Capítulo 5: Rapto (parte II)

183 46 59
                                    


El sol comenzaba a esconderse, y con él la luz en Noinor. Milton, quien estaba apoyado con sus codos sobre la ventana de su habitación, observaba el bello paisaje oscurecerse. Estaba solo, pero podía escuchar las voces de dos guardias detrás de su puerta, lo estaban custodiando. Éstos, parecían bromear sobre el futuro del joven, lo que a Milton no le causaba ninguna gracia. Quería decirles que los estaba escuchando, pero logró entender que no era una buena idea. Estaba confundido, poco a poco su idea de familia se desintegraba «otra vez» y comenzaba a sentir un vacío en su estomago, un vacío que sólo aparecía cuando el único proyecto que le importaba se caía. «Huérfano otra vez —pensaba mientras frotaba su mejilla. No tenía marca, pero todavía recordaba lo fuerte que había sido el golpe—. Quizá no nací para ser querido».

—No creo que pase la semana... Si yo fuera el rey dejaría que se muera de hambre.

—Suerte para él que no gobernás vos —ambos reían y no se molestaban en cuidar el tono de su voz. Milton podía escucharlos perfectamente, algo que parecía no importarles a los guardias—. ¿Creés que ya la habrán agarrado a la mujer guerrero?

—Eso sí que es asqueroso. Una mujer que quiera pelear, además... ¿viste su cuerpo? —hablaban con repulsión—. No podría abrazar semejante espalda, debererán atarla para acostarse con ella —se escuchaba un aplauso como festejo de lo que para ellos era algo chistoso—. ¿Quién querría acostarse con eso?

—Será la gracia de esta semana... y que no se resista —mofaban a toda voz.
El joven no podía creer estar escuchando eso, estaban hablando de violar a una mujer y eso les daba risa. La mujer que había estado con él hacía unas pocas horas, «¿la habrán encontrado?». Comenzaba a sentirse culpable, después de todo, la guerrera había ido por él. No le quedaba claro el motivo, es decir, hasta este momento, Milton nunca se había sentido prisionero; o tal vez, no se había dado cuenta.
Mientras se recostaba sobre su cama, recordaba las palabras de Oriana y la furia de Taniel al encontrarlo. También comenzaba a hacerle ruido el hecho de que nunca lo hubiesen dejado sólo. Además, sus visiones... Todo empezaba a tener sentido, Milton estaba en el lugar equivocado y como le había dicho la guerrera, estaba en peligro. Él no sabía bien porque, pero era valioso.

—¿Creés que este año terminaremos la guerra? —la frase del guardia lograba captar la atención del joven.

—Eh —parecía pensar el compañero y luego respondía—. No creo que esos rebeldes mugrientos puedan llegar a nada. Día tras día capturamos más y más, no creo que queden muchos, no los suficientes. Además, el último informe de nuestro Rasat dijo que Rigal no pasa mucho tiempo con ellos... —se detuvo la conversación y comenzaron a oírse unos pasos precipitados. Después de unos segundos la puerta se abrió, Milton volteó para hacerse el dormido.

—Ya sé que estás despierto —la voz de Taniel sonaba firme, pero no furiosa, o por lo menos no como la que había escuchado cuando le pegó—. En primer lugar —seguía mientras el joven se incorporaba, para sentarse en la cama a escuchar—. Te debo una disculpa, no debí golpearte —no sonaba arrepentido o eso le parecía a Milton—. Y en segundo lugar, no tengo tiempo para cuidarte... por lo que mañana mismo tendrás un caballero que te cuide.
«Que me vigile —corregía Milton al rey por dentro. Sabía que si tenía alguna posibilidad de sobrevivir, era no llevándole la contra a Taniel, no siendo un problema para él».

—Yo... —comenzaba a vacilar—. También te quiero pedir perdón —intentaba poner su mejor tono de arrepentimiento—. Sentí intriga por la guerrera y quise saber quién era... No debí ir, no volveré a salir sin tu autorización.

—Está bien, no hay tiempo para lamentarse. Mañana te encontraré el mejor caballero del reino —decía mientras atravesaba la puerta. Milton se detuvo a escuchar si los guardias se retiraban también, pero lamentó notar que no.

Fhender: La rebelión de los Vahianer ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora