XXXII

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P.O.V Alexander

Nos habíamos levantado un poco más temprano para vestirnos, desayunar e ir pronto al supuesto safari park.

Marcus parecía muy emocionado con la idea, no dejaba de mirar por los cristales de la limusina para comprobar si ya estábamos cerca.

—¡Va a ser genial! —repitió por doceava vez... Creo.

Cuando llegamos William bajó con nosotros, y ordenó al chófer retirarse y estar atento para cuando necesitáramos volver.

Compramos unas entradas y montamos en una especie de coche abierto todoterreno que podías alquilar en el lugar. William conduciría mientras que Marcus y yo iríamos atrás, observando el paisaje similar al de la sabana.

—¡Mira Alexander! —Marcus llamó mi atención tirándome de la manga de la camiseta. Suspiré y observé por su ventana lo que me quería enseñar: Era una manada de cebras.

Pastaban con tranquilidad, y pude ver entre ellas unas pocas crías. Miré de reojo a Marcus, sus ojos brillaban de emoción...

Suspiré, rindiéndome ante lo tierno que se veía y optando por tratar de dejarme llevar.

—Tienen crías... —comenté. Él asintió con la cabeza varias veces.

—Son muy bonitas, Alexander —sonrió anchamente .— ¿Serán negras con rayas blancas o blancas con rayas negras? —Su comentario hizo que palmeara mi frente sin poder evitarlo.

—¿Es en serio, Marcus? —cuestioné. Él comenzó a reír leve, y yo no pude evitar desviar la mirada y sonreír, quería reír con él, pero en ese momento no me salía y me daba miedo hacerlo.

—¡Estaba bromeando! —aseguró.

Vimos jirafas, leones, hipopótamos, rinocerontes... Entre otros animales que si quisieran podrían matarnos, pero supongo que eso no es de importancia, pues Marcus lo ignoraba por completo y simplemente se emocionaba con cada animal que veíamos.

También me agradó ver algunas especies. Al ver cachorros de león no pude evitar acordarme de Marcus, y fue interesante ver a las hembras descansar apaciblemente junto a sus crías, estaba de acuerdo en que aquella escena había sido bonita.

Peligrosa, pero bonita.

Ahora comíamos sentados en un bordillo cerca del parking, esperando a que el chófer llegara con la limusina a recogernos para ir a casa.

Marcus estaba devorando su bocadillo.

—¿Sabes? Ver los leones me hizo recordar a mi gatito —comentó con una sonrisa .— Le echo algo de menos —añadió. Yo asentí.

Creo que está claro lo mucho que Marcus ama a su gato, me pregunto que habría ocurrido si en un descuido lo hubiera matado.

Aunque no hable del tema, aún pienso en eso. Cada vez que tengo una pesadilla, que escucho voces, que veo cosas... En todos esos momentos pienso en matar para que se detengan.

Es difícil, es jodidamente difícil. Llevo toda mi vida sobrellevando las alucinaciones y pesadillas matando, liberándome, por así decirlo. Dejar de hacerlo de golpe está siendo bastante torturoso.

Y, aunque siempre me he arrepentido bastante después de quitarle la vida a alguien, pensé que con el tiempo me acostumbraría. Ciertamente llegué a "acostumbrarme" al llegar a la adolescencia, aunque más bien lo naturalicé.

Naturalicé que iba a pasar toda mi vida de esa manera, que no habría otra salida. Pero al parecer no es así.

Llevo un mes entero sin atacar a nadie, el último fue ese chico idiota, y tuve la suerte de no matarlo gracias a Marcus.

✖¿Hay amor?✖ (BL) FINAL IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora