IX

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Las semanas pasaron, dos, en concreto. La relación entre Alexander y Marcus fue fluyendo poco a poco. Al azabache comenzaba a agradarle las pláticas que mantenía con el contrario, y este, empezó a darse cuenta de que no era tan insignificante para su amor platónico.

Era miércoles cuando sucedió.

El suceso que destruyó en segundos la paz y buen ambiente que había perdurado por esas dos semanas y tres días.

Alexander salió de casa como cualquier otro día, solo que últimamente comenzó a dejar de caminar mirando sus pies y empezó a mirar al frente, aunque mantenía el cuerpo encogido como era parte de él y su personalidad introvertida.

De repente en medio del camino, sintió un toque en su hombro. Se dio la vuelta listo para saludar al pelirrojo como todas las mañanas.

Pero aquella cabellera no era anaranjada, sino de un rubio brillante que hizo que todos los sistemas de Alexander se vinieran abajo, derrumbándose miserablemente.

No supo siquiera qué decir, se quedó completamente en silencio, como si le hubieran quitado la voz. Tragó saliva y se perdió en la mirada celeste de aquel joven, que le dedicó una pequeña sonrisa.

—Hola, Alex —su voz perforó los oídos del nombrado, que al fin pareció reaccionar.

— A-Alan... —No logró decir nada más. Su contrario le iba a responder cuando una alegre voz de fondo, les interrumpió.

—¡Alexander! —A lo lejos, un apurado pelirrojo corría en dirección a los dos chicos. Sus cabellos estaban un poco alborotados por correr y en su rostro llevaba una expresión algo abatida en cuanto vio la compañía del de cabello oscuro.

Frenó frente a ellos y, al ver el rostro trastornado de Alexander, que parecía a punto de colapsar, llorar o gritar, se colocó entre el rubio y él de forma protectora.

La tensión entre Marcus y Alan comenzó a respirarse en el ambiente.

—¿Qué haces? —preguntó de forma amable Alan. Marcus siguió mantuviendo a Alexander tras suya.

—Él no quiere hablar contigo —informó.

—... ¿Por qué hablas por él? Alex, ¿qué está pasando? —dirigió la última pregunta a otro destinatario, confundido por la situación.

—Me alegro de que te hayas recuperado, pero creí dejarte claro que Alexander no quería verte más

—No puedes impedir que hablemos, él es mi mejor amigo —dijo afectado por las palabras de Marcus. Trató de acercarse a Alexander pero su "protector" no se lo permitió .— Marcus, quiero hablar con él, tengo que preguntarle varias cosas

El nombrado iba a decir algo cuando sintió como Alexander agarraba levemente su camiseta por la espalda. Marcus se sorprendió y lo miró, el azabache mantenía la cabeza agachada.

—Vámonos, Marcus... —pidió en un hilo de voz. Marcus asintió y comenzó a caminar junto a Alexander.

—¡Alex! ¡Espera, Alex! —Alan llamó desesperadamente a su amigo, corrió tras él y lo detuvo, agarrándolo del brazo. Alexander se giró levemente ante ese agarre, pero siguió mirando al suelo, evitando los ojos celestes del contrario .— Alex, ¿por qué te has vuelto a enfadar? Por favor, solo quiero una explicación —preguntó muy alterado.

—Déjalo —sentenció Marcus tratando de apartar la mano del rubio, este no se lo permitió.

— ¿Qué te pasa a ti también? Creí que éramos amigos, yo te apoyé con todo esto —resaltó Alan cada vez más confuso, sus emociones comenzaban a mezclarse, y ninguna de ellas era buena.

✖¿Hay amor?✖ (BL) FINAL IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora