Londres - Siglo XIX
La nieve cae intensa afuera, mientras la observo a través de la ventana de mi dormitorio. Me balanceo en mi asiento para alcanzar un poco más de pintura azul y el pincel se mueve en mis dedos hasta tocarla con suavidad, después de lo cual regreso sobre mi lienzo, dando toques en los lugares precisos para que mi obra quede perfecta. Estudié arte gracias a mi padre, que siempre cumplió mis deseos con mucho agrado, esperando tener una hija que tomara decisiones propias en su vida... que ironía. Ahora, sólo pinto por entrerención, ya que mi madre me tiene prohibido hablar de mis talentos artísticos. No es bien visto en la sociedad una mujer que tenga iniciativa, mucho menos que sea artista. Aún así, yo me escapo de casa para hacer algunas clases a los niños del orfanato, donde las monjas me reciben con alegría. Me parece tan triste que estén recluidos ahí, sin ninguna clase de amor. De todas formas, sé que todo lo que me gusta hacer está casi por llegar a su fin. Me quedan seis meses para casarme con Diamante y aún no me acostumbro al peso de la sortija que me regaló como símbolo de nuestro compromiso y por eso mismo, ahora está sobre mi escritorio, lejos de mí.
—Niña Serena —me llama mi nana Luna. Entra muy rápido a mi cuarto y cierra la puerta en cuanto ve que estoy pintando otra vez—. ¿Qué hace? Si su mamá la ve...
—Por favor, Luna, no seas igual que ella.
—¡Qué hermoso! —me dice, acercándose a mi lado—. ¿Es el océano?
—Sí, ¿te gusta?
—Me fascina, pero creo que el azul que está usando es muy intenso para el océano.
—Luna... siempre tan detallista.
—¿Por qué cambió el color? Usted siempre es muy precisa en esos aspectos.
—Es que este es el color que quiero recordar —digo suspirando.
—¡Niña Serena! No me diga que usted...
—¿Que yo qué, Luna?
—Está... ¡Está enamorada!
—¿Por qué dices eso? Yo solo...
—Mi niña... ¡Qué dirá su madre! ¡Qué dirá Diamante! ¡Por Dios! —exclama, tomando su cara en demostración de alarma.
—No seas exagerada, Luna. Sólo dije que este era un color que quiero recordar, ¿por qué crees que estoy enamorada?
—Lo veo es sus ojos, mi niña. ¿Quién es él? ¿Quién se coló en su corazón a estas alturas que no hay vuelta atrás? —me pregunta, tomando mi rostro.
—Luna... no es nadie —digo, desviando la mirada.
—Está bien. Si no quiere decirme la entiendo. Pero, ahora debo vestirla.
—¿Tan pronto?
—Son las dos de la tarde y debe estar a las seis en casa de su prometido.
—Uf... todavía queda tiempo. No quiero ponerme el corsé aún... por favor.
—Nada de eso, venga para ayudarla.En unos minutos, Luna me prepara un baño con esencias y pétalos de rosas para que mi piel se sienta suave y delicadamente aromatizada para mi velada junto a mi futuro esposo. Yo hubiese preferido saltarme el ritual de novia enamorada, pero debo seguir el protocolo formal. Ahora, me sostengo del pilar de mi cama para que ella apriete el corsé hasta casi dejarme sin respiración.
—Basta Luna. Ya no puedo tomar aire, me ahogaré —digo haciendo caras de desmayo.
—Debe estar hermosa para su prometido, así es que déjeme hacer más pequeña su cintura. Eso llama la atención de los hombres —explica, apretando aún más las cintas, tirando de mi cuerpo.
—Yo no quiero llamar al atención de Diamante, tú lo sabes.
—Lo que sé es que en estos tiempos nadie se casa enamorado, todo es por conveniencia y lo mejor es que lo disfrute en vez de estarse quejando. Su madre pasó por lo mismo y después del matrimonio se enamoró perdidamente de su padre. Usted lo sabe.
—Sí, pero eso no quiere decir que yo algún día amaré a Diamante... él... él me pone nerviosa...
—Los nervios son lo que viene antes de enamorarse.
—No es esa clase de nervios —le aseguro, mientras ella termina de amarrar las última cintas.El vestido vaporoso, cae ajustado por sobre mi cuerpo, y mis pechos se sienten sofocados dentro de ese corsé que me apreta más de la cuenta. Luna me peina y maquilla con unos polvos encargados especialmente por mi madre para la ocasión. Yo sólo suspiro, consciente de que todo ese teatro sólo alimentará aún más las esperanzas de mi prometido. De pronto, mamá llega junto a Mina, mi hermana menor.
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Atada a tí
Fiksi PenggemarSerena está comprometida con Diamante, en un arreglo concertado por su madre para sacar a su familia de la anulación aristocrática y pronta bancarrota. Sin embargo, en un evento conocerá a Darien, un prodigioso pianista que pondrá su corazón a prueb...