Capítulo 22

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A la mañana siguiente Annabeth Chase se levantó temprano y después de recibir sus preciados regalos, un estuche de dibujo profesional de sus padres y libros de pintura artística por parte de sus dos hermanos, se atavió esmeradamente y fue en busca de Percy.

—Buenos días, ¿Está Percy despierto, señora Jackson? —preguntó Annabeth a la madre de Percy cuando ésta le abrió la puerta.

—Sí, está en su habitación leyendo un libro de jugadas y tácticas. Pero dame el abrigo pequeña, ¡te vas a asar!

—Es que estoy destemplada, señora, creo que ayer cogí frío. Si no le importa, me lo dejaré puesto —respondió Annabeth.

—Claro que no, pasa, ¿y qué llevas ahí? —preguntó Sally confundida por la visita de su vecina.

—Es un cuaderno de dibujo, Percy quería aprender a dibujar y, en agradecimiento a lo que hizo, he decidido enseñarle.

—Me parece algo muy noble por tu parte, no os molestaré. A ver si aprende a hacer algo bonito con el lápiz además de morderlo cuando está nervioso.

—No se preocupe, soy muy buena maestra.

—Bueno, pues sube. Su habitación está todo recto y a la izquierda.

Cuando Annabeth se halló frente a la puerta del cuarto de Percy no llamó: simplemente entró, cerró y echó el pestillo. Percy, que estaba tumbado en la cama, soltó su libro y le preguntó extrañado.

—¿Qué haces aquí, Annabeth?— tras lo que quedó mudo, ya que Annabeth se despojó de su abrigo dejándolo caer lentamente al suelo y mostrándole que no llevaba nada puesto. Bueno, sí que llevaba algo: un lazo rojo estratégicamente colocado que le cubría ambos pechos, se perdía en su cintura y volvía a aparecer en su entrepierna formando un bonito lazo que ocultaba el triángulo rubio de su entrepierna. —¡Dios Elisabeth, me vas a matar! —gimió Percy mientras la veía acercarse hacia su cama.

—Esto es lo que querías por Navidad, ¿no? —preguntó decidida mientras se acercaba a su cama.

—Sí —confesó seriamente Percy—. A ti, sólo a ti.

A continuación, se puso en pie y se dispuso a desenvolver su regalo. Percy tiró despacio del lazo y lo apartó con delicadeza de la zona más íntima de la chica con una de sus rudas manos. Siguió desprendiendo el lazo de su cuerpo por su trasero, que acarició lentamente, al igual que los costados de su espalda, y subió hasta sus pechos, cuyos pezones ya estaban erectos. Quitó el lazo de ellos haciéndola gemir por el contacto de sus manos y lo desprendió de su cuello, dejándolo caer al suelo. Percy observó su cuerpo desnudo preguntándose por dónde empezar mientras ella reaccionaba excitándose ante su escrutinio. Sus pezones se endurecieron más aún, su entrepierna se humedeció ante la espera y ella, nerviosa, mordió sus labios preguntándose por qué no hacía nada, ¿es que no le gustaba lo que veía? Sus preguntas no tardaron mucho en ser respondidas cuando Percy se colocó tras ella, pegando sus nalgas desnudas junto a su erecto miembro, sólo separados por la tela del pantalón de Percy. Mientras sus manos la sujetaban por la cintura, él le susurró al oído.

—Verás, tengo un problema con los regalos de Navidad. Me gusta desenvolverlos poco a poco y, una vez les he quitado el envoltorio, me encanta jugar con ellos hasta hartarme.

—No... podemos... hacer... mucho ruido —señaló entrecortadamente Annabeth por culpa de una de las manos de Percy que acariciaba tortuosamente uno de sus senos.

—Tendrás que controlarte —apuntó un sonriente Percy junto a su oído mientras deslizaba la otra mano por su sexo y la oía gemir.

—Tu madre nos puede oír —gimió Annabeth al sentir cómo un dedo se introducía dentro de ella.— Será mejor dejarlo para otro día —dijo entre grititos al sentir cómo su dedo entraba y salía de su húmedo interior y acariciaba lentamente su clítoris en el proceso.

My Perfect GuyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora