Capítulo 7

1.5K 141 18
                                    

Londres - Siglo XIX

Hace una semana que me enteré de que mi futuro no es tan seguro como imagino, sino que está en las manos de otras personas que ni siquiera piensan en mí. ¿Qué buscaba Diamante al comprometerse conmigo? ¿Heredar nuestras pocas tierras? ¿Por qué de pronto cambia de opinión? ¿Acaso encontró un objetivo más auspicioso? Lo peor de todo es que debo seguir fingiendo que no sé nada de lo que planean junto a mi madre, pues Mina me convenció de que lo mejor era investigar. Ha leído tantas novelas románticas que tiene una imaginación muy productiva. Yo sólo me mantengo encerrada en mi habitación, plasmando todo mi dolor en mis pinturas, que cada vez son más oscuras...

Debo ser fuerte, tengo que ser capaz de sobrevivir a esto, pero, ¿para qué? ¿Con qué objetivo? Lo único que me motiva es Mina y que ella no sufra mi destino, esa fue la única exigencia que le hice a mi madre cuando acepté llevar a cabo mi compromiso a la fuerza. Si ella no estuviera, ya habría huido hace mucho tiempo o quizá habría acabado con mi desdichada vida.

Mi pincel casi se quiebra bajo mis dedos apretados por la rabia que siento en este momento, aún así sigo mi trabajo, dando fuertes toques sobre la tela extendida, oscureciendo más y más el dibujo que ya he hecho, reflejo de mi dolor.

Este día, Diamante ha organizado una fiesta con distinguidos invitados y ha enviado un vestido especial que quiere que use en la ocasión. Creo que está loco. ¿Qué pretende? ¿Hacerme ver como una pieza de exhibición? Quizás así encuentre a alguien que pague mejor por mí. Me da náuseas de sólo pensarlo. ¿Quién estaría tan enfermo como para ofrecer más dinero y posición por obtener mi mano?

Ya no puedo seguir pintando, por eso suelto el pincel y me enrollo sobre la silla, abrazando mis piernas, llena de tristeza. Mi vida es una verdadera miseria. ¿Qué hice para merecer algo así? No sé si quiero que el tiempo pase rápido y al fin sepa cuál es mi futuro o si preferiría que se detuviera en este instante para no sufrir más.

Escucho la puerta abrirse y veo a mi madre que entra con Luna. Me mira con molestia al darse cuenta de que estoy pintando, cuando ella me lo tiene prohibido, pero no dice nada. Al menos, aún queda una pizca de conciencia en ella, eso espero.

—Serena, debes prepárate para hoy. Deja eso —me dice, moviendo su mano en señal de orden.
—Y, ¿si no quiero ir? ¿Qué me hará? Ya estoy tan harta de esta situación... —respondo, levantándome de la silla y sentándome sobre la cama, dándole la espalda.
—Debes ir. Será mejor para ti, ya lo verás —insiste, dejando la enorme caja con el vestido dentro al lado mío—. Luna, encárgarte de ella. Que se vea más hermosa que nunca.
—No quiero —digo molesta, empujando la caja—. No voy a ir.
—¿Estás segura? ¿Acaso quieres que Mina pague por tu desobediencia? —me amenaza con desdén.
—¿Por qué nos hace esto? ¿No somos sus hijas? ¿Dónde quedó ese amor de madre que nos tenía cuando niñas? —le reclamo, mirándola a los ojos, esperando ver en ella algún arrepentimiento.
—Las amo, por eso tengo que hacer esto. Es por su propio bien. Cuando seas madre lo entenderás.
—¡Jamás seré como usted! Antes prefiero morir de hambre a que mis hijas sean vendidas a hombres sin escrúpulos. ¿Dónde queda su moral al menos?
—El mundo no es esa fantasía en la que vives. Es mucho más cruel de lo que imaginas. Ahora, sólo vístete —me ordena, dándome la espalda para salir—. No querrás que Mina pague las consecuencias.

Sin siquiera hacerme más caso, sale dando un portazo en señal de que su amenaza es real y que es mejor para mi obedecer.

—Luna, ¿qué pasó con mamá? Ella era tan buena y de un día para otro cambió tan radicalmente.
—La tristeza por la pérdida de su padre... eso la cambió. Pero, además se dio cuenta de que ustedes podrían quedar en la calle si nos las casaba con varones influyentes.
—Pero, al menos podría esperar a que escogiéramos a nuestro pretendientes. ¿Cómo quiere obligarnos a vivir una vida de tristeza?
—Está perdida, no sabe qué hacer. Por ahora, déjeme vestirla, por favor.

Atada a tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora