¡Jodida lista de los cojones!
No había por dónde cogerla.
A la mañana siguiente de nuestra escapada al lago había incordiado a Annabeth hasta que me había arrojado la lista por la ventana de su habitación dentro de un zapato que me había dado en la cabeza. ¡Qué puntería tenía cuando quería la muy condenada!
Como suponía que Listilla querría llevar todo lo referente a su lista en secreto, esperé a que no hubiera nadie en casa agobiándome con sus sermones para subir a mi habitación y desenrollar la fotocopia que Annabeth me había tirado. Al principio estaba escrita con letras muy infantiles. Pero a cada punto de su lista iba notándose como la letra se mostraba más femenina, más de mujer en vez de niña pequeña. Por lo visto había tardado años en hacerla. Recordé entonces haber visto esa lista de pequeño, pero no podía ser la misma, era imposible, pensé mientras buscaba el feo dibujo de un sapo que yo había hecho con rotulador, y sin escudriñar mucho ahí estaba el bicho, mirándome y burlándose de mí como diciéndome «tú eres el sapo».
Me senté en la cama preocupado y comencé a leer lo que Elisabeth había escrito a lo largo de estos años:
«Mi perfecto príncipe azul»
1. Tiene que ser el más guapo.
2. Que no sea un salvaje.
3. Que sepa dibujar.
4. Que sea educado en todo momento. (No parecerse al cerdo del vecino.)
5. Que me defienda de todos los matones del mundo (incluido mi vecino.)
6. Que no lo busque la policía.
7. Que cante como los ángeles.
8. Que siempre sepa cuál es el regalo perfecto y cuándo debe dármelo.
9. Que sus besos sean especiales.
10. Que sea el mejor amante del mundo.
Al final de la lista había una nota escrita en rotulador rojo que me retaba: «No tienes ni una de estas cualidades. Además, espero que mi hombre perfecto me sea fiel (sin gruppies)», añadía la muy pilla riéndose de mí.
—Bien —me dije en voz alta, decidido—: repasaré la lista punto por punto.
En lo referente a ser el más guapo, ya lo soy. Sólo me tengo que encargar de que no encuentre chicos más guapos que yo. Nota mental: rodearme siempre de troles para parecer la mejor de las opciones. Segundo, lo de ser salvaje. Yo no era ningún salvaje, aunque me apodaran así en el pueblo. En ocasiones tenía demasiado carácter, pero eso era todo. ¿Cómo solucionar el problema? Pues evitando que me llamasen así en el pueblo. ¿Cómo hacerlo? Amenazando a todo aquel que me lo llamara, eso sí, con discreción y sin salvajismo. Tercero, lo de dibujar no se me daba tan mal. Además, mi sapo era perfecto. No obstante, tomaría clases de dibujo en la universidad. Sin embargo, ahora que lo veía con atención, mi batracio podía confundirse con una vaca, ¡joder, realmente dibujaba como el culo! Cuarto, educado. Yo soy muy educado, casi nunca digo tacos, solamente cuando me irrito si algo me saca de mis casillas, y respecto a lo del «cerdo del vecino», yo no tengo ningún cerdo. Mejor ignoro este punto y no me doy por aludido, esta jodida lista me está tocando los huevos... Quinto, defensas anti matones. ¿Cómo narices voy a defenderla de todos los matones del mundo? Ésta quiere que sea Chuck Norris... ¿Estará libre para poder contratarlo como guardaespaldas? Bueno, mejor paso al siguiente punto. Sexto, no ser buscado por la policía. La policía no me busca, eso seguro, aunque las multas sin pagar se van acumulando y ... será mejor que ahorre y pague todas las malditas multas de una vez. El punto siete definitivamente me tiene mosqueado, la pregunta clave es: ¿Cómo coño canta un ángel? Tan mal no canto, ¿verdad? Aunque el profesor de música del instituto amenazó con saltar de la azotea si me apuntaba a su clase... Bueno, pues a tomar clases de canto. Octavo, regalos perfectos. ¿Cómo demonios sabes cuándo y qué regalar? Con las mujeres nunca se acierta: si les regalas bombones, están a dieta; si les regalas ropa interior, eres un pervertido, y si les dices que se compren algo, que tú lo pagas, no lo quieres porque no te molestas en elegirlas tú, blablablá... En fin, sobornaré a sus hermanos para saber cuándo y qué regalarle. Noveno, el beso especial. Vale, abandono. ¿Cómo leches sé si mis besos son especiales? ¿Qué quiere decir eso? ¿Y qué parte es la que tengo que besar para que sea especial? En fin, besaré todo su cuerpo, seguro que de casualidad acierto. Décimo, mejor amante del mundo. Que soy un buen amante, lo soy, pero ¿Cómo soy el mejor del mundo? ¿Me tengo que cepillar a medio mundo para averiguarlo?, ¿Me bastará con un cuarto de la población? Compraré el Kamasutra a ver las ideas que puedo sacar de ahí.
Leer esa mierda de lista me deprimió más que animarme, pero aún tenía la esperanza de convertirme en su hombre perfecto. «¿Por qué las mujeres tienen que ser tan complicadas?», grité frustrado; luego me calmé al pensar que tenía ante mí cuatro largos años por delante para demostrarle todas mis cualidades.
Empezaría por revelarle que, sin duda, los puntos nueve y diez los cumplía. Además, eran los más entretenidos de la lista.
ESTÁS LEYENDO
My Perfect Guy
Novela JuvenilDesde que Annabeth vio por primera vez a Percy decidió que su lista sera hecha de todo lo contrario. Y... bueno Percy ,alias el salvaje, solo lanzaba manzanas a Annabeth pidiéndole casarse con ella. Percy: ¿Lista? Mis cojones, me convertiré en tu pe...