XXVII

358 61 70
                                    

P.O.V Alexander

Y hablando de estar a solas, ahora ambos nos encontrábamos en su cuarto. Era pequeño pero acogedor, tenía algún que otro póster de bandas musicales, discos antiguos y un reproductor de estos. Su cama no era muy amplia, y sobre esta se encontraba el enorme oso de peluche que le regalé.

Me sentí algo conmocionado al verlo.

—Y este es mi cuarto —dijo, sentándose de golpe sobre su cama .— Siento lo incómodo que ha sido comer con mis madres, a veces son algo... Invasivas —comentó desviando la mirada. Yo negué, tomando asiento en la silla de su escritorio.

—Son agradables —murmuré aún mirando a mi alrededor. Entonces recordé algo, dirigí mi atención a Marcus .— ¿Y esas gafas nuevas? —pregunté. Él sonrió.

—Ya que ese idiota se cargó las antiguas tuve que comprarme unas nuevas, y decidí cambiar de estilo... ¿No te gustan? —murmuró, encogiéndose. Yo lo observé atentamente.

Aquella expresión tímida, sus mejillas enrojecidas, sus cabellos... Se pusiera lo que se pusiera se vería hermoso.

—Me encantas —respondí, aunque inmediatamente me percaté de lo que dije .— D-Digo... Sí, me encantan tus gafas, te quedan bien —añadí serio, rascando mi nuca. Él ensanchó sus labios.

Se levantó de la cama y se acercó a mí para dejar un tierno beso sobre mis labios, que correspondí de inmediato.

Oí como Marcus soltaba un jadeo en medio del beso antes de subirse sobre mis piernas, sentí un cosquilleo en mi pelvis y como mi cuerpo se estremecía. Continuamos besándonos hasta que noté como la silla comenzaba a tambalearse mucho, tal vez por el peso...

Debido a que era una silla con ruedas, resbaló hacia atrás tirándonos y produciendo un estruendoso ruido.

—Pfffff... —Abrí los ojos y encontré a Marcus encima mía, que comenzó a reír descontroladamente a la vez que se sentaba a un lado — ¡E-Eso fue tan...! —dijo entre sus carcajadas, quedándose sin respiración. Yo me sonrojé.

—No fue gracioso —murmuré avergonzado. Él siguió riendo hasta que comenzó a calmarse un poco.

—¿Te hiciste daño? —preguntó con una boba sonrisa, secándose unas leves lágrimas que se le habían escapado de tanto reír.

—No, estoy bien —aclaré. Marcus suspiró.

—Oye, ¿Qué ha sido ese ruido? —preguntó la madre de Marcus, que acababa de abrir la puerta del cuarto.

—Alexander se calló de mi silla —respondió el pelirrojo de forma traviesa. La mujer me miró preocupada.

—¿Te hiciste daño?

—No... —dije, tímido. Ella nos sonrió.

—Ok... En un rato llegan a recogerte, Alexander —informó antes de irse, cerrando la puerta del cuarto. En ese instante dirigí una mirada molesta a Marcus.

—¿Por qué le has dicho eso? Habrá pensado que soy un torpe... —gruñí. Marcus rió.

—¿Preferías que le dijera que estábamos besándonos sobre la silla? —cuestionó elevando una ceja. Mis mejillas ardieron más.

—Fue tu culpa en primer lugar —sentencié serio.

—Awwww, no te enojes —Puso un puchero. Me abrazó con ternura, besando mi mejilla. Yo suspiré.

—Idiota... —mascullé, correspondiendo su abrazo.

...

William llegó unos minutos después, por lo que tuve que despedirme.

✖¿Hay amor?✖ (BL) FINAL IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora