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Ellie, en el sótano, 4:18

Sentía, dentro de sí, que alguien llegaría. Tenía la impresión de que pronto comenzaría a escuchar pisadas acercándose hacia la puerta del sótano. Había cambiado de posición, ahora estaba acurrucada en el rincón bajo las escaleras. Sostenía con fuerza la navaja, sabiendo que de poco le serviría. Pero, ¿qué podía hacer ella si alguien realmente decidía bajar? Lo único que tenía era esas habilidades que no sabía controlar del todo, pero que, al parecer, surtían un buen efecto en las personas. <<Pero no lo puedo matar, lo dijo <<ella>>, dijo que podré hacer daño a las personas pero que no tengo el poder suficiente como para matarlos>>, pensó. Sin embargo, se le ocurría que podía hacer bastante daño, y cuando estuvieran ocupados en su dolor, podría escapar. Aunque, ¿qué podía hacer exactamente? Hasta donde sabía podía hacer que la sangre saliera de las heridas, pero eso era todo. <<Bueno, tendré que improvisar, porque es eso o resignarme a morir. Y no quiero morir, no ahora, al menos>>, se decía. 

El lugar estaba oscuro, estaba realmente oscuro, de modo que si alguien bajaba ella tenía la ventaja de conocer el lugar. Podía jugar un poco mientras la persona trataba de adaptarse a la oscuridad. Podía hacer eso, atacar a escondidas, atacar mientras la otra persona no tiene ni idea de dónde se encuentra. <<Y después saldré de aquí. ¿Y qué haré después? No tengo a nadie. Mi madre está muerta y difícilmente Margot se pudo haber librado de Deán. Espero que haya podido sobrevivir, pero siendo sincera conmigo misma, lo más probable es que Deán la haya... matado. Joder, vaya que es difícil incluso pensar esa palabra. Pero es verdad. Es probable que ella también esté muerta. Así que estoy sola. Está Paul, es cierto, aún tengo la esperanza de que venga, pero si viene, creo que será demasiado tarde. Estoy sola, al menos de momento, así que tengo que defenderme lo mejor que pueda y, si no puedo matar, intentaré escapar. Voy a esperar a que ese hijo de puta venga y...>>, detuvo sus pensamientos repentinamente, cuando sintió algo en el brazo, algo frío, algo que... se movía. Aquella cosa se subió al brazo de Ellie y comenzó a caminar por él.

Cuando Ellie comprendió qué era eso, casi gritaba: era una rata, una maldita rata. Su respiración se aceleró y sentía que se desmayaba. Se armó de valor y la cogió con la mano por la cola. <<Es repugnante. Oh, mierda, su cola es repugnante. Oh, mierda, mierda, mierda>>, pensaba mientras miraba a la rata en la oscuridad, moviéndose en el aire. Sintió el impulso de soltarla, pero la idea de que se volviera a esconder y que pudiera aparecer cuando quisiera la aterró. El miedo se disipó poco a poco, dando lugar al enojo, enojo hacia ese animal que se había atrevido a posarse en su brazo. <<Puedo practicar con esto>>, pensó, y una sonrisa se dibujó en su rostro. Miró a la rata con odio y se concentró en una sola palabra: explotar. La cabeza le comenzó a doler, pero no le importó. La rata chilló, pero no por mucho tiempo porque se produjo una pequeña explosión en ella y el rostro de Ellie quedó manchado de sangre. Cerró los ojos a tiempo antes de que la sangre penetrara en estos. El odio también se fue y dio paso al asco. Su rostro estaba bañado en sangre y cuando abrió los ojos vio que de la rata ahora sólo quedaba la cola y una mezcla de carne y pequeños huesos. Ellie emitió un pequeño y corto grito que no traspasó las paredes del lugar y soltó al animal. Se comenzó a sentir débil, un sentimiento que fue pasando poco a poco, pero que seguía allí. Recostó la cabeza en la pared y cerró los ojos. <<Por favor, Paul, ven pronto>>, pensó.

No sabía desde qué momento estaba sucediendo, pero cuando se percató estaban cerca. Unas pisadas se acercaban, y Ellie, sorprendentemente, a pesar del ruido de la lluvia, las podía escuchar. Estaban cerca, calculó que quizá estaban en la cocina. Su corazón se aceleró, imaginando que pronto sufriría un infarto, e incluso por un momento lo deseó. Vio hacia arriba, intentando vislumbrar las escaleras, pero no vio nada más que oscuridad y la débil silueta de la puerta, apenas visible. La puerta se movió un poco, y cuando escuchó que se estaba abriendo, Ellie ahogó un grito. La puerta se abrió por completo y escuchó que el hombre se detenía. Se preguntó si se trataba de Deán o del viejo. Las pisadas bajaron las escaleras lentamente, y estas crujieron. Ellie miró las piernas del sujeto, unos pantalones negros mojados las adornaban. Comenzaba a concentrase en esto, pensando en una frase: romper; cuando una voz vieja y algo cansada, pero grave y ruda, habló:

El Visitante OscuroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora