XXXI

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Narra Natalia
Me levanté muy temprano ya que estaba impaciente por saber que pasaría con mi hermana. Sabia que era inevitable encontrarme con mi madre, pero haría lo posible para no entrar en sus juegos sucios porque entonces perdería los papeles y me niego a que Alba me vea así.

Quizas esa es una parte mi que ella no conoce, pero no porque se la este ocultando, si no porque desde que estoy con ella todo es bonito y tranquilo, además creo que es la única persona capaz de calmarme con sólo dos palabras.

Hace unos años, cuando todavía vivía en Pamplona con mi madre, todo se resumía en peleas en el barrio. Por así decirlo era una persona temida por todos ya que se me iba la cabeza de un momento a otros y era incapaz de controlarme. Quizás suene a escusa barata pero creedme que no la es, todo eso fue a causa de lo que vivi en mi casa.

Por culpa de mi madre y su maldito novio siempre he creído que el mundo iba en contra de mi y que no tenía a nadie al lado porque nadie sería capaz de querer a una persona como yo. Todo eso se resumía luego en peleas y palizas contra gente inocente. A parte de todo esto también estuve en el mundo de las drogas, sólo vendía aunque alguna que otra vez, cuando no podía soportarlo también las consumía.

Por todo esto a día de hoy tengo miedo, miedo de volver allí. Se que he ido alguna que otra vez pero siempre han sido estancias de horas, pero esta vez debíamos pasar varios días allí. No quiero encontrarme con mi pasado, no quiero que vuelva esa Natalia, no quiero que Alba pase por eso.

Saliendo de todos mis pensamientos, cogí un cigarro y me fui al balcón a tomar el aire.

No pasaron muchos minutos cuando sentí un brazo rodeando mi cuello por  la espalda

-Buenos días churri-dijo una voz ronca

-Buenos días rubia-dije girandome y besando su mejilla

-Deberíamos arreglarnos, llegaremos tardo-dijo preocupada

-Si-dije en un suspiro

-¿Estas bien Nat?-dijo ya cara a cara conmigo

-Mejor que nunca- conclui dejando un suave beso en sus labios

Arreglamos las maletas y cogimos el metro que tardó un par de horas en llegar en las cuales no había pegado ojo, sin embargo la rubia entró en el trance más profundo de sus sueños.

Nos alojamos en un hotel mientras hacíamos varias llamadas. Después de varias horas hablando y arreglando todo quedamos con el director del internado para mantener una conversación.

Narra Alba
La situación en la que me encontraba era bastante rara. Estaba en Pamplona, junto a la mujer de mi vida intentado sacar a su hermana de las manos de una loca perturbada a la que solían llamar madre.

Sin duda era bastante raro, me daba bastante cringe. Pero realmente todo esto había sido mi idea, solo por ver a Natalia feliz junto a su tesoro más preciado.

Ya había amanecido y debíamos reunirnos con el director del internado y así era. Allí estábamos Natalia y yo a las 8 de la mañana ante aquella increíble construcción de piedra que prácticamente se podía confundir con una prisión. No se como era la hermana de Natalia pero realmente ella no se merecía esto.

Entramos y allí nos esperaba el señor Eduard.

-Hola buenas usted debe ser Natalia Lacunza ¿No?-dijo el director con una sonrisa

-Si encantada y ella es Alba... mi pareja-dijo ella un tanto dudosa pero firme

-Encantada-dije yo un poco tímida

She knows she's toxic| AlbaliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora