XI

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P.O.V Alexander

Sentía que mi mente estallaría en cualquier instante, estaba delirando. Mis ojos se abrieron con pesadez y lentitud, observando a mi alrededor en la sala.

"¿Por qué tuviste que nacer?".

Miro alterado cada rincón de la habitación, ¿de dónde viene esa voz ronca y pesada?

"Arruinaste mi vida".

¿¡Dónde está!? ¿¡Por qué no puedo ver de dónde viene!?

"Ojalá nunca te hubiera tenido".

Mi respiración comienza a acelerarse, al parpadear veo imágenes de la mansión llegar a mi mente.

"Qué feliz hubiera sido sin una carga como tú".

En las imágenes empiezo a divisar una sombra a lo lejos, solo se le ven unos ojos rojos fijos observándome. Me estremezco lleno de terror, quiero despertar, quiero salir de esto.

"Sabía que eres un malnacido".

Niego con la cabeza, me llevo ambas manos a la cara, mas estas parecen llenarse de sangre, que gotea manchando mi colchón.

"Solo eres un obstáculo del que debo librarme".

El sonido de las gotas carmesíes cayendo a las sábanas resuena en mis oídos, una a una.

"¡Vuelve aquí!".

Elevo la mirada de golpe ante ese grito y, frente a mi cama, veo aquella sombra horripilante de mis visiones, observándome con sus ojos penetrantes en mí, sin parpadeo alguno.

"Ven con mamá, no puedes escapar de mí, Alex".

La sombra se desvanece a medida que se me acerca gateando por el colchón, me encojo lo más que puedo, pegándome al respaldo de mi cama.

—¡Aléjate! ¡Déjame en paz! —suplico cerrando los ojos con fuerza.

"Abre los párpados".

Sin poder evitarlo obedezco esa voz, y frente a mí veo la imagen de mi madre, con una sonrisa tan ancha que es humanamente imposible. Mi cuerpo tiembla, sumido en terror. Veo su mano tocar mi mejilla, mi rostro comienza a sudar, no puedo apartar la vista de sus ojos.

"Quieres hacerlo, hijo".

Niego con la cabeza, tiritante. Ella asiente.

"Tus manos están manchadas de rojo".

Tras esas palabras su piel comienza a derretirse frente a mí, volviéndose tan solo un líquido carmesí intenso.

Mi cuerpo reacciona y comienzo a gritar como si me desgarraran el corazón. Mi voz retumba por toda la habitación hasta que me quedo sin aire.

Al abrir los ojos ya no hay nada, ni rastro de lo que he presenciado. Mi piel sigue sudando mientras trato de regular mi respiración observando con temor a mi alrededor, mi vista se ve limitada puesto que parte de mis largos cabellos caen por mi rostro.

Miro mis brazos y piernas, en los que sentía un ardor doloroso. Descubro montones de arañazos hechos por mí mismo sin darme cuenta, incluso llegando a levantarme la piel.

Mis ojos comienzan a cristalizarse levemente, pero no lo suficiente como para llorar.

Si hubiera estado frente a otras personas, habría matado a alguien, estaba seguro. Aquellas alucinaciones siempre me hacían preferir matar que vivirlas, pues solo al derramar sangre se detenían.

Pero no podía seguir huyendo, debía soportarlas, si no lo hacía nunca podría superar todo esto y ser una persona normal, y yo ansiaba eso más que nada en el mundo.

✖¿Hay amor?✖ (BL) FINAL IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora