XI

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Narra Natalia
Estaba de camino al Retiro mientras me fumaba un cigarro. Había llamado a Alba para pasar un rato con ella y así evadirme de todo lo que había pasado. Pasar tiempo con ella me daba tanta paz y tanta alegría, que creo que era la mejor persona con la que podía hablar.

Cruce la mitad del parque y allí estaba ella, sentada en un banco mirando su reloj con la lengua fuera. Es demasiado adorable.

-Hola peque, perdona por llegar tarde-dije mientras me acercaba a ella y le daba un beso en la cabeza

-No pasa nada tonta-dijo con una voz super tierna-¿Qué pasa?

-¿Te parece mejor si vamos a alguna cafetería y hablamos allí?

-Jo Nat no me he traído nada suelto-dijo enfadandose como una niña chica

-Chee!-dije levantando un dedo-que hoy invito yo rubia

Entre risas y tonterías, llegamos a la cafetería. Era mi preferida, el café era espectacular y los churros que hacían hay eran de los mejores que te podías encontrar por Madrid.

Entramos y nos sentamos en una de las mesas del fondo. Pedimos y comenzamos a hablar

-¿Entonces...?-pregunto ella volviendo al tema que habíamos dejado pendiente

Suspire

Esto me iba a costar demasiado. Nunca me he abierto a nadie, ni siquiera a María.

-Esta mañana me llegó un mensaje de mi madre-dije seria

-Ah y...-le corte

-Mi madre y yo no tenemos muy buena relación que digamos, por lo que me pareció muy raro que me hablase. Así que me puse rumbo a Pamplona ya que se suponía que me tenía que decir algo importante-dije con la voz cada vez más ronca

Suspire

-Quiere meter a mi hermana en un internado-dije por ultimo

-Joder nena, pero no se puede hacer nada por impedirlo, no se, te la traes aquí y...-la volví a cortar ya que la vi demasiado nerviosa

-No podemos hacer nada, ni siquiera podía verla antes ya que ella no me lo permitía y ahora... ahora ya es meramente imposible-dije mientras notaba como mis ojos se iban encharcando

Pero no iba a derrumbarme. No. Y menos delante de Alba

Ella me acaricio mi mejilla y sólo le bastó mirarme para decirme con sus ojos que todo iba a salir bien.

Que suerte tenía teniendola en mi vida

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Después de un bonito día, la acompañe hasta su casa. Era un simple acto que me salía por inercia, pues nunca me perdonaría que le pasará algo.

-Bueno, muchas gracias Natalia por este dia-dijo con una sonrisa

-Gracias a ti por hacerme feliz-sonrei

Mis ojos conectaron con los suyos cuando se produjo un silencio, que para desconcierto de todos, fue un silencio muy cómodo

Soy demasiado impulsiva, no pienso las cosas, se me va demasiado de las manos a veces, pero creo que de esto nunca me iba a arrepentir

Y la bese, capture sus labios con los míos mientras le agarraba la cara entre mis manos.

Ella me siguio el beso mientras pasaba sus manos por mi cintura. No se cuanto tiempo estuvimos basándonos pero deseé que se parara el mundo en ese momento.

Nos separamos por falta de aliento y sonreimos ambas.

-Nat yo...-alguien la corto

-Alba tia, sube porfavor que se nos quema la cocina-dijo Marta mientras salía del portal a toda prisa

Al parecer Marta y el horno no eran muy buena combinación

-Vale no tardo-dijo Alba mientras Marta volvía a casa

-Que manía con no dejarme acabar las fra...-le corte mientras la besaba

Fue un beso intenso aunque no muy largo pero lo finalice mordiendo su labio inferior haciendo que esta sonriera en mi boca

-Un placer Alba Reche-dije haciendo una reverencia

-Eres tonta-dijo riendo a carcajadas-ten cuidado-dijo ya más calmada y con cierta preocupación

-Si rubia-dije con confianza-Adios-concluí mientras me perdía entre las calles de Madrid

Narra Alba
Me despedí de Natalia y subi corriendo para ayudar a Marta

-Dios Marta la que has liado aqui-dije mientras agitaba las manos para dispersar el humo

-Ya sabes que no me llevo bien con estos aparatos-dijo apretando los dientes

En un rato arreglamos todo aquello, y como estaba demasiado cansada decidí irme a mi cuarto. Me puse el pijama y me quedé tumbada mirando al techo con una sonrisa en la cara mientras recordaba la tarde que había pasado con Natalia.

Era tan increíble que sentia que no me merecía lo que estaba pasando.

No hablamos especialmente de lo que éramos pero creo que nos lo dijimos sin necesidad de palabras

Me sentía feliz y aliviada de ver que en estos casi 3 meses de conocernos y haber estado quedando, siente lo mismo que yo. Al principio me daba miedo, ya que era Natalia Lacunza, aquella chica de metro ochenta con el corazón de hielo, pero hoy me ha demostrado que poco a poco se había ido derritiendo.

O eso creia yo

She knows she's toxic| AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora