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El chófer dejó a Sam, Agoney y Raoul en el piso de Sam después de cenar. Subieron y mientras Agoney recoge sus pocas cosas, Samuel aprovecha para hablar con su primo rápidamente.

- ¿Y la propuesta a Agoney, por qué?- le pregunta Sam a su primo, a bocajarro.

- Necesito que no te lesiones también tú y tienes que dormir bien. Tengo la habitación libre, no me importa. Así me aburro menos en casa.- le contesta Raoul.

Samuel piensa que su primo le oculta algo, pero la verdad es que la idea de dejar dormir a Agoney en su casa fue motivada por lo que le ha dicho. No hay otro Agoney al que puedan acudir si se lesiona Sam a dos días del comienzo de la gira. Aunque algo dentro de él casi imperceptiblemente, le hacía querer conocer más a su nuevo bailarín. Sam y Raoul no tuvieron tiempo de hablar más, aunque Sam quería preguntarle por algunas cosas más a Raoul. Agoney se presentó en la entrada con su maleta de cuatro ruedas, de color amarillo.

- Ya estoy listo.- avisa Agoney y se da cuenta de que ha interrumpido algo cuando nota un poco de tensión.

- Pues vamos, el chófer aún está esperando abajo.- dice Raoul cediéndole el paso al canario.- Duerme bien esta noche, primo.- se despide de Sam y le abraza.

Sam le devuelve el abrazo y le sonríe antes de decir un último adiós y cerrarles la puerta. Se montaron en el coche y Raoul le dio una dirección al conductor. Dejaron el hueco del asiento del medio entre ellos dos y se mantuvieron en silencio durante todo el trayecto debido al cansacio y al traqueteo del coche que los dejó adormilados. Cuando llegaron, bajaron la maleta de Agoney y Raoul se acercó a abrirle el portal para que pasara. Subieron en el ascensor hasta la quinta planta y Raoul abrió la puerta del piso A.

A Agoney le sorprendió lo nuevo y moderno que era el piso, ya que el edificio parecía antiguo. Raoul le enseñó brevemente el estudio, ya que no era muy grande. Por último, la habitación que ocuparía brevemente Agoney.

- Quito el piano y dejo que te instales. Ocupa mucho y a veces me inspiro antes de dormir.-le explica Raoul recogiéndolo. Cuando lo tiene todo dice.- Ven, te voy a dar las sábanas. Siento que no esté hecha, pero nadie ocupaba la cama nunca y me hacia falta tener las sábanas limpias para mi cama.

- No te preocupes. Y muchas gracias por dejarme quedarme aquí. Me sentía incómodo con que Sam durmiera con ese sofá cama, y con estar con más gente en el piso, que quizás le molestaba que yo estuviera ahí. Aunque Samuel me aseguró que no.

- De nada, ya ves, está la habitación vacía. No me importa.- dice Raoul mientras deja el piano e intenta alcanzar las sábanas del altillo del armario empotrado. De puntillas, no llegaba y suspiró con un poco de rabia. Agoney quiso ayudar. Se acercó y cogió las sabánas, rozando en el trayecto la mano de Raoul. Ambos sintieron algo extraño en ese roce, Raoul incluso se sonrojó y al darse cuenta enrojeció aún más.

- Gracias.- le dice Raoul bajando la vista al suelo, para que su invitado no vea su rosto colorado.

- No pasa nada, soy más alto.- le dice Agoney sonriendo.

- Te ayudo a hacer la cama.- le dice Raoul y salen a la otra habitación, enfrente a la de Raoul saliendo el primero para ganar tiempo y que se le pase el rojo.

Hacen la cama en silencio cómodo, el aire se les volvió algo espeso entre los dos, ambos lo notaron, pero ninguno dijo nada.

- Bueno, ahora sí te dejo que te instales y que descanses.- dice Raoul antes de cerrar la puerta tras sí.

Vuelve a su habitación, donde el aire se vuelve más frío y menos denso. Respira un poco, todavía se nota el calor en la cara. Se pone el pijama y recuerda que no le ha dado la clave del WiFi a Agoney y va a la otra habitación. Llama a la puerta y Agoney le abre a medio vestir, le falta la camiseta del pijama. Es graciosa la estampa, Raoul con un pijama feísimo pero calentito y Agoney con un pantalón de pijama celeste y finito y sin camiseta puesta, la tenía en la mano. Raoul enrojece rápidamente por haberse quedado mirando el torso desnudo de Agoney.

- Lo siento.- dice apartando la mirada, Agoney sonríe mientras se pone su camiseta.- Venía a traerte la clave del WiFi.- le tiende un pedazo de papel mal cortado con unos números y letras aleatorios anotados en tinta de bolígrafo azul.

Agoney lo recoje y le sonríe.

- Buenas noches, Raoul.- le dice.

Raoul se gira avergonzado, sin mirarle y susurrando.

- Eso, buenas noches.

Cuando llega a su habitación y cierra la puerta comienza a hacer aspavientos, como echándose la bronca a sí mismo. ¿Por qué se comporta así? ¿Qué le pasa?

No es demasiado tarde, así que prueba con llamar a su amiga Mireya. Necesita hablar con alguien sobre lo que acaba de pasar. Pone un poco de música bajita, pero lo suficientemente alta como para tapar lo que va a hablar. Afortunadamente, Mireya responde su llamada.

- ¡Rubiooooo!- le dice ella nada más descolgar.- Hace tiempo que no me llamas, ¿cómo llevas la gira? ¿Está todo listo?

- ¡Mireya!- contesta él sonriendo, aunque ella no le vea.- Esta todo a punto.

- He visto lo de tu nuevo bailarín.- le comenta ella.- Menos mal que has encontrado alguien rápido. Por otra parte no me sorprende. Quién no querría irse de gira con el mismísimo Raoul Vázquez.

Raoul se ríe por su comentario.

- Precisamente de él quería hablarte.- silencio al otro lado de la línea.- Se ha quedado hoy en mi casa y han pasado cosas extrañas.

- No me digas que es rarito. Parece un chico sencillo y normal.- dice Mireya algo decpecionada.

- Es... es que... a ver no sé si voy a explicarme bien.- le avisa y le resume brevemente sus encuentros.

Mireya sonríe al otro lado de la línea. Y le contesta:

- Raoul, ¿sabes lo que es amor a primera vista?

Raoul niega con la cabeza, a pesar de que ella no le ve.

- Eso no existe Mireya. Eso es algo que han inventado pero no existe realmente.

- Ya, ya. Lo que tú digas, amiga.- le dice ella antes de cambiar de tema y hablarle sobre lo cansada que está de sus turnos en la tienda de ropa en la que trabaja.

Limerencia |RagoneyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora