Las jugarretas de los niños continuaron. A medida que iban creciendo, éstas se tornaban más ingeniosas. Además, se pinchaban continuamente para ser el mejor y el más perfecto en las actividades extraescolares, y así se pudo ver como el pueblo de Olimpia tuvo al mejor alumno en clase de cocina ante una furiosa Annabeth, así como a la excelente y más violenta jugadora de hockey ante un asombrado Percy. Cuando los niños competían entre sí, era la guerra, pero, cuando se juntaban, resultaba asombroso ver como se compenetraban para lograr ser los mejores en aquello que estuviesen haciendo. A pesar de que en ocasiones pactaban una pequeña tregua por el bien de la comunidad, sus pillerías seguían siendo la mejor diversión ante los monótonos días en ese aburrido pueblo.
En todos los años que tenía Hestia, y ya eran muchos pues estaba cerca de los sesenta, nunca había presenciado una serenata tan espantosa como la que dedicó su nieto a la vecina. Todo había comenzado esa misma mañana, cuando había visto a su nieto de quince años correr de un lado a otro de la casa con sus ahorros en la mano.
—Abuela, ¿me prestas cinco dólares? —preguntó Percy con cara de foca bebe, por lo que en esos momentos Hestia supo que planeaba una de las suyas.
—Espero que no quieras el dinero para hacer alguna de tus trastadas —dijo la abuela mientras le tendía el dinero, sin poder resistirse a la mirada lastimera de esos preciosos ojos cincelados por el mismísimo mar.
—No abuela, es para dar una serenata a una chica. Me faltan cinco dólares para poder alquilar los instrumentos.
—¡Oh, qué romántico! —declaró Hestia conmovida—Tu abuelo también me cantaba al pie de la ventana cuando éramos jóvenes. ¿Y quién es la afortunada...? — Percy no dejó que su abuela terminara la pregunta. Rápidamente le dio un beso en la mejilla agradeciéndole su aportación y se despidió mientras salía por la puerta.
—¡Ya lo verás, abuelita! — En cuanto Hestia vio como los ojos de su nieto brillaban emocionados y una sonrisa ladina cruzaba su rosto mientras se despedía con esas palabras, supo que no era nada bueno lo que tenía planeado para ese día, y que, sin duda, la vecina andaba implicada en ello. Ojalá se equivocase, pero conocía demasiado bien a su nieto y esos ojos que le delataban cuándo estaba planeando una de las suyas.
La tarde transcurrió plácida, sin que ocurriera nada, por lo que Hestia se preguntó si por primera vez en años se habría equivocado con su nieto. Pero después de cenar Percy corrió a su habitación teléfono en mano y allí se encerró durante un buen rato. Hestia comenzó a sospechar, y sus intuiciones se vieron confirmadas cuando minutos después apareció ante la puerta de su casa un grupo de cinco niños vestidos con vaqueros raídos, camisetas de calaveras y cadenas por todas partes. Uno de ellos, el que menos cadenas llevaba, preguntó amablemente.
—¿Está Percy? — A la abuela no le dio tiempo a contestar cuando apareció su nieto corriendo como un torbellino y vestido como los demás.
—¿Está todo preparado? —quiso saber mientras salía por la puerta hacia el jardín de la vecina.
—¡Todo listo! —contestó uno de ellos.
—Bien, ¡que empiece el espectáculo! —gritó Percy animando a sus amigos. Hestia, resignada a las correrías de su nieto, se sentó en la vieja silla del porche con una limonada a la espera de que comenzara la función.
En el jardín trasero de la señora Chase, en el silencio de la noche, habían sido montadas una batería, dos guitarras eléctricas con amplificador, un bajo, una pandereta y un micrófono. Todos los niños tomaron posición, se encendieron los altavoces y comenzó la serenata. El cantante principal era Percy Jackson y las canciones, sin duda alguna de su creación, ya que cada una de ellas iba dirigida a Annabeth Chase. Podía haber tenido éxito con su serenata, a pesar de cantar como un cuervo apaleado, si las letras de las canciones no contuvieran textualmente frases como «Annabeth es como un grano en el culo que no me puedo arrancar», y eso lamentablemente era sólo el estribillo.
ESTÁS LEYENDO
My Perfect Guy
Teen FictionDesde que Annabeth vio por primera vez a Percy decidió que su lista sera hecha de todo lo contrario. Y... bueno Percy ,alias el salvaje, solo lanzaba manzanas a Annabeth pidiéndole casarse con ella. Percy: ¿Lista? Mis cojones, me convertiré en tu pe...