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Ellie, 2:15

Finalmente, lo que tanto había temido y esperado, había llegado. Lo había escuchado. Recostada en su cama, con su vista fija en el techo, pero su mente vagando por pensamientos, había escuchado algo. A pesar de la lluvia, el ruido le había llegado claramente a sus oídos, tan claro como las gotas de agua que chocaban contra el techo y la ventana. En una situación normal, sabía que escuchar ese ruido habría sido casi imposible, y <<ella>> le había dado la razón, así como le había explicado que <<algo>> lo había hecho posible. No le explicó qué era ese <<algo>>, sólo que era muy probable que pronto la abandonaría, a ella y a su familia, y se tendrían que defender solas. Ellie entendía vagamente todo esto, pero sabía que era real, por más descabellado que sonara, sabía que era real, tan real como aquel ruido que había llegado a sus oídos rompiendo las barreras de cualquier otro sonido.

Se levantó de la cama y se dirigió hacia la ventana, pero <<ella>> le advirtió que no descorriera las cortinas ni que se acercara demasiado, porque la podían ver. <<¿Quienes?>>, preguntó, pero no hubo respuesta. Se pegó a la pared hasta donde pudo, y observó hasta donde la ventana, desde el punto donde se encontraba, se lo permitía. Al principio sólo vio a uno, un hombre que podía ser tanto un chico como un viejo, después, tras recordar un poco, supo quién era: Deán. Sostenía algo en una mano, pero desde ese punto, no pudo identificar qué. Otra persona se acercó, era un hombre, y a juzgar por lo que podía ver, era viejo. Deán levantó la cabeza hacia la ventana, y Ellie estaba casi segura de que lo había visto, pero los ojos del chico estaban inexpresivos. Volvió a bajarla y Ellie suspiró de alivio. Llevaban impermeables, de color amarillo. El hombre viejo apuntó con un dedo hacia adelante, y Ellie adivinó que se trataba del árbol, ¿qué más podía ser? Siguieron hablando por otro rato y pudo ver que Deán asentía. Entonces, una pregunta acudió a su mente: ¿Dónde estaba Spayk? Spayk podía ser viejo, pero si hubiera visto que unos desconocidos llegaban, habría ladrado, habría avisado. Así que, ¿dónde estaba? Quizá lo habían... Pero Ellie no se permitió terminar este pensamiento, porque era demasiado terrorífico, era demasiado para ella. No podían haberlo matado, no podían haber matado a Spayk, era sólo un perro, un perro que no tenía la culpa de nada, que no había hecho nada, así como todos ellos. Pero, pensó Ellie, quizá se dieron cuenta de que podía interferir en sus planes y se vieron en la necesidad de deshacerse de él.

¿Qué ruido había escuchado? Era el ruido de algo que caía contra el suelo. Sí, de eso estaba segura, era algo que había caído. Una idea, que posiblemente no era de Ellie sino de <<ella>>, le cruzó la mente y la apartó en seguida. Si lo pensaba, lloraría o gritaría, y entonces, todo se vendría abajo. <<¿Qué cayó al suelo, Ellie?>>, preguntó <<ella>>.

-No- susurró Ellie. Y de pronto, le vino un nombre a la mente: Spayk. Lo volvió a apartar, intentando olvidarlo. Sería inútil, una vez que había estado allí no se iría, pero al menos lo tendría lejos.

Siguió mirando por la ventana. Deán ya no estaba allí. Se acercó un poco más, segura de que lo más probable era que no la verían, y lo miró caminando hacia el árbol, sosteniendo algo con ambas manos. Lo reconoció por el filo y el mango: un hacha. Deán iba a derribar el árbol. Ellie se preguntó qué sentido tenía derribar ese árbol, en qué ayudaría, o si era sólo un acto para llamar la atención. <<Ella>> le respondió, seriamente: <<Es la fuente, Ellie, la fuente de todo. El medio de conexión. Sin él, ese <<algo>> dejará de ayudar y yo desapareceré. Y así será. No hay nada que hacer, Ellie. Te tendrás que defender sola, y, con algo de suerte, sobrevivirás. No es lo que ese <<algo>> quiere, pero no tiene opción, porque hay otro <<algo>> que les ayuda a ellos, y, al derribarlo, también ese <<algo>> que los ayuda, desaparecerá. Ambos bandos tendrán que trabajar solos, Ellie. No hay opción>>. Ellie trataba de comprender todo ello, era difícil para una niña de once años, pero lo estaba logrando. Pronto comenzaría todo, y Ellie lo sabía. No podía quedarse allí a esperar, tenía que hacer algo, pero qué. Decidió ir abajo, a esperar allí. Desde su ventana ya no podía ver lo que hacía el hombre viejo, pero aún no había escuchado ningún ruido, así que supuso que todavía tenía tiempo de prepararse. Antes de salir de la habitación, miró por última vez a Deán, y vio que ya estaba frente al árbol, elevaba el hacha y...

Pero ya no vio más porque tenía que darse prisa. Salió de su habitación y la cerró, pero no lentamente como lo había hecho Margot y Rachel. La puerta hizo ruido al cerrarse, pero no mucho. Comenzó a bajar las escaleras.

El Visitante OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora