Londres - Siglo XIX
En verdad, estoy desesperado. Ya ha pasado media hora sin encontrar a Serena y creo que ya es tiempo de tomar otras decisiones. Llamo a Luna que aún no se rinde y le indico que suba al carruaje, mientras amarro el equipaje. Mis manos sudan en exceso sin poder controlar mi nerviosismo, pues estoy seguro de lo que está sucediendo y temo en lo profundo de mi corazón no hallar la salida adecuada para este problema. Es por eso que debo llegar pronto a casa, lo necesito imperiosamente.
Tengo la cabeza llena de pensamientos tormentosos e imagino a mi amada en manos de ese miserable, sí, Diamante, porque estoy seguro de que fue él quien se la llevó. Empuño mis manos con fuerza excesiva hasta que mis nudillos enblanquecen en demostración de la rabia e impotencia que estoy sintiendo en este instante. El maldito nos debe haber tenido vigilados durante todo el viaje y ni siquiera lo noté, ¿cómo fui tan ingenuo al pensar que nos había permitido viajar así sin más? Él cree que se saldrá con la suya, sin embargo, no sabe con quién se está metiendo, no tiene idea de lo que soy capaz de hacer por recuperar a mi amada.
—Joven Darien...
—Dime, Luna.
—Hay algo que debería saber, aunque, mi niña Serena tenía un poco de temor que lo supiera —me dice la nana de mi esposa con cautela, sin levantar la mirada.
—¿Algo? ¿Sabes por qué desapareció? —le pregunto alarmado, mirándola fijo con toda mi atención.
—¡No! —responde asustada—. No es eso... es otra cosa. Es sobre sus malestares...
—¡Ah! Perdón si te asusté Luna. ¿Sus malestares...?
—Sí, ¿usted no imagina a qué se deben?
—Serena no me dejó saber cómo se sentía realmente, me tenía preocupado con todo ese hermetismo, y ahora esto...
—Yo creo que ella está... embarazada —revela casi en un susurro, temiendo mi reacción.
—¿Emba... razada? —repito con total asombro.
—Ella sentía náuseas y mareos, además de ese cansancio tan poco común en mi niña...
—¿Es posible que Serena esté embarazada? ¡Dios! ¡Embarazada! Pero, ¡eso lo cambiaría todo! —exclamo feliz ante las posibilidades que nos abre aquella sospecha—. ¡Claro! No me detuve a pensar un poco mejor en sus síntomas. Tienes razón, Luna, ella debe estar esperando un hijo... un hijo mío —repito totalmente emocionado.Como quisiera tenerla en mis brazos en este momento, abrazarla contra mi pecho y llenarla de besos en felicitaciones hacia su hermoso y tan anhelado estado. Ella debe haberse sentido tan confusa, entre descolocada e impresionada, que no supo cómo actuar frente a mi. No teníamos idea de que esto sucedería de ese modo, y de seguro prefirió esperar el diagnóstico del médico antes de hacerse ilusiones. Mi amada... ¿Cómo estarás ahora? ¿Cuánto te tomará convencerte de que estás embarazada?
¡¡¡Aghh!!! Ahora estoy más molesto aún, porque ella no tendrá los cuidados necesarios en su estado tan frágil... ¿Por qué debía pasar esto? Es la noticia más hermosa que podíamos recibir y ahora no podemos siquiera disfrutarla juntos. ¡Maldición! Pero Diamante pagará, lo juro.
En cuanto llegamos a casa, entro molesto, directo hacia mi sala de ensayo, sin medir mis actos ante la servidumbre que me mira asombrada.
—¡Setsuna! —llamo fuerte a quien sé qué será eficaz en lo que necesito hacer. No le toma ni siquiera un minuto en aparecer en la puerta.
—Bienvenido, joven Darien. Y, ¿la señora Serena? —consulta suavemente al notar su ausencia.
—Setsuna... sucedió algo. Necesito que envíes un mensajero a esta dirección, ahora, de inmediato.
—¿Qué debe decir? —pregunta preocupada.
—Que necesito la presencia de Sir Haruka urgente, si es posible, que se venga en el mismo carruaje del mensajero.
—Bien, lo envío ahora mismo.
—Espera. Necesito otro favor. Perdón, pero estoy ordenando mis ideas.
—No se preocupe, espero hasta que me ordene.
—Mira. Envía a buscar a Jedite, ¿recuerdas dónde vive?
—Por supuesto. Yo mando a que lo busquen.
—¿Mi padre?
—En su despacho.
—Gracias. Puedes cumplir con lo que te pedí —le digo con suavidad, ya que le estaba hablando golpeado al inicio debido a la tensión.
—Con su permiso me retiro, entonces.
ESTÁS LEYENDO
Atada a tí
FanfictionSerena está comprometida con Diamante, en un arreglo concertado por su madre para sacar a su familia de la anulación aristocrática y pronta bancarrota. Sin embargo, en un evento conocerá a Darien, un prodigioso pianista que pondrá su corazón a prueb...