Capítulo 23

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Londres - Siglo XIX

He permanecido sentada en la cama, pensando en cómo han sido estos días junto a Darien. Él ha sido un esposo maravilloso, jamás pensé que permanecer a su lado sería tan perfecto, tan satisfactorio, tan llenador. Las sensaciones que me ha hecho experimentar son tan novedosas y placenteras que desearía vivirlas día tras día junto a él, para lo cual es imprescindible que me embarace pronto y así quitar de sobre nosotros la sombra del contrato y la amenaza de Diamante. Pero, hoy me ha llegado mi período y me he sentido tan mal debido a los cólicos, que ni siquiera he podido levantarme. ¿Por qué? ¿Sería muy pronto para quedar embarazada? Darien me dice que no me preocupe, que aún tenemos tiempo y aunque su seguridad me tranquiliza un poco, no logro sacar la incertidumbre de mi corazón inquieto. Deseo tanto creer en sus palabras, pero sé quien me puede ayudar. Debo salir en busca de Luna, ella debe tener alguna infusión o algo que me ayude a ser más fértil. Eso haré, le pediré a Darien que me permita traerla, después de todo, Setsuna ya está muy ocupada con todas las responsabilidades que tiene en esta mansión.

Un poco más relajada, me levanto decidida a llevar a cabo mi plan, por lo que me dirijo a la sala de ensayo, pero en cuanto veo a Darien tan pensativo frente al piano, la tristeza vuelve a embargarme. Aún así, me invita a escucharlo tocar. Lo hace tan espectacular como siempre, llenándome de esa sensación de perfección que irradia en todo lo que hace. Me emociona y me hace vibrar, erizando mi piel cada vez que interpreta una melodía de aquella rapidez e intensidad. Reconozco que antes envidiaba el piano que tenía la atención de sus manos hábiles, pero ahora me siento privilegiada de ser yo quien se doblega ante sus dedos, que han despertado en mi deseos que jamás había tenido, llevándome a descubrir los placeres más fascinantes de ser marido y mujer.

Mi solicitud es aceptada de inmediato por él, facilitándome un carruaje que me llevará a casa, por lo que le pido a Setsuna que me ayude con mi vestido, después de lo cual me dirijo a casa. Estoy un poco más tranquila, incluso mi corazón está más sosegado después de estar junto a mi amado Darien en su sala de ensayo, apreciando su encantadora manera de tocar. No puedo arruinar nuestro momento de felicidad con pensamientos negativos que no me conducirán a nada, sólo debo enfocarme en lo amada que me siento a su lado. Por fin he logrado relegar la sombra de Serenity de mi mente y creo que él mismo se ha entregado a vivir nuestro matrimonio a plenitud, haciéndome sentir única, especial e increíblemente deseada... No es apropiado, pero tampoco puedo evitar los recuerdos que me invaden al sólo pensar en él besándome con fervor, acariciándome con anhelo, apoderándose de mi cuerpo que se entrega sin restricción a sus caricias y a sus labios que siempre arden sobre mi piel, haciéndome estremecer, temblar y retorcerme presa del increíble placer que me provoca con su forma de amarme. Sonrío de felicidad, esa que me ha regalado al permitirme entrar en su vida, esa que me provoca con sus atenciones y cuidados. ¿Cómo pudo Serenity rechazar a un esposo como él? ¿Qué la orilló a intentar acabar con su vida? ¿Por qué no fue capaz de confiar en él? ¿Cómo se atrevió a ocultarle cosas tan importantes?

Distraída en mis pensamientos, no me doy cuenta de que ya hemos llegado a casa, hasta que el carruaje se detiene en la entrada. Cuando el cochero me abre la puerta y me ayuda a bajar, el aroma a lavanda invade mi nariz, apreciando la hermosa primavera que se ha apoderado de nuestra mansión, aquella que en algún tiempo fue esplendorosa y concurrida, pero que ahora es la sombra de los mejores tiempos; al menos el hermoso jardín revive año tras año en esta época, llenándose de flores de todos los colores y reapareciendo el suave césped que había sido quemado por la nieve, mientras los árboles se comienzan a tornar más frondosos a medida de que vuelven a llenarse de hojas.

Mi corazón está tranquilo, tan tranquilo que ni siquiera sospecha la tragedia que se oculta tras la puerta ni la oscuridad que se cierne sobre mi, sin ser consciente aún de los designios que la vida ha escrito para mí. Si lo hubiese sabido, ¿qué habría hecho? ¿Huir? ¿Arrancar? No lo sé, sólo tengo claro lo que sí hice, quedarme y escuchar...

Atada a tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora