Capítulo 45

3.5K 193 65
                                    

El día de la celebración de su boda, la novia llegó a las cinco de la mañana a casa de sus padres. Entró silenciosamente por la puerta principal con los zapatos en la mano para evitar el ruido de sus pasos en el sensible y viejo parqué, pero todo cuanto hizo para evitar la escrutadora mirada de una de las amistades de sus familiares fue en vano, pues en el gran sillón del salón la esperaba sentado la pareja su hermano Will, Nico Di Angelo, mientras Will dormitaba como una marmota en el sofá.

—¿Qué hacéis aquí? —preguntó Annabeth sorprendida.

—Relevé a tú hermano hace dos horas — comentó Nico a la vez que propinaba una patada a Will para despertarlo—. Como siempre, tú padre estaba tremendamente preocupado por su pequeña y nosotros no podíamos decirle dónde estabas, ¿verdad?

—Gracias por no contar nada, Nico, eres un buen amigo —alabó Annabeth agradecida.

—No, soy un buen amigo. No quería que tu padre fuera a casa de Percy y lo apuntara con su escopeta. Porque supongo que habrás pasado la noche allí.

—Sí —confesó Annabeth avergonzada—. ¡Pero nada de esto hubiera sucedido si Will y Malcolm no me hubieran dejado allí sola y atrapada!

—Y cuando te acostabas con Percy todos los veranos desde los dieciocho años, ¿También ellos tenían la culpa? —preguntó irónicamente.

—¿Will te contó eso? —preguntó Annabeth molesta—. ¡No tenía ningún derecho!

—Percy me lo dijo a mí cuando me confesó, loco de contento, que te amaba y que quería formar una familia contigo. Me lo reveló antes de conocer a Don Perfecto y sentirse como una mierda porque ese hombre cumplía todos y cada uno de los puntos de tu lista y eso lo dejaba a él fuera de la ecuación — explicó Nico con enfado. —¿Cómo puedes decir que eres perfecta, si eres la mujer con más defectos del mundo? —añadió.

—Yo no soy así... —objetó Annabeth, indecisa.

—Eras una niña repelente e insufrible hasta que apareció Percy y te convirtió en una cría revoltosa y divertida —dijo Nico rememorando las anécdotas de la mocosa frente a él con el salvaje de su amigo. —Desprecias continuamente los sacrificios de Percy por intentar ser un hombre que no existe; sin embargo, alabas a ese petimetre con el que pretendes casarte y que no ha hecho ningún esfuerzo por merecerte — espeto disgustado ante la ceguera de la hermana de su novio. —¿Cómo puedes elegir pasar el resto de tu vida junto a un hombre que no amas por una estúpida lista? ¡Estás desperdiciando la posibilidad de ser feliz el resto de tu vida! —gritó furioso sin dejar de pasearse por el salón.

—Yo amo a Logan... —contradijo apocadamente Annabeth.

—¡Sí, claro, por eso te acuestas con Percy! —la acusó. —¿Sabes qué es lo peor de todo? Que has jugado con Percy durante todos estos años y le estás rompiendo el corazón a un hombre que realmente te ama —recriminó Nico.

—Pero yo no amo a Percy —aclaró entristecida Annabeth.

—¡Sigue diciéndote eso, algún día acabarás por creértelo! —apuntó Nico saliendo colérico de casa de los Chase.

—Yo sólo quiero que mañana no te arrepientas de nada. — dijo Will abrazando cariñosamente a su hermana debido a que la discusión de Nico y Annabeth lo habían despertado.

—No te preocupes, Will, Logan es el mejor hombre del mundo —declaró Annabeth decidida mirando a los ojos a su protector hermano.

—Sí... pero ¿es el mejor para ti? — insinuó saliendo tranquilamente en busca de su novio, para calmar sus ánimos. Nico no debía cometer ninguna locura en la boda de su hermana; después de todo, la decisión de su futuro le pertenecía únicamente a ella y a nadie más.

A pesar de que sus planes de futuro fueran un tremendo error.

Annabeth subió a su habitación lentamente; su cuerpo parecía no tener ánimos, estar sin vida, como si le faltara algo, y en medio de todo el caos de su boda sólo podía pensar en dónde estaría Percy. Se duchó como si de un autómata se tratase. Sin apenas percatarse de nada pasaron las horas y llegó el momento de ponerse el vestido.

Su madre, junto con sus damas de honor Piper y Raquel, dos amigas de la universidad con las que compartió piso en Nueva York, la ayudaron a vestirse el pomposo y molesto traje de novia.

Sus amigas apenas habían llegado hacía dos días y todavía no conocían bien toda la historia, así que se quedaron impresionadas cuando su madre comenzó a recordar las aventuras de ella con su vecino.

Annabeth se disculpó ante sus invitadas y salió de la estancia con la intención de traer unos refrigerios antes de partir hacia la iglesia. Ése fue el momento preciso que sus amigas aprovecharon para acribillarla a preguntas sobre su relación con Percy.

—Vamos a ver si lo entiendo — comenzó confusa Raquel, una voluptuosa y rebelde pelirroja de impresionantes curvas vestida de rojo —: tienes a un hombre que está loco por ti desde que era niño ¿y te casas con don estirado?

—No está loco por mí, simplemente tontea conmigo... Además, Logan es perfecto.

—Sí, es perfectamente aburrido — concluyó Raquel acompañando sus palabras de un sonoro bostezo.

—Que a ti no te cayera bien no significa que sea malo para Annabeth — intentó poner paz Piper, una inteligente castaña de bonita figura a la que siempre tomaban los hombres por tonta.

—Ah, entonces te casas con Aburridoman III porque ese tal Percy es feo o jorobado, ¿no? —insistió Raquel decidida a saber la verdad.

—No, Percy es muy atractivo y, a pesar de sufrir una grave lesión que lo alejó del deporte profesional hace algunos años, su cuerpo es perfecto — comentó Annabeth sonriente mientras peinaba sus rizos frente al espejo de su tocador.

—¡Te has acostado con él! —señaló Raquel acusadoramente—. ¡Y te gustó mucho! —indicó emocionada.

—Entonces, Annabeth, ¿por qué te casas con Logan? —quiso saber Piper, confusa.

—Porque él es perfecto y Percy es totalmente lo contrario a la perfección —insistió Annabeth.

—¡Bah! Lo perfecto es tremendamente tedioso... —sentenció Raquel ayudándola con su peinado.

—El hombre perfecto no existe — opinó Piper entristecida.

«Ni, aunque fuera un guapísimo electricista». Pensó Piper.

—Pero Logan...

—Es humano, ¿verdad? Pues entonces tendrá sus defectos como todo el mundo; después de todo, los errores forman parte del hombre —sermoneó Raquel.

—Aunque no de la mujer —recalcó Piper sonriente chocando la mano con su amiga mientras las tres rompían el silencio con escandalosas carcajadas.

My Perfect GuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora