo que sintió en el sótano.

No pudo.

Se recostó en elsuelo, dejando que el agua le siguiera mojando, y se soltó a llorar como no lohabía hecho en años.    

El Visitante OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora