XLV

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P.O.V Alexander

Marcus estaba muy feliz, y por tanto me hacía feliz, aunque me costara demostrarlo físicamente.

Algo que adoraba de mi novio es que no sentía ninguna necesidad de obligarme a sonreír o algo por el estilo, sino que yo sonreía o reía cuando me apetecía, aunque fuera poco. Nunca me reclamaba nada por ser inexpresivo a veces, él lo entendía perfectamente, y aunque parezca algo normal no lo es.

No todo el mundo entiende a la gente que apenas sonríe o que no sabe expresarse, y que Marcus lo haga me hace sentir muy cómodo.

—¡Ahora montemos en la lanzadera! —dijo en cuanto bajamos de una atracción de vistas y paisajes.

Yo me dejé guiar por él y lo entusiasmado que estaba, pero en cuanto vi la altitud de la dichosa atracción a la que me quería someter... Simplemente se me paró el corazón por unos segundos.

—¿Estás chiflado? —cuestioné. Él rió leve mientras nos poníamos a la cola.

—Nooooo, tranquilo... Será divertido —aseguró. Yo sonreí sarcásticamente.

—Uffff sí, qué divertido subir hasta el espacio y que nos tiren en caída libre, suena genial fíjate

—Alex~ —Alargó la "x" mientras ponía un puchero. Yo rodé los ojos y me crucé de brazos.

—Tú sabes que mi problema es con las alturas, la otra atracción no tenía tanta altura pero esta es un suicidio... Y no uno que me apetezca, sinceramente —sentencié con el ceño fruncido.

Una de las razones por las que mi intento de suicidio de tirarme desde el tejado de la mansión no funcionó fue porque me dio miedo. Estar a esa altura me dio ansiedad y por eso a pesar de querer acabar con mi vida no tuve el valor de tirarme.

Pensar en ello me dio un sabor amargo en la boca. Mi pulso se aceleró entre temeroso y alterado, recordar aquello no me estaba haciendo bien.

Traté de desviar todos mis intentos de suicidio de mi mente pero, como todo, cuando intentas dejar de pensar en algo solo puedes pensar más y más en ello.

Así que sí, estuve durante toda la espera en la fila recordando. Fue un bajón de ánimo muy repentino, hace varios minutos estaba feliz y de repente solo quería irme a casa y tirarme a la cama.

Marcus pareció notarlo. Tocó mi brazo preocupado.

—Ey... Si tanto miedo te da está bien, perdóname por ser tan insistente —murmuró para que solo yo lo escuchara.

Yo asentí leve con la cabeza, Marcus me tomó la mano y juntos salimos de la fila.

Aún así yo seguía con un pésimo sentimiento en el estómago y la garganta. Quería volver a casa, no tenía ganas de hacer nada más.

Me sentí horrible por esto... Se suponía que hoy debería ser perfecto, que Marcus tendría un día especial antes de irse y yo lo estaba arruinando todo con mi carácter de mierda.

¿Por qué no podía ser emocionalmente estable? ¿Por qué tenía que tener tantos bajones de ánimo y ganas de suicidarme repentinas? ¿Esque acaso mis esfuerzos por mejorar nunca van a servir para nada?

Me mordí el labio inferior, abatido. Tenía ganas de llorar por no ser suficientemente bueno para darle a Marcus el día especial que se merece.

—Alexander... ¿qué pasa, amor? Te noto muy... —Su pregunta casi me hizo estallar en llanto. Restregué mi brazo contra mi cara, limpiando mis ojos vidriosos y suspiré.

—Perdón... Lo siento mucho —susurré agachando la mirada, avergonzado de mí mismo .— Perdóname —añadí acariciando su mano con delicadeza.

✖¿Hay amor?✖ (BL) FINAL IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora