Capítulo 12

1.3K 158 9
                                    

Londres - Siglo XIX

Terror, miedo, desesperación, asco, repulsión... sigo sintiendo todas esas cosas aún cuando restriego mi piel una y otra vez con el deseo de sacarme todo el recuerdo de este horrible día. En cuanto llegué a casa, corrí despavorida a mi habitación sin detenerme a dar explicaciones ni a mi madre ni a Mina que me miraba horrorizada por mi estado y por mi alteración. Sólo dejo de correr cuando estoy frente a la tina y comienzo a llenarla, para luego terminar de sacarme ese hermoso vestido que ahora irá directo a la basura. Luna llega para mirarme con profunda tristeza y toma el vestido, retirándolo de mi habitación. Me meto dentro con la intención de borrar el asqueroso rastro de besos que Diamante dejó sobre mi espalda, llegando a herir mi piel en el proceso debido a la fuerza que ejerzo. Luna me quita la esponja y comienza a ayudarme, mientras lloro sin parar, abrazándome a mi misma.

Un sólo recuerdo hermoso de aquella fatídica fiesta llega a mi mente y puedo ver los hermosos ojos azules de Darien mirándome tan cerca que puedo recordar el sabor de sus labios recorriendo mi boca. ¿Tanta diferencia existe entre el acercamiento de alguien de quien una gusta y de quien uno detesta? Podría perderme en los brazos de Darien si él me lo pidiera, porque despierta en mi sensaciones tan increíbles e inolvidables, pero tampoco puedo obviar el tema de su esposa y de su apariencia. Entonces, toda la emoción que me provoca el exquisito recuerdo de su beso, se borra ante la sensación se estar siendo usada, sintiéndome un reemplazo de su pasado, y no una nueva posibilidad en su vida. Él me recalcó que era diferente, pero, ¿lo diría de verdad o sólo para mantener vivo este sentimiento en mí?

—Mi niña Serena —me dice Luna de pronto —. Debe salir del agua, se enfermará otra vez si sigue ahí, ya está helada.
—Gracias, Luna, puedes marcharte. Yo terminaré aquí —le respondo con pocas energías. Necesito estar sola, no quiero que nadie vea mi estado ni mi desilusión. De sólo recordar los ojos de Darien mirándome desde la distancia después de salir corriendo y en esas condiciones, no quiero ni imaginar que supuso o pensó, aunque ya da lo mismo.

Mi madre ha venido en varias ocasiones a mi habitación en estos días, pero no la he dejado entrar y, no lo haré hasta que me sienta lista para enfrentar su interrogatorio. ¿Diamante habrá hablado otra vez con ella? Recordar lo que intentó hacer conmigo sólo por el hecho de que ya no era su prometida, es escalofriante. Ni siquiera quiero pensar en la idea de que algún otro degenerado quiera tocarme... mi piel se eriza de terror y el llanto regresa a mi sin poder controlarlo.

Me siento vencida, agotada y devastada. Es cierto, él no logró su objetivo, pero si consiguió perturbarme de una manera que no puedo superar. Hizo que supiera lo indefensa que estoy al lado de un hombre, lo débil que es mi cuerpo para resistirse a la fuerza de un descontrolado, la impotencia que se siente de que alguien que no amas haga lo que quiera contigo sin siquiera pedir permiso.

Después de diez días, al fin salgo de mi habitación, para poder hablar con Mina, mi pobre hermana que ruego que no tenga que pasar por el mismo destino que el mío. Mis pasos son lentos y siento la falta de energía debido a la mala alimentación que he llevado estos días, apenas probando bocados de lo que me lleva Luna. Mis ojos están adormecidos y un dolor de cabeza me acompaña todas las mañana, aún así, debo ver a mi hermana, la necesito.

—Mina... —llamo apenas a su puerta.
—¡Serena! —grita ella, abriendo más rápido de lo que esperaba.
—Tantos días...
—Hermana, te quiero tanto —me dice, abrazándome con fuerzas, haciéndome tambalear.
—Con cuidado, estoy...
—Sere... ¿por qué no has comido nada? —me pregunta un tanto molesta, mientras me invita a su habitación.
—¿Cómo sabes?
—Veo tu bandeja todos los días cuando Luna la retira. Hermana, ¿me dirás que sucedió?
—Mina... eres tan linda —le digo, acariciando su cabeza. Es una niña aún, de catorce años, con sueños de un amor platónico que se vuelva real, de fantasías con un príncipe azul que toque su corazón y sus labios con un beso mágico. En cambio, yo soy un cuerpo vendido a alguien, cuando mi corazón le pertenece a otro... otro que nunca me verá a mi sin ver a su primer amor. ¿Puede ser más trágica mi situación sentimental?
—¡Deja de tratarme como una niña! Estoy a punto de cumplir quince y ya estoy en edad de que confíes en mi, por favor, Sere...
—¿Para qué? ¿Para que sufras? ¿Para que te enfades?
—Entonces, ¿prefieres que viva una fantasía?
—Tu vida será distinta a la mía, de eso me encargaré yo. Jamás, Mina... te prometo que jamás dejaré que mi madre haga lo mismo contigo. Aún cuando tenga que exponer mi vida en el proceso.
—Deja de sufrir por mi, Sere, de una buena vez piensa en ti, por favor.
—Ya es demasiado tarde. Diamante ya me entregó al otro supuesto pretendiente. Me lo dijo en la... fiesta... —revelo, sintiendo el mismo miedo al recordar sus ojos desquiciados, llenos de su asqueroso deseo.
—Huye, Serena, esta vez te ayudaré, huye de aquí.
—No puedo —digo, negando con la cabeza—. Ahora, iré a hablar con mamá de mi decisión.
—Por favor, Sere...
—No te preocupes por nada. Todo lo hago por ti, yo ya estoy perdida... —acepto, dejando un beso en su frente, acariciando su cabeza—. Te quiero mucho, hermanita mía...

Atada a tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora