<<Oh, Dios mío, ¿qué haré?>> se preguntó Margot.
Lo había visto, cuando volteó lo vio, y ahora fingía que no lo había hecho. Tenía que pensar en algo, tenía que escapar de allí, pero, ¿cómo?
Deán se había quitado los pantalones, y su <<cosa>> colgaba libremente, eso hubiera sido excitante para Margot, pero no lo había sido. Porque su <<cosa>> estaba podrida, Deán había adquirido la enfermedad, y había comenzado en los bajos. Cuando lo vio, le pareció que tenía el aspecto que debía de tener la <<cosa>> de una persona que llevaba más de dos semanas muerto, y también parecía como si se la hubiesen mordido muchas veces. Un líquido amarillo se deslizaba por todo, perdiéndose en uno de los huecos.
Se volteó con rapidez, y reprimió las ganas de vomitar y gritar. Se estremecía con la idea de sentir <<eso>> dentro de ella, sentir cómo esa cosa podrida se movía dentro de ella, y sentir cómo el líquido (quizá pus) escurría.
Pensó en salir corriendo, pero la puerta estaba cerrada, y para abrirla se necesitaría fuerza. Por una ventana, pero era seguro que le atraparía antes de que pudiese meter medio cuerpo. Quizá si... ¡sí, eso era! Lo tenía.
Comenzó a toser (más bien, a fingirlo), intentó fingir arcadas, para hacerlo creíble.
-¡Oh, mierda!- gimió.
-¿Qué sucede?- preguntó Deán, preocupado, y Margot escuchó algo que la tranquilizo sobremanera: el sonido de unos pantalones subiéndose y una cremallera cerrándose.
-Creo que vomitaré.
-¿Por qué?
Porque acabo de ver tu pene podrido, pensó en responderle Margot, pero no lo hizo. Pensar en su <<cosa>>, la hizo sentir verdaderas ganas de vomitar, y ya no tuvo que fingir.
-No lo sé. Quiero salir.
-Vale, vale. Salgamos.
Deán abrió la puerta, era grande y pesada, y requirió mucho esfuerzo. Se acercó a ella y le tomó la mano.
-Vamos, te ayudo- le sonrió, dejando a relucir sus dientes amarillos y su rostro demacrado por la enfermedad, que ya iba en aumento, según comprobó Margot.
Al ver su rostro, su sonrisa, se preguntó cómo diantres se pudo enamorar (¿fue amor?) de alguien como él, le pareció que durante ese tiempo estuvo sumida en un sueño largo, y otro ser la había dominado. Pero ya no. Escaparía.
Salieron a la luz del día, aunque el cielo estaba teñido de un color gris, depresivo. Se arrodilló en el suelo, y mientras vomitaba, agarró un puñado de tierra.
Creía que vomitaría más, pero ya no. El regusto sabor del vómito quedó impregnado en su paladar. ¿Cuánto tiempo pasaría para que desapareciera? ¿Una hora, quizá dos? No lo sabía.
Intentaría razonar con Deán, y si no funcionaba, tenía preparado el puñado de tierra.
-¿Estás bien?- preguntó Deán en tono preocupado.
-Sí. Por el momento. Me quiero ir.
-¿Irte? Pero estábamos comenzando a...
-Lo sé, pero me siento de la mierda. Puede ser otro día, ¿vale?
-Sí. No te puedo obligar.
Margot suspiró de alivio. Por un momento pensó que tendría que lanzarle el puñado de tierra a los ojos y salir corriendo. Pero no.
-¿Adónde irás? No puedes ir a tu casa. Aún son las...-pero no sabía. No tenía reloj.
-Le diré que salí antes porque vomité. Una mentira mezclada con verdad- y al decirlo, le sonrió a pesar de que aún temía utilizar el puñado de tierra.
-Puedes ir conmigo. Podemos...
-Preferiría ir a mi casa. Quiero descansar.
Si Deán seguía negándose, utilizaría la tierra. Estaba sudando mucho, pero Deán no se percató.
-Está bien. ¿Quieres que te acompañe?
-¿Para que mi madre te dé otro puñetazo? Creo que no.
-No lo permitiría- dijo, y cerró su puño con fuerza.
Margot tiró la tierra, y comenzó a alejarse de Deán. Agradeció no tener que salir pitando de él.
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El Visitante Oscuro
Mystery / ThrillerEllie, una niña de apenas once años, despierta tras haber tenido una horrible pesadilla, la cual no recuerda con exactitud más que dos simples pero estremecedoras palabras: "sangre" y "algo oscuro". Tiene la absoluta certeza de que algo va a ocurrir...