Alfred lleva unos días mal, bastante mal. Había intentado llamar a Raoul sin a penas éxito, directamente le salta el contestador del buzón de voz. Tampoco contesta a sus mensajes. No ha querido acudir a Mireya aún para no comprometerla. Porque evidentemente, piensa, entre Raoul y yo, elige a Raoul. Él sólo quería disculparse. Por su culpa, Ricky Merino se ensañó con ellos y ya se ha conformado un fandom alrededor de ambos chicos, debido al shippeo. Alfred sólo quería explicarle que no fue con intención alguna y que él sólo quería compartir sus pensamientos de fanático con el resto de fans en una red social. Pero Raoul no le ha cogido el teléfono, a pesar de que él mismo le dio su número para que le informara de cómo iba su carrera. Está tan triste que no ha vuelto a entrar a Twitter desde entonces. Tumbado en su cama, enrrollado en una manta no tiene ganas de vivir. Su compañero de habitación toca a su puerta, Alfred sólo es capaz de emitir un gruñido. Bast abre la puerta con cautela y asoma la cabeza, al ver a la bola en la cama que es Alfred, se decide a entrar.
- Alfred.- le llama, pero este no se mueve, solo quiere hundirse en su miseria.- Alfred, no puedes seguir así, tío.
Bast se acerca a la cama y se sienta junto a Alfred, pero Alfred sigue sin moverse.
- Vale, la has cagado. Todos la cagamos, somos personas, somos humanos, todos nos equivocamos. Pero no puedes dejar que esto te destroce.
- Ni siquiera puedo pedir perdón.- se queja desde debajo de la manta que usa como escudo contra todo.
- Alfred, tienes que ir a clase, acabar el máster, conseguir la plaza y dar clase en ese colegio. Lo estás deseando, todos lo sabemos. Pero, además, no la has cagado tanto. He visto mucha gente opinando sobre tu actuación, hasta el Ricardo ese opina que estuviste sublime. No puedes venirte abajo porque una persona que se había olvidado de ti pase de ti como ha estado haciendo estos últimos años.
Las palabras de Bast se le clavan a Alfred como puñales en el corazón. Pero es la cruda realidad y alguien tenía que ir a decírsela.
- Vicente y yo vamos a ir a la bolera, por si te quieres venir.- le propone.- Y por favor.-le pide, cuando ya está de pie en la puerta.- deja de darte pena que no sirve para nada.
Cierra la puerta. Alfred se incorpora en ese momento. Las palabras de Bast le han calado, lleva razón, debe seguir adelante. Sí, él la ha cagado, pero ha intentado pedir perdón de todos las maneras posibles pero ha sido imposible. Así que ya está bien de autoflagelarse, debe salir de su habitación. Se levanta rápido, se marea un poco y casi se cae. Pero se recompone. Tira la manta sobre la cama y sale de la habitación. En la pequeña entrada del piso están Vicente y Bast cogiendo los abrigos.
- Me ducho y voy para allá, ¿vale?- les dice.
Bast sonrié contento de que le haya hecho efecto el golpe de realidad. Vicente le mira con su cara de póker y asiente. Vicente es el compañero más sieso. Bast y Alfred se llevan muy bien, pero Vicente va a parte, ni siquiera come con ellos en la cocina. Hace poca vida con ellos.
- Te vemos allí.- confirma Bast antes de salir junto a Vicente.
Alfred se da una ducha que le reconforta mucho. Y tras vestirse, sale de la casa. La verdad es que la vida en Twitter está muy bien, pero a veces la vida real está bien, piensa.
Duante el viaje el tren a Valencia, Sam puso al día a Raoul sobre su chica misteriosa, de la cual ni siquiera le había revelado el nombre aún. Dos asientos más adelante y junto a un señor que viaja por negocios, está sentado Agoney, que trastea con sus redes sociales. Por un lado, Sam ha conseguido que la chica le vuelva a hablar, aunque, asegura, no es como antes. Es como si se hubiera impuesto un estúpido límite que no debe cruzar. Por otro lado, Agoney se escribe con Miriam, pero no le cuenta nada de lo sucedido. Le encantaría llamarle, pero yendo en el tren, sabe que Raoul puede escuchar la conversación y no quiere cargarse el perfecto momento en el que se encuentran. Pero le asegura que por lo que le parece, lo que Raoul y Agoney tienen es mutuo.
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Limerencia |Ragoney
FanfictionLimerencia (del anglicismo limerence) es un estado mental involuntario el cual es resultado de una atracción romántica por parte de una persona hacia otra