Atada a tí

Capítulo 17

Londres - Siglo XIX

Oh, Darien, ¿cuándo sabré todo respecto a usted? ¿En qué momento me sentiré segura de estar a su lado sin pensar en Serenity? Usted me gusta tanto, Darien, que mi corazón se oprime ante la posibilidad de tener que volver al lado de Diamante... jamás podría aceptarlo, menos aún después de estar a su lado y de poder ser su esposa, como en mis mejores sueños.

Su esposa... él prometió comprar una sortija especial para mí, dijo que podíamos hacer una fiesta para honrarme y yo no pude aguantar la felicidad que desbordó mi corazón ante esa posibilidad, lanzándome a sus brazos sin meditar en lo que hacía, sólo deseaba demostrarle mi gratitud.

Aún no sé realmente qué siento por Darien, pero tengo claro que me fascina en todos los aspectos. Me encanta su forma de tocar el piano y como interpreta cada pieza musical. Además, con la misma sutileza y perfección con la que muestra su talento, él se desenvuelve conmigo, siendo todo un caballero, seguro y decidido. Pero, lo que más me atrae de él son sus ojos... porque ellos son como el reflejo de su alma, algo que deseo conocer, aún cuando pueda hundirme en su tristeza. Sí, esa honda pena que le traspasa el corazón. Antes de nada, yo sabía a lo que debía enfrentarme, ese oscuro pasado que lo tiene atado a un amor que no pudo ser y, a veces le temo a lo que descubriré, pero más le temo a no ser suficiente para que él lo olvide. ¿Alguna vez tendré la certeza de que es a mi a quién ve a su lado? ¿Podré avanzar en este sentimiento cuando sea consciente de la realidad que hay tras la vida de Darien? Quiero ser tan valiente como me muestro ante su presencia, deseo descubrir la verdad y ser capaz de tomar la mejor decisión para los dos, independiente del resultado, porque tengo claro que no sólo me gusta... pero temo que al aceptar lo que siento, algo malo pueda suceder y terminemos más alejados que antes.

Estoy tan feliz, de todas formas, pues él me ha demostrado que me aprecia y que, tal como me dijo, le gusto, yo Serena, no la sombra de su primera esposa. Llevo varios minutos despierta, aún acostada en la cama sin siquiera moverme, pensando en sus palabras y en su beso, ese que le pedí que me diera, ya que no podía seguir aguantando la distancia que yo misma le había impuesto. ¡Es tan perfecto como sus labios encajan con lo míos! Jamás pensé que sería tan maravillosa la sensación al ser besada por quien en realidad deseas que lo hagas... pero, ahora que lo he comprobado, creo que no podré resistir la tentación al estar junto a él. Darien me hace sentir viva, pues mi cuerpo reacciona de una forma especial cuando estoy a su lado y mi corazón bombea con intensidad, mientras mi estómago se llena de cosquillas. Como si quisiera recordar la sensación, me toco los labios e imagino ese momento tan perfecto. Sonrío con alegría y emoción, para después sentarme y estirarme como un gato antes de levantarme. Sin embargo, mis ojos se impresionan ante la imagen de Darien aún durmiendo sobre el sillón. ¿Cómo, si él se levanta temprano todos los días? Siempre que despertaba, él ya no estaba, pero hoy... esta ahí, con la manta casi cayendo al suelo. Parece cómodo, aún así creo que no debería seguir durmiendo en ese lugar.

Me pongo de pie y camino silenciosamente hasta su lado, pues hasta hoy no he tenido la posibilidad de verlo dormido y quiero verlo, aún cuando creo que mi corazón me traicionará debido a sus fuertes latidos. Me acerco a su lado y recorro sus facciones sin ningún pudor, ya que no sabe que estoy aquí. Veo su cabello sobre su frente, el que aún recuerdo tan suave entre mis dedos y no puedo evitar la tentación de sentirlo otra vez. Retengo la respiración al acercarme y toco de forma leve su pelo que se desliza ante mi contacto. Parece que está dormido profundamente, pues ni siquiera se mueve, entonces, decido sentarme a su lado, en un pequeño espacio que queda en el sillón. Me inclino un poco sobre su pecho que sube y baja de forma pausada, tan tranquilo, entonces, deposito mi cabeza sobre él para escuchar los latidos de su corazón. Estoy tan relajada, que olvido por completo que no debería estar ahí, hasta que escucho su voz.