Prólogo (FINAL II)

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El tiempo pareció detenerse.

La mirada de Alexander cambió repentinamente a una asustada, su ojo seguía manteniendo la pupila encogida además de que su pulso era acelerado. Apretó con fuerza la navaja que aún sostenía en mano sin apartar los ojos del otro.

Alan se quedó petrificado mirando el cadáver del perro, no sabía como reaccionar, su cuerpo no se movía por si solo.

—¿A-Alex? —El nombrado se levantó.

Empujó con brusquedad al rubio contra la pared. Agarró una de sus muñecas colocándola contra aquel frío muro; la navaja del azabache se encontraba rozando ligeramente el cuello de Alan, que seguía paralizado.

—¿¡Por qué has venido!? —gritó Alexander sin borrar aquella sonrisa maniática de sus labios, aunque en sus ojos mostrara lo contrario, pues estaba acumulando las lágrimas. Alan trató de articular palabra pero no procesaba lo que estaba pasando.

El cuerpo del rubio temblaba sin poder apartar la mirada de aquellos ojos fríos como el hielo. Estaba confundido, no entendía exactamente por qué aquella persona que había frente a él no era el mismo Alexander de siempre.

—¿Tienes miedo? —preguntó el azabache sintiendo tics nerviosos. Alan al fin se atrevió a hablar, entreabrió los labios y con una voz susurrante soltó:

—¿C-Cómo no tenerlo? —Uno de aquellos tics que Alexander no podía evitar hizo que la piel de Alan fuera ligeramente cortada.

Su sonrisa se transformó en una risa descontrolada.

Los ojos del azabache comenzaron a llorar desconsoladamente entre aquellas carcajadas, Alan posó su mano libre en la mejilla contraria y limpió aquellas lágrimas.

—Alexander... —murmuró viendo fijamente los ojos del otro.

— Perdóname Alan —acabó diciendo al terminar sus risas.

—Eres un asesino —susurró el rubio. Sus ojos celestes se cristalizaron — Lo siento Alex, s-si hubiera estado más pendiente de ti... S-Si te hubiera cuidado más t-tú —Las risas de Alexander volvieron a comenzar al ver como el contrario lloraba.

Sí, su cuerpo se reía y estaba deseando acabar con eso pero... Sus ojos lloraban.

No podía dejar de soltar lágrimas al ver aquel rostro confuso de Alan, que le sonrió cálidamente tratando de calmarlo. Alexander estaba sollozando; era como si no tuviera ningún control sobre su cuerpo.

Su cabello suelto y despeinado empezaba a mojarse mientras sujetaba su navaja por encima de su cabeza.

— A-Alex por favor —pidió el rubio viendo el cuchillo sobre su cabeza. Alan estaba muy asustado aunque tratara de mantener la calma; alterar a Alexander no le iba a ayudar en nada.

— P-Perdóname —susurró de nuevo. Alan no sabía que hacer, jamás pensó morir ahí, en manos de una de las personas más importantes para él...

—¡Por favor! —suplicó antes de que Alexander bajara su navaja contra él.

Alexander se detuvo y miró a los ojos al rubio; sus orbes azules estaban empezando a llenarse de lágrimas.

El azabache bajó lentamente su navaja, Alan lo miraba sorprendido... Sentía un rayo de esperanza recorrer su ser mas algo le sorprendió:

Alexander volvió a empujarlo contra la pared, esta vez posando su mano llena de sangre en la mejilla del rubio; que quedó totalmente inmóvil cuando los labios del contrario se unieron a los suyos.

Alan estaba más tranquilo, creía que todo quedaría ahí mas no era así; sintió un enorme pinchazo cerca de su abdomen... Como si se lo estuvieran desgarrando.

✖¿Hay amor?✖ (BL) FINAL IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora