"Solo tú"(Alonso Villalpando Y Tu)

"Igual que a ti"

Capítulo 36

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Salía corriendo tras Jos, al saber que Valeria se había marchado cuanto antes se enojó y salió tras ella con desesperación, corriendo muy rápido, Alan, Freddy y yo tratábamos de seguirlo pero era más ágil que nosotros. Era capaz de todo cuando algo no andaba bien, no podía pensar racionalmente su comportamiento imprescindible e impulsiva podían ponerse en su contra la mayoría de las veces, sabía perfectamente que no podía manejar las situaciones que se le habían salido de las manos y sobre todo cuando la otra persona es la que tiene la última palabra para acabar con ese torbellino que está causándole estragos.

— ¿Qué carajos le pasa? ¡Está actuando como un loco! —grito Alan detrás de mí.

—No lo sé, ha estado raro en todas las clases, —corríamos tras él, — ¡Jos maldita sea! —me ignoraba, al doblar en el último pasillo frenamos de golpe, miraba hacía el frente lo que causo que también hiciéramos lo mismo. Aquella escena logró enfurecerme, Alonso esta frente a ella limpiándole las lágrimas que bajan por sus mejías para así sonreírle, el tiempo parecía detenerse lentamente mientras movía los labios y le decía "Todo estará bien, te lo prometo" para luego darle un beso en la mejía y ella terminara abrazándolo lo que causo que en ese pequeño determinado tiempo dejara de ser lento y trajera consigo un movimiento rápido e impulsivo de Jos, fue hacía ellos para alejarla de él y darle un puñetazo en la cara a Alonso.

Freddy y Alan lo tomaron del brazo alejándolo de Alonso, —¡Por dios estás loco! —Grito Valeria, ayudándolo a levantarse, — ¿Qué rayos te pasa?

—Vamos José déjalo así, te meterás en problemas, —hablo Alan.

—Es verdad, debes... —pero no dejó terminar a Freddy, se soltó de los dos en un movimiento brusco.

— ¡Ustedes no son nadie para decirme que hacer! —Los miro, — ¡Estoy harto de ese imbécil! —caminó hacia Alonso.

—Alto, ¿qué estás haciendo? —Ella está asustada se pasó delante de Villalpando, no sabía cómo parar esto y tampoco yo. Estaba enoja, celosa no sé qué rayos pasaba conmigo quería que Jos lo golpeará hasta dejarlo tirado pero eso era estúpido e egoísta de mi parte; corrí hacia el tomándolo de los brazos pero me ignoraba, así que me plante frente a él, tomándolo del cuello para que por lo menos logrará mirarme.

Todo su cuerpo estaba tenso, sus mejías rojas y esas cejas negras y pobladas lucían fruncidas, — ¡Jos por favor escúchame, tienes que para esto! —lo jale del borde del cuello de su camisa. — ¡José, por favor haz caso por una vez en tu vida carajo! —me miró.

— ¿Cómo quieres que lo haga? —me tome de los hombros con fuerza, sacudiéndome.

—Jos basta, la lastimaras— Alan, se acercó tomándolo de la camisa.

— ¡Basta! —Lo empujo, teniéndome a mi cómo objeto, me miro con esos enormes ojos obscuros, dominantes y furiosos, —Te enamoraste de él sabiendo que tú y yo éramos novios, —su respiración caí en mi cara como una especie de carga pesada, — ¡Te alejo de mí, ahora está haciendo lo mismo con ella! —Me soltó para frotarse la cara, — ¡Se está llevando a las dos chicas que quiero! —grito.

Lo tome las mejías, —Escúchame, debemos salir de aquí, así no podrás arreglar las cosas con ella sí así lo deseas. —Trataba de calmarlo, —Jos basta, por favor. —le supliqué con los ojos.

Dejó de mirarme para hacerlo con ellos, —Necesitamos hablar Valeria, tenemos que arreglar las cosas... —había logrado que bajara sus humos.

—No Jos. Aléjate de mí, yo no soy nada tuyo. —se posó alado de Alonso y me miro, — y tú, —sus ojos me miraron con odio y despreció, —Todo esto es tu culpa, solo eres una maldita niña fresa que no sabe lo que quiere. Alonso y Jos están así por tu culpa, pensabas que jugar con ambos no traería consecuencias, —esperaba que Alonso la detuviera como yo lo hizo con Jos, pero no lo hizo, —Te diré lo que eres, eres una maldita zorra engreída, piensas que todo en tu puta vida es fácil pero te topaste con él y ahora te has dado cuenta que tu dinero y la falsedad de lo que eres no lograrán traerlo de vuelta. —sus palabras me quemaban y arrastraban mi dignidad por el suelo, me dolía admitirlo pero era cierto.